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El aguante del papel

También es difícil entender por qué Ceuta y Melilla (que están a relativo “tiro de piedra” de la Península), tendrían que depender de un Mando tan alejado (en términos geográficos), situado en el archipiélago canario.

 

En Sevilla, el 7 de noviembre de 2006, se ofició, en el edificio de Capitanía General, el acto que culminaba una profunda racionalización de la Fuerza del Ejército de Tierra (ET). Una reestructuración por la que las unidades de combate y de apoyos de combate, que hasta entonces se repartían entre la Fuerza de Maniobra (CG en Valencia), y la llamada “impropiamente” Fuerza Terrestre (CG en Sevilla), se concentraron bajo un mando único: la nueva Fuerza Terrestre (FUTER), con CG en Sevilla. Solamente las unidades de Canarias siguieron encuadradas bajo el Mando de Canarias (CG en Tenerife), en base a la especificidad del archipiélago y su gran distancia a la Península.

Años después, sin afectar mayormente a la cadena de mando del GEFUTER, se abordaron nuevas transformaciones orgánicas por las que aparecieron las llamadas “brigadas orgánicas polivalentes”, con capacidades similares entre ellas. Estas originales estructuras se vendieron en base a una supuesta ventaja de facilitar las rotaciones de las operaciones en el exterior (las llamadas misiones de paz). Algo difícilmente digerible en tiempos de especialización y, significativamente, cuando la escasez de recursos (especialmente económicos) ahogaba al ET.

 

Pero esa “orgánica polivalente” no parece haber aportado mucho al ET más allá de cambios de nombres y, en algunos casos, de ubicaciones geográficas.

 

Por mero ejemplo, el regimiento de infantería de San Sebastián, sin moverse, se integró en la brigada que se acuartela en Badajoz. O, también por ejemplo ―me comenta algo desazonado un general de Caballería―, un regimiento ligero ¡acorazado! mutó en paracaidista. Esos cambios ―me temo―, no fueron consecuencia de necesidades orgánicas ni operativas sino, tal vez, del intento de escapar a potenciales reducciones del inventario de unidades. El papel lo aguanta todo.

Por otra parte, en el nivel operacional de la estructura operativa de las FAS, y directamente subordinados al JEMAD, son de reciente creación: el Mando de Vigilancia y Seguridad Marítima; el Mando de Defensa y Operaciones Aéreas; y el Mando Conjunto de Ciberdefensa. Mandos que, salvo error u omisión, obtienen financiación de los fondos de contingencia (partidas acabadas en 8, conocidas como “el 228”). El ET, sin embargo, no tiene acceso a tales fondos para sostener sus operaciones permanentes. Se debate entre el fuego externo de las misiones en el exterior, sufridas pero vistosas y adecuadamente dotadas, y el fuego interno de una penuria económica tremenda que, por mero ejemplo, hace que el mantenimiento de más del 40% de las tres flotas terrestres (ruedas, cadenas y rotores) esté en precario, con los stocks de piezas de repuesto agotados.

 

Ahora se habla de la potencial creación de un Mando de Presencia y Vigilancia Terrestre (MPVT). Algo que así, de sopetón, suena a añejo y recuerda aquella obsoleta estrategia del eje Baleares-Estrecho-Canarias.

 

Porque, al parecer, se integrarían en el nuevo Mando el de Canarias, así como las Comandancias de Ceuta y Melilla (y más adelante, tal vez, la de Baleares). Una iniciativa que no parece ser una exigencia estratégica de primer orden. Aunque podría suponer un pequeño respiro para la financiación de las unidades implicadas, que ahora cuelga del Plan de Preparación.

Cosa distinta sería constituir el MPVT sobre el Mando de Canarias. Una ocurrencia muy diferente a los casos de la Armada y el EA, que han situado los Mandos de la estructura operativa, respectivamente en la Flota (ALFLOT) y el Mando de Combate (MACOM); es decir, en los equivalentes a la FUTER. Supondría asimismo debilitar a ésta, sustrayendo de su orgánica las dos comandancias generales del norte de África. Además del obvio problema logístico y de comunicaciones adicionales que se generaría. También es difícil entender por qué Ceuta y Melilla (que están a relativo “tiro de piedra” de la Península), tendrían que depender de un Mando tan alejado (en términos geográficos), situado en el archipiélago canario. “La situación es tan mala que, si no cambiamos, colapsamos; esto se cae”, oía decir recientemente a una muy cualificada voz de Defensa. ¿Pero eso justificaría, en su caso, un desenlace orgánico poco afortunado? No lo creo. Aquí ya no se trata solamente del aguante del papel…