Chafarrinones institucionales de ayer y de hoy
Una duda existencial tengo ante la negativa del nuevo monarca en aceptar dádivas ostentosas.
En el año 2007, según contó la prensa, ocurrieron deslealtades hacia el Ejército de Tierra por unos supuestos saqueadores al dejar la integridad institucional agrietada ante la opinión pública. Dos coroneles, un par de comandantes, un capitán y un subteniente sitos en la Residencia San Hermenegildo se habían apropiado, también supuestamente, de unos trescientos mil euros más algunos apetitosos regalitos por parte de los proveedores. Las víctimas en el mal comer, claro, fueron los alumnos. Una mención merecen los suministradores, buenos psicólogos populares sabedores de las debilidades humanas. Desconozco el desenlace del asunto.
Al tener acumuladas experiencias a lo largo de mi vida, no me causó un especial asombro. Recordé aquel fatídico 1961, el de las inundaciones, el desborde del Tamarguillo con la Operación Clavel y la caída de la avioneta. En aquellas fechas hacía mi voluntariado servicio militar en el cuartel de Tablada resultándome sorprendente el comentario diario entre la tropa después del desayuno: «Oye, ¿cómo se llama el capitán de cocina?». Era fundamental para saber de antemano la calidad y cantidad de la comida, cargo sospechosamente anhelado por algunos mandos. De tal guisa y guiso muchos soldaditos pudientes programaban visitar al dicharachero concesionario de la cantina para comer adecuadamente.
Recordé aquel fatídico 1961, el de las inundaciones, el desborde del Tamarguillo con la Operación Clavel y la caída de la avioneta.
Mi pase por Tablada animaba visitas al psiquíatra porque las alucinaciones me llegaban volando, no como aquellos vetustos aviones de olor a nazi, algunos con el tren de aterrizaje entablillado con trenzados de alambres. Dije alucinación porque sobrepasaban mi capacidad perceptiva ¿cómo podía ser vozpópuli y los altos mandos lo ignorasen? O estaban en otros asuntos; o ─aun resistiéndome a pensar mal─, también involucrados en otros turbios vuelos. Y siguen aquellos sucedidos como un dilema sin resolver, situación kafkiana de muy difícil comprensión, más en aquella mi idealista juventud.
Supe de otras componendas con relación a la golosa gasolina o al tabaquillo rubio de ‘pata negra’ llegado por los aires, o las docenas de huevos y cántaras de leche a bordo de una moto, salidos de la granja para las boquitas abiertas de los churumbeles del brigada…, más otros baldones impropios de la ética marcial. En nuestro suelo patriótico, dado el envolvente percal, quedaron al paso triste del tiempo otras muchas tramitas de corrupción, algunas llamativamente escandalosas, enaltecidas por la inevitable comparación y provocadoras de socarronas sonrisas.
Años después de licenciarme experimenté la satisfacción de conocer a dos oficiales pilotos, probadores de los aviones reparados, gran valor el suyo por la penuria de recursos. Compartí mis diatribas antes citadas y, conocedores de los amaños, rebosaron indignación. Su integridad y amor al ejército resultaban patentes.
Supe de otras componendas con relación a la golosa gasolina o al tabaquillo rubio de ‘pata negra’ llegado por los aires, o las docenas de huevos y cántaras de leche a bordo de una moto, salidos de la granja para las boquitas abiertas de los churumbeles del brigada…
Podrían decirme con bastante razón: «Oiga, no se ofusque, mire un poco hacia arriba y avive el seso donde reside el pensar. Si su Majestad aceptó un yate de incalculable precio de unos empresarios y siguió admitiendo en los sótanos de la Zarzuela cochazos de postín para incrementar ―dicen― el patrimonio nacional, regalos supuestamente anclados a favores, ¿faltas graves las por usted descritas, incluido algún jamoncito para eludir alguna guardia en aquellas garitas tristes y solas al relente del cercano Guadalquivir…?».
Pasaron primaveras y algo cambió. Una duda existencial tengo ante la negativa del nuevo monarca en aceptar dádivas ostentosas, creo: ¿Será por un convencimiento fruto de una ética cultivada o temor ante la presión de una ciudadanía reflejada en una prensa crítica y lógica?