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Cultura y multitud

“¿No está condenada toda civilización de caer apenas comienza a penetrar entre las masas?”.

“Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”

                                                                                                         Beltrán Russell

 

En la novela de Thomas Mann “Carlota en Weimar” escrita en 1939, durante su destierro voluntario huyendo de la Alemania dominada por Hitler, el tema gira alrededor de la elevada cultura espiritual de la época de Goethe y la barbarie del nazismo. Al mismo tiempo que resulta ser un severo ensayo donde Mann aprovechando este encuentro histórico como es la visita al anciano Goethe de la heroína de su revolucionaria novela “Las cuitas del joven Werther”; desde la cúspide de la gloria, adorado y contradictorio, somete a juicio al genio alemán -un anciano que siente como nada ser inmortal-, a la más rigurosa discusión sobre su obra.

          En esta ficción, antes del encuentro con Carlota su joven musa, Mann nos introduce en un monólogo donde el personaje de Goethe, habla en voz alta aparentemente para alguien, pero en verdad lo hace para sí  mismo, y en este soliloquio sobre cultura dice: “Multitud y cultura son cosas que no riman”, la frase es toda una meditación si tenemos en cuenta en la fecha en que está escrita la novela y el horror que se prepara a vivir Europa provocado por un demente, que precisamente emerge cuando Alemania está viviendo un impresionante fenómeno cultural de altura. Y es interesante señalar que trece años antes, en 1926, el historiador ruso M. Rostovtseff en su gran obra “Historia social y económica del Imperio romano” en la reflexión final sobre la sociedad se pregunta: “¿No está condenada toda civilización de caer apenas comienza a penetrar entre las masas?”.

          Tenemos otro libro de ficción que precisamente estoy releyendo en estos días con idéntico entusiasmo a anterior lectura. Me refiero a “La muerte de Virgilio” el creador de la Eneida, el autor de esta interesante novela es Herrmann Broch, judío vienés, que con observación y criterio semejante al de Thomas Mann y tantos  otros escritores y artistas de lengua alemana, tuvieron que escapar del terror nazi y la barbarie. Muchos críticos sitúan esta novela como una obra maestra de nuestro siglo XX, pero sin embargo nunca sus valores rimarán con multitud. La narración trata de las últimas horas de vida del autor de la Eneida que presiente que es la hora en que Caronte arribe a la orilla de su vida para llevarlo al Limbo, por lo que decide con firmeza destruir la Eneida. Acto que utiliza Broch a modo de interrogante sobre un pueblo culto, el alemán, y la locura del nacionalsocialismo.

          Repaso estas tres importantes obras de la literatura universal, cuando como todos los años al cercarse las Navidades suelen llamarme para preguntar qué libros recomiendo como regalo para las fiestas de finales de año. De estos tres títulos ninguno es una novedad comercial, nada de superventas, qué tontería, tampoco son unos pasatiempos para echar el rato, son lecturas nada fáciles, pero sí absorbentes. No se los recomiendo a cualquiera, existen otros escritores que son más amenos y distraídos, y una legión estándar que ofrece la “mejor” literatura para el enlentecimiento, oferta y demanda de una sociedad donde, aunque multitud no rima con cultura, bien es verdad que la mediocridad es lo suficientemente atrevida hasta alcanzar alturas increíbles y por lo tanto poder colar gato por liebre en una sociedad de consumo algo que no le resulta difícil. Esta es la “cultura correcta” que se suministra junto a esa otra puramente comercial donde todo es puro escaparate de cara a la galería.