The news is by your side.

Deslomarse en el gris

En la democracia a la española las cosas nunca resultan ni fáciles ni plenamente garantizables.

 

Mientras la violencia callejera sigue creciendo en Barcelona, como paradigmática muestra del desgobierno de los separatistas, el juego político nacional está enfrascado en una supuesta normalización. Al menos esa es la primera impresión del acuerdo parlamentario entre PSOE y PP que permitió, el jueves pasado, en el congreso de los diputados, pactar el nuevo consejo de administración de RTVE. Muchos piensan que, inmediatamente, caerán en cascada las renovaciones de otros organismos e instituciones de singular importancia: Consejo General del Poder Judicial (CGPJ); Tribunal Constitucional; Tribunal de Cuentas y Defensor del Pueblo. 

Pero en la democracia a la española las cosas nunca resultan ni fáciles ni plenamente garantizables. La dinámica normalizadora parece agotada nada más echar a andar, y el primer paso no ha sido seguido por un segundo. La renovación del CGPJ, que se había vendido como inminente, se halla estancada.  Los podemitas, habiendo catado las mieles del poder, no van ni a entregar paladinamente el testigo, ni a renunciar gratuitamente a la abultada nómina mensual del dúo Pablo-Irene (entre otros). Por ello, en un intento de sabotear cualquier esperanza de negociación o concordia entre PSOE y PP, pretenden colar en el órgano de gobierno de los jueces lo que son dos  rayas rojas populares, con nombre y apellido: José R. de Prada (pieza clave en la sentencia del caso Gürtel), y la podemita Victoria Rosell. Y, mientras las posiciones no cambien, especialmente la propuesta de De Prada, el potencial acuerdo PSOE-PP para la renovación del CGPJ aparecerá como inalcanzable.  

Pero hay que recuperar impulso para poder superar nuestra única certidumbre: la incertidumbre, que hace inasequible la normalización. Por ello, uno se pregunta por qué Sánchez traga diariamente los sapos podemitas si, con presupuestos aprobados para 2021, podría, sin aquéllos, alargarse en el poder hasta finales de 2022. O por qué hay que incluir podemitas en el CGPJ cuando Vox, que siendo el tercer partido en la cámara baja, tras PSOE y PP, ni tan siquiera puede aspirar a insertar en el Consejo a alguno de los suyos. 

Hay que sacar el país adelante, cuando parece existir acuerdo general en que vienen tiempos todavía peores. Y ya se sabe que las decisiones no las toman tanto las personas como los tiempos. En ese marco teórico, resulta fundamental elegir bien el momento en que las decisiones multipliquen sus efectos. El momento oportuno para que tanto Sánchez como Casado apechuguen con sus respectivas responsabilidades, identificando un espacio común para el acuerdo y desechando decisiones maniqueas que, en democracia, no tienen mayor recorrido. Porque la política, exceptuando algún punto esencial e irrenunciable, no es acromática. Las cosas no son ni totalmente blancas ni plenamente negras. Para construir y avanzar, en suma, para  normalizar es preciso moverse en la combinación de ambas. Hay que deslomarse en el gris.