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El feminismo no tiene atajos

No vamos solo a una huelga, que también, este año pretendemos dar una respuesta gigantesca, a la altura de la necesidad que tienen las mujeres de consolidar derechos.

 

Por supuesto que no vamos solo a una huelga, que también, este año pretendemos dar una respuesta gigantesca. A la altura de la necesidad que tienen las mujeres de consolidar derechos. Abriendo una nueva página en la historia del feminismo. Demostrando que es incompatible la democracia con la desigualdad, y que sin nosotras no habrá paz.

El año pasado a nivel internacional se convocó, y se organizó un inmenso 8M. España fue reconocida a nivel mundial por la respuesta sin parangón que se dio. Calificada de éxito rotundo. A la que se pseudo sumaron incluso sus detractores españoles, en su vertiente lazo en la solapa. Ellos siempre atentos al caladero de votos que nos consideran, a modo de vasijas. 

 

Hay miles de olas convertidas en marea de feminismo a secas

 

Sin apellido, del feminismo que molesta profundamente. De ese movimiento que nos ha enseñado desde hace siglos a practicar el único feminismo posible. El radical que aspira a la igualdad. El que defiende ese derecho humano. Que transforma y señala como la desigualdad es consustancial al capitalismo. Razón de ser del patriarcado.

Por eso la resistencia tan impúdica de las derechas ciudadanas de todos los colores, que construyen la trampa del machismo, con los tintes más patéticos de la historia reciente de este país. Disfrazada de feminismo liberal, de salón, light. Blando y variables.

 

Una estafa a las mujeres, confunden, distraen, engañan

 

Y sobre todo, continúan considerándolas, como una mercancía de oferta y demanda del mercado. Legalizando el alquiler de sus vientres, y el alquiler de sus cuerpos para ser prostituidos. Son especialmente quienes quieren abolir  conquistas logradas con esfuerzos inenarrables por muchísimas abuelas y madres.

En esta fase de ofensiva ultra contra el feminismo que incomoda, las mujeres están haciendo un ejercicio mastodóntico. Para ganar los espacios de los que se han apropiado otros. No solo el poder, sino también medios de comunicación, y batallones de interesados en que nada cambie.

El talón de Aquiles de la igualdad en la sociedad, viene de quienes tienen grabado a sangre y fuego, todos los patrones desde la cuna rosa y celeste.

 

Les resulta molesto oír, leer, ver, y soportar los derechos que desestabilizan una forma de amor y desamor

 

De pareja, de educación en el seno familiar, de maternidades, identidades, consumismo. De liderazgos, y aunque son ellos muy mayoritariamente los que ofrecen una resistencia ciega, mujeres atrapadas haylas en el coro retardatario. 

La situación límite de las mujeres, requiere nuevas formas de pensar, relacionarse y gobernar. Amén de solidarizarse que también, necesitamos poner en el centro de la agenda de este país, todos los días la igualdad.

 

El feminismo no puede ser servil, ni domesticarse con las migajas del poder del Estado

 

De los gobiernos, que aún reconociendo nuestra invisibilidad, ponen rostros de mujeres pero no políticas de igualdad. O del patrón que no explota tantísimo, o del marido que por lo menos ayuda en los recados. Esa cultura de las migajas de las hormigas al que nos han acostumbrado.

 

Estamos volcadas para que el impacto social de nuestras luchas, de esta huelga de 8M llegue al poder político

 

La movilización, impulsada ahora también por una nueva generación feminista, recorre el planeta. Desde #MeToo en EE.UU. Hasta el #HermanaYoSíTeCreo de España. O el #NiUnaMenos en Argentina.

De lo que no hay duda, es que a uno y otro lado del Atlántico la indignación de las mujeres, es una fuerza en potencia. Por lo que en esta tierra trabajaremos para ser el dique de contención de ultras y compañía. Que intentan devolvernos al pasado más tenebroso en las próximas contiendas electorales.

Por eso el movimiento feminista que es imparable, ya nuclea los cambios por la igualdad real sin matices. Algo que los partidos no pueden ignorar, so pena de que sus urnas no se tiñan de morado.