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Los payasos diabólicos

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Pilar Enjamio

Aunque inicialmente en Estados Unidos y Canadá esta fiebre de los payasos diabólicos se ha extendido a Europa y España y en ello tienen mucho que ver las redes sociales.

Se cree lo real y los bulos pudiendo constituir un gran daño a la población especialmente los afectados por un complejo y nulo reconocimiento y autoestima que ven en la idea de un disfraz la panacea y el modo de retar con cara tapada a quien cree enemigo.

Lo que empieza como una broma o juego de adolescentes se extiende hasta tomar un cariz extremadamente peligroso. La cobardía de enfrentarse a algo a cara descubierta por saber está mal o miedo a represalias desaparece con un disfraz. En ese momento usurpas la identidad de payaso y no eres tu real.

Es evidente y se ha comprobado la presencia de pederastas en un parque cualquiera con disfraz de payaso y caramelos en la mano como ofrecimiento para captar a sus víctimas cuando están lejos de la presencia adulta. Es importante la prevención y no abandonar a un menor solo sin que se desarrolle una psicosis o paranoia al sentir escalofrío al ver a cualquier payaso profesional que nada tiene que ver con mentes enfermas.

Se ha creado una auténtica epidemia de payasos diabólicos fomentado por redes sociales con alguna identidad oculta de payaso amenazante con mensajes de daños y males previstos.

El problema sucede cuando además del disfraz de payado adolescentes lo acompañan de hachas,cuchillos y además de asustar lesionan y hacen daño. En jóvenes la suma de drogas, alcohol, películas y videos que fomentan la agresividad y en muchos casos generan psicosis extrapolando su concepción de héroe en el juego a la realidad con ese componente fetichista de un ropaje que le da la fuerza no tiene actualmente de enfrentarse.

Lo que sucede es que el enfrentamiento es inadecuado y patológico. Se ha creado una auténtica epidemia de payasos diabólicos fomentado por redes sociales con alguna identidad oculta de payaso amenazante con mensajes de daños y males previstos. Sólo la policía después de la correspondiente denuncia e investigación puede afirmar lo real y existente de la arana o quimera.

Como en una especie de Cuarto Milenio han querido sustituir el fantasma de la chica en la carretera en el lugar donde había muerto por el fantasma del payaso. El miedo o temor es una alerta ante un peligro pero si este es desmedido hablamos de fobia. Al conducir se va creyendo en el payaso fantasma de la esquina inexistente pero generador de accidentes al no fijarte en otros estímulos de luz de la carretera y semáforos. Las personas coulrofobia o fobia habitual a los payasos nada les favorece esta actualidad. Realidad hasta cierto punto y denunciable porque en esta patología hay dos palabras clave más allá del humor o broma y son CELOS y VENGANZA hacia algo o alguien. Tampoco la paranoia de ver en cada persona el rostro de alguien nos puede hacer daño. Y todo lo que digan las redes deberá ser contrastado.

 

*Pilar Enjamio es Psicólogo