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Cuentan de un sabio que un día…

Lo peor de todo este tinglado es la inutilidad que supone el despilfarro de cientos de millones de euros para no solucionar nada.

…tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. ¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo? Y cuando el rostro volvió halló la respuesta, viendo, que otro sabio iba cogiendo las hierbas que él arrojó.” Es un conocido fragmento de “La vida es sueño” de don Pedro Calderón de la Barca, que me viene al pelo para definir el mundo en el que vivimos los llamados paises ricos que siempre estamos dispuestos a poner solución a los problemas que nosotros mismos hemos creado para explotar al tercer mundo, cuya único objetivo es sobrevivir el día a día por un mísero plato de arroz. Y me viene al pelo porque estos días se está representando en Madrid un bodevil que en nada tiene que envidiar a los autos sacramentales del autor medrileño del Siglo de Oro o, mejor aún, a las comedias bufas. La denominada Cumbre del Clima es una parodia digna de figurar entre los mejores esperpentos de Valle Inclán.

 

Miles de representantes de más de un centenar de paises se reunen en la capital de España para analizar el futuro de nuestro planeta y tratar de poner coto a la trágica contaminación que amenaza con mandar al carajo la vida tal y como la hemos vivido hasta ahora. El cambio climático, los gases invernadero, la capa de ozono, la proliferación de milllones de toneladas de plásticos en los océanos, las emisiones contaminantes del CO2…la basura nos come y los mismos que nos obligaron a comprar bolsas de plástico o a adquirir coches de gasolina o diesel, a viajar en sus aviones de bajo costo, se echan ahora las manos a la cabeza por el desastre que están provocando y les urge reciclarnos y cambiar el plástico por papel o madera (después vendrá el fantasma de la desforestación del Amazonas, claro), cambio que a ellos les supondrá también pingües beneficios, por supuesto.

 

Que conste que no soy de los que anatemizan a los trágicos gurús del cambio climático que anticipan una hecatombe global en el plazo de cincuenta años. Sé positivamente que existen estudios científicos que avalan el negro panorama que amenaza a la Tierra si los varios miles de millones de sus pobladores humanos no asumimos que la superpoblación y las diveras actividades económicas (desde la agricultura intensiva a la industria pasando por la minería o los transportes) van a acabar con este paraiso azul del sistema solar. “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…” decía el replicante de Blade Runner antes de morir. Y puede que ese escenario infernal de la película de Ridley Scott no esté tan alejado si todos continuamos desolando el planeta a marchas forzadas. Pero como decía Asterix, “puede que el cielo se nos caiga sobre nuestras cabezas, pero no tiene por qué ser hoy”. Vamos que yo espero retirarme de la faz del planeta sin que éste se vaya al cuerno.

 

Con todo, el paripé de la reunión cumbre de Madrid (ya llevan veinticinco y no ha solucionado practicamente nada) da demasiado cante cuando a la mísma no asisten los dirigentes de los paises paises más contaminantes de la Tierra, a saber, Estados Unidos, China, India o Brasil por pener algunos significativos ejemplos. Eso sí, estará presente, con todo su glamour la niña sueca repelente que amenaza con convertirse en la Shirley Temple de ecologismo militante. ¡Vive Dios, qué coñazo de criatura! Con sus desplazamientos en catamarán, bicicleta, burro o patinete para no contaminar, es como para quedar con ella a una de la innumerables comidas navideñas que estos días nos abruman. Quedas para almorzar y te dan las tantas de la noche esperándola para comerte unas lechugas y unos tomates ecológicos. ¡Qué pena de hija! Siempre cabreada con la humanidad y abominando del Primer Mundo en el que ha nacido. Ahí es donde pega el poema de Calderón con el que empezaba este artículo, si la tal Greta Thunberg, hubiese nacido en la India, en Guatemala o en el Congo, el lugar de Suecia, seguro, seguro que a estas horas estaría buscándose sustento para vivir. Y sus padres, otro tanto. Vamos, lo del sabio que se creía el más pobre del mundo.

 

Lo peor de todo este tinglado es la inutilidad que supone el despilfarro de cientos de millones de euros para no solucionar nada. Porque apostaría lo que fuera que el Perito Moreno se va a seguir derritiendo, que los osos polares no van a tener donde cazar focas y que Trump y compañía van a continuar contaminando por más declaraciones de buenas intenciones que salgan de la cumbre de Madrid. Eso sí, a nuestro presidente en funciones, Pedro Sánchez, le va a venir la cumbre como agua de mayo para relanzar su imagen de estadista mundial preocupado por el cambio climático, aunque nos siga subiendo la luz a los españoles a precios de Navidad y se la traiga al fresco que estemos a las puertas de otra grave crisis económica. Él va a lo que va. A seguir en su colchón de la Moncloa el máximo tiempo posible aunque el planeta de hunda en la miseria, Como decía el clásico del Gran Hermano, “para chulo, chulo, mi pirulo”. Que ustedes sufran con resignación la pléyade de comidas navideñas que se le avecinan y la temida compra de regalos para familiares y amigos. Qué quieren que les diga, ¡Que les sea lo más leve posible!