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Tampoco pido tanto…

Clara Guzman
Clara Guzmán

-Así que me fui al Corte Inglés a comprarme la mesa de la cocina. Ya sabes, tampoco pido tanto. La vi, me entró por los ojos y dije, ésta. Un tablero de madera y cuatro patas estilo minimal; o sea, menos mal que no es barroca porque luego cuesta la misma vida limpiarla. Niña, 99 euros, que sicológicamente te invita a comprarla más que si costara 100, que lo he leído yo en el Falsebú. Sí, mujer, en las cosas que cuelga la gente en sus particulares muros de las lamentaciones.
-Entonces te la compraste, ¿no?
– ¿Me la compré? Saca el móvil y busca la calculadora. Me dijo el dependiente que a ese precio había que añadirle 9 euros por llevarla a casa y 27 por montarla. Niña, por montar un tablero y cuatro patas ni que fueran las setas de la Encarnación. Pero agárrate que vienen curvas, si te equivocas midiendo, bien porque eres de letras y los números para los sudokus de tu marido o porque las mujeres siempre decimos si es una mijita más no importa, se empuja un poco por aquí y otro por allí y entra y tienen que llevársela de vuelta, te cobran 20 euros por el error.
– ¿Por el error 20 euros? O sea que en este caso el tamaño sí que importa. ¿Estás segura que fuiste al Corte Inglés?
– Chiquilla, al de Nervión que me pilla cerca de casa.
– Pues entonces debe ser cosa del Brechi (Brexit) ése.
– ¿Del Brechi?
– Sí, mujer, como es inglés, Corte Inglés, y los ingleses no quieren estar en Europa… Hombre, muy normal no es, niña, porque pagar por una equivocación, eso de cuando aquí en España…
– Eso le dije al dependiente, un muchacho muy bien presentado, que yo creo que debía ser de esos que tienen carrera y cuatro master y sirven copas por las noches y que en esta ocasión se ha colocado allí de sustituto del sustituto. Le solté la retahíla esa de que antes no pasaba eso, de que las cortinas que me compré en el 98, que si una viene aquí con la intención de hacer patria, de comprar en las empresas autóctonas, que si patín y patán, tú sabes. Y me contestó: “Señora, ya nada es como antes”.
– Niña, qué filósofo, a ver si en el Corte Inglés se está cociendo un discípulo de Emilio Lledó, mi paisano de barrio. Anda que como tenga que esperar a coger casi el 9 para que el Ayuntamiento de Sevilla le reconozca los méritos…
– Claro que nada es como antes. Si lo sabremos los españoles, que estamos pasando un calvario con cuatro políticos que aspiran a abejas reinas y no pasan de zánganos. ¡Menuda colmena, niña! Si lo único que queremos es que formen gobierno. Tampoco pedimos tanto…
– Te veo muy literaria, pero, como decía mi madre, no se hizo la miel para la boca del asno.
– No quería ser tan cruda, pero por mí que sigan todos de vacaciones, que no se reúna el miércoles la pandilla pepera para ver si se “ajuntan” con el Rivera, y borrón y cuenta nueva.
– Por cierto, niña, ¿al final te compraste la mesa?
– ¿La mesa? No, me hice la sueca y me fui a Ikea. Tampoco pido tanto…