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Alaya, la justicia no es igual para todos

Otra paletada más a la sepultura del ingenuo Montesquieu.

Leí la muy extensa entrevista a la juez Alaya del pasado 21.05.18 con alternativos ataques de hipoxia. Creía a mi perdida inocencia vacuna para el asombro pero, otra vez, anoto mi fallo en el libro de los errores. Asegura la juez la grave enfermedad de la independencia judicial, siendo el baluarte principal del Estado Social y democrático de Derecho, la garantía de la libertad de los ciudadanos y de los derechos fundamentales. ¡Ahí queda eso!

No trato de reproducir, solo manifestar como ciudadanito militante mis inquietudes. Circula por doquier, años ha, la afirmación: «La justicia es un cachondeo», rubricada por el letrado don Pedro Pacheco, entonces rasgadura de togas por el estamento implicado. Casos paradigmáticos encendió el clamor ciudadano: «A esos personajes no los meten en la cárcel ni por casualidad…».

 

Sigue la entrevista a la señora Alaya navegando por cascadas de denuncias, técnicas en muchos aspectos, pero clarificadoras de una situación lamentable, indefensión al desplomarse la poca confianza de muchos, cualidad indispensable para la convivencia y necesaria hasta en los fríos sistemas monetarios.

 

«Se han introducido el poder político y los partidos políticos dentro de los procedimientos judiciales porque esos altos órganos jurisdiccionales intervienen en los procedimientos, creando cuanto menos una apariencia de falta de independencia judicial. El Consejo General del Poder Judicial, está absolutamente politizado, y a través del Ministerio Fiscal, dependiendo directamente del Gobierno porque éste nombra al Fiscal General del Estado». Otra paletada más a la sepultura del ingenuo Montesquieu.

Continúa: «Soy una firme defensora de la acción popular para la intervención de los ciudadanos en esos procesos. La justicia no es igual para todos. Si la reforma judicial permite a los fiscales instruir las causas, en lugar de hacerlo un juez dependiendo del Fiscal General del Estado y, por tanto, del Gobierno,  tendríamos la tormenta perfecta ».

Lanza: «Estaba convencida de seguir en el Juzgado de Instrucción 6. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando me di cuenta del burdo engaño porque tanto los vocales del PP como los del PSOE en el CGPJ votaron unánimemente, con el informe favorable del TSJA, para no seguir con la investigación de dichos procedimientos! La causa real de la denegación de la comisión de servicios fue, desde mi punto de vista, el miedo a seguir investigando el caso de los cursos de formación porque habíamos visto ya cosas asombrosas. Porque había un acuerdo político evidente consistente en mantener fuerte al PSOE en Andalucía y, a cambio, dejar al PP en el resto de sus comunidades autónomas. ».

 

De verdad, no entiendo casi nada. Si vio asuntos nauseabundos, ¿cómo los ocultó y siguen tras compactos muros? ¿acaso carece de pruebas?

 

En cualquier caso, lo insinuado da paso a la imaginación y nos sitúa en el escenario del camorrismo italiano, nada de extrañar dadas las semejanzas idiosincráticas.

Termina enfilando al señor Guerra y a la señora Díaz por presionarla (¿tal vez coaccionándola?). Asunto muy feo y propicio al tormenteo si viviéramos en la racionalidad, pero mucho temo termine en pataleos o en archipiélagos Gulaps de naturaleza esotérica. Lo cierto es la necesidad de embridar, tal  final de los caballos salvajes de los marismeños, por fin tranquilos después de tanto gentío paroxístico.

Ayer nos desayunamos con una huelga de jueces y fiscales y con el normal postre de una nueva detención por corrupción peperiana: el pulcro señor Zaplana. Cuando termine el presente desahogo solicitaré una plaza en eso llamado ‘supervivientes’. Lo malo sería el efecto mimético y la saturación de la isla por los huidos del mundanal mundo.