The news is by your side.

Bicefalia deplorable

A este paso, iremos o a una próxima reestructuración gubernamental, o a una masiva protesta en la calle (CV-19 mediante), o a las urnas antes del verano del 2021.

 

El dueto de matachines Sanchez-Iglesias es lo más exótico de la política española. Ambos confunden lo que debería ser un gobierno de coalición de dos, con la coalición de dos gobiernos. El resultado es una deplorable bicefalia ejecutiva de dos sujetos a los que España parece importarles un rábano. Viajamos en un autobús con dos conductores simultáneos que, lógicamente, acabarán estrellando el vehículo. Lo peor del tortazo será que los viajeros, que somos los demás, también nos estamparemos.

Desde Esquilache, no ha habido una gobernanza que haya generado tantos chirridos superpuestos como la actual. El “bigobierno” hace agua por todos lados. Por la gestión de la pandemia del CV-19. Por sus negociaciones con Bildu hasta “sumarla a “la dirección del Estado” (Iglesias dixit). Por el ninguneo del español (ley de educación). Por el blanqueo descarado de filoetarras. Por las contradicciones de la acción exterior (Bolivia-Marruecos-Sahara). Por el caos en la gestión de la crisis migratoria en Canarias. Y un largo etcétera de despropósitos.

No obstante, hay que reconocer que, entre tanta barahúnda, afloran dos verdades proclamadas durante la campaña electoral. La de Sánchez consistió  en afirmar que no podría dormir con Iglesias en el Gobierno. La de Iglesias fue condicionar su apoyo a la investidura de Sánchez, a su entrada en el Gobierno con carteras en proporción al número de escaños. Y esa disparatada antítesis fue precisamente la base de un desatinado e hiperinflado Gobierno de, “de facto”, 2 presidentes y 21 ministros.

En el éter, queda el desesperado grito del presidente socialista de CLM, García-Page: “Podemos nos marca la agenda”. O el estéril gimoteo de la ministra de defensa, Margarita Robles, el pasado viernes en TVE1, acusando a Podemos de “estar en el gobierno y la oposición”. Preguntado sobre tanto desorden, un lúcido consejero de gobierno autonómico socialista me responde: “Sánchez acabará cayendo, pero no sé qué quedará del PSOE (y, por tanto, del proyecto de España) cuando esto pase”. La portavoz del partido en el Congreso, la indocumentada Adriana Lastra, remata a mano: “somos una nueva generación a la que toca dirigir el país y la dirección del PSOE”. Todo un poema.

El monstruo bicéfalo está fagocitándose. Por su lado, Iglesias, de acreditada toxicidad, atiza el fuego cruzado entre los dos gobiernos y, con buen instinto, trata de acelerar el engrosamiento de su bolsa de votos; y, tal vez, de la otra. Por el suyo, Sánchez se atarea prioritariamente en su promoción personal, así como se muestra incapaz de parar el bochinche tanto en el Gobierno como en su propio partido. Qué desastre para España. A este paso, iremos o a una próxima reestructuración gubernamental, o a una masiva protesta en la calle (CV-19 mediante), o a las urnas antes del verano del 2021. Posiblemente, a las tres. Una tras otra.