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De los estudios paulinos de Irene Montero

Analizando el suceso, se puede concluir que en la mención de doña Carla no hubo, en mi modesta opinión, ni mentira ni falsedad.

 

En castellano antiguo, se empleaba la locución “Sostenella y no enmendalla” para describir el empeño de alguien en no rectificar una acción que sabe errada. Actitud muy española incluida en la decisión sanchista de no retocar la ley del “Solo sí es sí”, que entró en vigor el pasado 7 de octubre. Y eso que, en tan poco tiempo de aplicación, ya son alrededor de una decena los delincuentes sexuales excarcelados, y tres veces más los que se han beneficiado de una reducción de condena por similares crímenes. Y esto no ha hecho más que empezar.

Hete aquí que, en tal escenario, una diputada de la oposición, Carla Toscano (VOX), tuvo la osadía  de señalar, en sede parlamentaria, que Irene Montero, ministra de igualdad y mascarón de proa del disparate legal, “solo había estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”.  Y la que es o fuera compañera sentimental de don Pablo, se revolvió, entre pucheros y lágrimas de cocodrilo, contra doña Carla y contra todo lo que se mueve a su derecha tildándoles de fascistas, violentos políticos y qué sé yo más.

Analizando el suceso, se puede concluir que en la mención de doña Carla no hubo, en mi modesta opinión, ni mentira ni falsedad. Consecuentemente, la materia, per se, no resulta particularmente desacertada. Porque es vox populi que doña Irene fue consagrada ministra no precisamente por su laudable currículo profesional sino, más bien, gracias al dedo (sin segundas) de don Pablo.

Pero sí se dio un doble error en la mención. Tanto por razón del lugar como por su oportunidad.  Por el lugar, en el congreso de los diputados, el error fue quebrantar el tabú político ―eso me lo enseñó, hace muchos años, ese gran sociólogo y mejor persona que fue Pedro Arriola (Q.E.P.D.), de nunca referirse en los debates a los asuntillos de cintura para abajo. “Precepto” que, en realidad, no es más que un sutil mecanismo de autodefensa de los parlamentarios, que de todo hay en la viña del Señor. Y el error de oportunidad, monumental, fue referirse al tema de los estudios paulinos de la ministra, precisamente cuando crecía la indignación contra ella en nuestra sociedad, por el goteo de  beneficios penitenciarios a los delincuentes sexuales. Con ello, doña Carla brindó a doña Irene la ocasión para que ésta, cogiendo el rábano por las hojas, invirtiera la prueba.  Es decir, que pasara de ser objetivo “culposo” y primigenio por las nefastas consecuencias del “Solo sí es sí”, a aparecer en los medios como víctima propiciatoria de una agresión tan “machista” como “fascista”. Y es que, como decía Nietzsche, “frente a la estupidez humana, hasta los propios dioses son impotentes”.

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