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El CNI y el espiable Aragonés

Don Pere debería estar muy agradecido al CNI por haberle ascendido, en el escalafón separatista, al distinguido rango de “espiable”.

 

Cuando, hace una semana, me refería a la farra que se corrían los separatistas catalanes, con la disculpa de las supuestas escuchas del CNI, quedaba en el aire lo que podría suceder en los días siguientes, que se presumían movidos, debido a un menú de dos platos. El primero, el miércoles, con la comparecencia de la ministra de defensa, Margarita Robles, ante la comisión de defensa del congreso. Y el segundo, el jueves, con la de la directora del CNI, Paz Esteban, ante la popularmente llamada “Comisión de Secretos Oficiales” en la que, tras el trile de la presidenta del congreso, Meritxell Batet, se incluirían, por primera vez, los que persiguen la destrucción del estado: separatistas, filoetarras y antisistema.   

Al menú el faltaba el entrante. Por eso, saltó al ruedo, el lunes, el ministro para todo, Bolaños, quien compareció en una inesperada e insólita rueda de prensa, anunciando impúdicamente que, meses atrás, los teléfonos de Sánchez y de doña Margarita también habían sido hackeados. Repulsiva aparición que olía a intento de aplacar el supuesto enfado de los separatistas catalanes, por el “espionaje” del que, según ellos mismos, habían sido objeto. 

Doña Margarita se puso el casco en la suya y salió en valiente y decidida defensa del CNI que, en este capítulo de las escuchas, ha resultado culpable de cumplir con su misión legal de defensa de  los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones. Curiosamente, de lo dicho por la ministra de defensa, antes y durante su comparecencia, puede deducirse que fuera el propio Bolaños el más directo responsable de los fallos de seguridad habidos en los teléfonos de los miembros del Gobierno. 

Doña Paz parece que también salió muy airosa de su trance, a  tenor del disgusto que manifestaron los nuevos incorporados a la comisión, al término de la comparecencia. Quedó claro que el CNI había escuchado a 18 individuos del mundo separatista catalán, pero siempre con autorización judicial. Pocos parecen, pero, entre los escuchados, estaba el ahora presidente de la Generalidad, Aragonés, que aparenta estar muy enfadado por ello. Cuando debería estar muy agradecido al CNI por haberle ascendido, en el escalafón separatista, al distinguido rango de “espiable”.  Don Pere―tocayo―, que aquí, cuando haces lo que no debes, si no te espían no eres nadie. 

Poco de mayor alcance cabe añadir ahora. Únicamente hay que subrayar que todo el follón no es más que otro pretexto para seguir estrujando los higadillos al Gobierno ―y, de paso, a todos los demás―, para obtener más cesiones, concesiones y regalos. Solo que ahora ya les resulta particularmente urgente, cuando es fácilmente perceptible que la pieza teatral de la legislatura se aproxima rápidamente a la bajada de telón. Que el cambio de ciclo está a la vuelta de la esquina, que es tanto como mencionar las andaluzas de junio. Lo más desagradable es que, cuanto más se alarga la agonía, más huele la podredumbre.