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Remiendos en Jaén y Almería

El Sismógrafo/ Pepe Fernández.- Ahí les tienen, sin cortarse un pelo, sin una pizca de vergüenza política, dispuestos a encaramarse nuevamente en un cartel electoral y, si te he visto votante, no me acuerdo.

Me refiero a esos políticos que, hace solo unos meses, se nos presentaban como el mejor alcalde que pudiese tener la ciudad, encabezando lógicamente la lista de su partido. Recuérdese que siempre se habló de la importancia de la figura política del alcalde, cargo eminentemente popular donde los haya. Especialmente en las filas del PP donde, a la vista de lo que está sucediendo, empiezan a pagar cara la maniática costumbre de Arenas de no promocionar durante años la cantera del partido. Hizo justo lo contrario, apostar por personas sumisas al mando, independientemente de sus capacidades y conocimientos. Pues no, parece que no hay recambios por lo que se ve para la docena y media de  miembros que integran la nomenklatura popular en Andalucía heredada del arenismo.

El alcalde de Jaén, por ejemplo, Fernández de Moya, es uno de los que ya ha cogido el petate y no para de correr, dimitiendo de alcalde, cargo para el que ha sido reelegido hace solo unos meses, y se dispone  a calentar la silla en el Congreso que deja el histórico Gabino Puche. Mejor eso que lidiar con la roncha que la izquierda dejó en la corporación hace dos legislaturas o la Junta que no paga, que a alguien hay que echarle las culpas. Pero esperen, que hay algo más curioso en este caso. Ni siquiera van a poner a la número dos como alcaldesa, que en estos días ejercerá en funciones, no, finalmente colocan al cuarto de la lista y que es el actual responsable de Urbanismo, Francisco Javier Márquez. Todo como si la gente no tuviese memoria.

Lo mismo que ha sucedido en Almería, ciudad donde el esperpento de la política se ceba día sí, día también sobre ella. Allí se marcha Luis Rogelio Rodríguez-Comendador al Senado, el alcalde por el que antes del verano, peleó Ciudadanos para mantenerlo de alcalde, rompiendo in extremis un acuerdo con el PSOE. Le sucederá un tipo joven, buena pinta, dicen que vinculado al Opus, Ramón Fernández Pacheco Monterreal, el heredero que deja Luis Rogelio en el sillón de edil. (El próximo alcalde sabe que, una vez arriba, deberá cumplir su parte del trato. Despejarle el camino  a la alcaldía no ha sido fácil. Estaremos atentos.)

Estos cambios, estos trueques de última hora en las dos capitales afectadas en sus alcaldías -que luego está lo de Nieto en Córdoba- se hacen con una alegría pasmosa donde no se sabe muy bien en qué momento del vodevil empieza la tomadura de pelo del elector, simpatizante o militante del PP. Todo apunta a que desde el primer acto.

Pues nada, ahí les tienen, a votarles una vez más, y a seguir garantizando con ese voto sumiso y cautivo a unas siglas, la supervivencia de estructuras de gobierno  ni democráticas ni transparentes desde el punto de vista interno. En el PP hay mucha gente valiosa en los banquillos, esperando que se jubile la mediocridad que nunca logró el poder en 30 años. Y ahí siguen a la espera, a que se vayan con cuentagotas. Por lo que se ve Moreno Bonilla no acaba de enterarse que el traje que ha heredado tiene demasiados remiendos y ya no luce, para eso haría falta un buen sastre que el PP-A no tiene.

Pepe Fernández.
Editor.

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