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Popurrí

Clara Guzman
Clara Guzmán

Hay tantas cosas de qué escribir que no acabo de centrarme. Vamos, que no soy como Albert Rivera, ese chico aspirante a presidente, que dice que el mejor de todos fue Adolfo Suárez, que ahora da nombre al aeropuerto de Madrid, aunque todo el mundo lo siga llamando Barajas. Sea presidente del Gobierno de España para esto.

Tanta gente hablando, opinando, ladrando, maullando en Internet, que estamos saturados. Ya lo dijo el otro día en Sevilla Antonio Fernández- Galiano, presidente de Unidad Editorial; o sea, “masca” de ese Mundo, que anda como el otro, desmoronándose: “Estamos actualizados, no informados”. Lo dijo en el Club Antares, un club que ha revitalizado el gran Paco Herrero (don Francisco en los besamanos de la Cámara de Comercio de Sevilla, que preside);  ¡ojo!, el gran Paco Herrero y su equipo, ¡qué sería de los grandes sin sus grandes equipos!  Y  Antonio Fernández- Galiano soltó su sentencia en la conferencia  “La transformación de la prensa en una España agitada”,  que viene a ser algo así como escribir en tiempos revueltos o escribir en España es llorar, que ya lo apuntó el maestro Larra. Y miren por donde, y ya hay que tener puntería,  que el hombre lo dijo el mismo día en que se desmembraba la edición de El Mundo Andalucía. Menos mal que los duelos con tortas de Alcalá son menos. Esas tortas exquisitas que ponen en  Antares a la hora de los postres para endulzar los malos tragos y hacer patria, que nunca viene mal.

Patria no hacen los que han puesto de última las graduaciones y los que acuden a ellas con ese espíritu americano que sólo tenemos de cara a la galería; para el postureo, vaya. Se gradúan hasta los niños de las guarderías y ya hay moda para madres de graduados en sus distintas décadas.  Por haber hay hasta moda modesta, como antes había fútbol modesto en los periódicos. Lo leí y me acordé de Pablo Iglesias, el socialdemócrata austero. Mira, le viene como anillo al dedo a un hombre que se  equipa en Alcampo. Claro, que el otro día contaban que lo habían visto con su chica cenando en un restaurante de muchos posibles para el sueldo de un profesor universitario. Bueno, el muchacho debe tener su colchoncito hecho, si es verdad lo que dicen en Venezuela que los consejos de Podemos son los más caros del planeta. Y ya saben que quien guarda, halla.  Halla y se pone las botas. Y eso que ahora sólo es aspirante a presidente. Si le damos alas el 26 de junio lo vemos yendo y viniendo en Concorde y adiós Alcampo.

Como adiós al dinero se dice cuando alguna de nosotras deposita su bolso en el suelo. Eso debe ser para las plebeyas, porque la reina Isabel II de Inglaterra utiliza ese lenguaje no verbal para indicar  a su cohorte que en cinco minutos se esfuma, se abre, se pira. Antes se utilizaba el abanico para timarse con el galán de turno e incluso el lenguaje de los lunares postizos hizo estragos en las Cortes.  Todo cambia, nada permanece. Habrá que averiguar si cuando la reina de España no se calza el abrigo o la gabardina es que está emitiendo un mensaje a sus edecanes. Todo se andará.

El que ya ha llegado a la meta andando con zapato plano, porque los tacones los deja para doña Letizia, es Jaime Peñafiel, el inefable. Acaba de publicar el libro que todas deseamos leer: “Isabel Preysler. La amante de sus maridos”. El truco  de la “reina de corazones” para conquistar a los hombres. Hombres todos de postín, porque ninguno ha ido al himeneo descalzo, que se sepa. Y los ha tenido de todos los tipos, edades y colores: de la farándula, de la nobleza, de la política, de la intelectualidad.  Eso sí que es un buen popurrí, señoras. Y encima ella siempre en un punto… Con lo que dice Internet que estresa un marido.