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A tiro de una semana del 28-M

El resultado de los comicios será valorado en términos de victoria por los propios y de derrota por los ajenos.

 

La campaña para las autonómicas y municipales se recrudece. Sánchez sigue huyendo de la calle porque allí se le abuchea. Por ello, se encapsula en mítines donde se siente más protegido y con todo controlado de antemano. De esta forma hace descansar el peso de su propaganda electoral en la difusión  de sus palabras por sus múltiples y bien amamantados terminales mediáticos. Así como por “Sor Sourire”, ex alcaldesa de Puertollano ―que ni es puerto ni es llano―,  en las grotescas ruedas de prensa posteriores a las reuniones semanales del consejo de ministros donde, supuestamente, se discute y aprueba lo que, previamente Sánchez haya aprobado y adelantado en su actividad mitinera.       

Cada día que pasa, los comicios del 28-M van adquiriendo tintes nacionales. O, en otras palabras, son percibidos como plebiscitarios. De ahí que Sánchez, aunque no sea muy bienvenido en los lugares adonde se desplaza para mitinear, se esfuerce en una campaña muy personal tratando, por un lado, de impulsar la movilización de los electores en favor del sanchismo y, por el otro, de impedir que los comicios en ciernes deriven en una suerte de movilización anti-Sánchez. El gran peligro para soslayar, especialmente tras la cínica y brutal acción de Bildu ―amiguito del alma del sanchismo―, incluyendo a 44 de sus etarras en las listas electorales, es que Sánchez salga muy tocado del 28-M y, consecuentemente, que ello no le permita alargar su planeo hasta las generales de fin de año, con algunas perspectivas de revalidar en la Moncloa.    

Feijóo, por su parte, a pesar de tener el viento a favor por el general hastío que suscita el sanchismo,  no acaba de elevar claramente su vuelo. El gallego no parece disponer de un buen equipo de campaña tanto cualitativa como cuantitativamente. Eso, junto con sus visibles discrepancias con Ayuso (que sí goza de un excelente equipo), poco favorecen las expectativas de obtener una victoria clara para el líder popular nacional. Lo que significaría un engordamiento de la bolsa de votos de Vox en toda España. Claro que lo difícil es definir y fijar, previamente al 28-M, qué sería una victoria y qué una derrota.  En todo caso, el resultado de los comicios será valorado en términos de victoria por los propios y de derrota por los ajenos. Los que salgan más descuajeringados de los comicios vocearán que estas elecciones eran locales y que nada tienen que ver con las generales de final de año. Al tiempo.