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De fuegos artificiales, bodas y bautizos

La mascarada llega acompañada de una certidumbre: que independientemente de lo que diga o deje de decir don Ramón, éste no será investido como presidente.

 

Encaramos una  semana muy especial, navegando en lo que podría ser un mar de enormes problemas económicos y de imprevisibles crisis bancarias. Éstas empezaron con la quiebra del banco norteamericano Silicon Valley y, por efecto dominó, están afectando también a Europa (ya son 50.000 millones de euros los perdidos en capitalización bursátil). 

En tan inquietante y turbulento escenario económico, la política española va a estar absorbida por el disparate de una moción de censura contra el presidente del Gobierno, presentada por Vox, y que Meritxell Batet, pasante de Sánchez en el congreso de los diputados, ha fijado debatirla los días 21 y 22 de este mes. Tal moción ha de dar muchas sorpresas en su desarrollo, que vendrán de la actuación de un candidato a la presidencia del gobierno, Ramón Tamames, que, al no estar sometido a disciplina alguna de partido, podrá salir―y, me temo, saldrá―, por los cerros de Úbeda. Bien que la mascarada venga acompañada de una certidumbre: que independientemente de lo que diga o deje de decir don Ramón, éste no será investido como presidente del gobierno. Y, además, apuesto porque el frustrado candidato saldrá muy ufano de la chirigota. Más difícil es vaticinar con qué cara abandonarán el hemiciclo los promotores de la moción. 

Pero, mira por dónde, se da la “casualidad” de que en esas mismas fechas  también esta programada la visita a España de una delegación del parlamento europeo que, en el cosmos de “Pegasus”, vendrá a investigar los ciberataques a miembros del Gobierno, así como el espionaje a algunos “notables” del independentismo catalán. Por tanto, me temo que el solape de los dos eventos ha de traducirse en que los europarlamentarios, que pretendían reunirse con primeros espadas españoles, tengan que hacerlo con los de segundo nivel. Al parecer, no está previsto que les reciba ni el presidente del Gobierno, Sánchez, ni Batet, ni la ministra de defensa, Robles, ni el de interior, Grande-Marlasca. En todo caso, va siendo demasiado recurrente y cansino que diferentes delegaciones de europarlamentarios se desplacen a nuestro país para investigar, sobre el terreno, esto o aquello. ¿Por qué será? ¿Acaso no se fían de nosotros? 

En fin, parece que entramos en un periodo de tres semanas de fuegos artificiales, bodas y bautizos, que, tras la Semana Santa,  nos situarán, a pelo, en un túnel de siete semanas de campaña a cara de perro, hasta postrarnos a los pies de las urnas municipales y autonómicas. De éstas resultará, según el CIS de Tezanos, más de lo mismo de lo que ahora ”gozamos”. Pues qué aburrimiento…