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El Gobierno que merecemos

Nada más cerrarse las urnas el PP dijo que podrían estudiar apoyar a un socialista absteniéndose, pero que Pedro Sánchez tendría que irse.

 

Seguro que hay explicación para el cambio de opinión del presidente en funciones, que ha pasado de decir que ni él ni el 95% de los españoles dormirían tranquilos con miembros de Podemos en el Gobierno, a abrazar y conceder una vicepresidencia 36 horas después de acabadas las elecciones. Habiendo bajado PSOE y Podemos casi un millón y medio de votos y 10 diputados, parece evidente la razón de las prisas y el hipócrita abrazo.  

Los hechos hacen pensar que estamos ante un movimiento político de defensa de sus cargos, de apego y ambición de poder ajenos al interés de la ciudadanía y la nación. Nada más cerrarse las urnas el PP dijo que podrían estudiar apoyar a un socialista absteniéndose, pero que Pedro Sánchez tendría que irse. Tal vez impedir que esa estrategia pudiera tomar cuerpo en el PSOE obligó al presidente a defender su poltrona abrazando al líder podemita, despreciado hasta horas antes, contando para ello con la ambición del personaje cuyo único objetivo político es ostentar poder. El Gobierno de España puede estar en manos de dos personas condicionadas por sus egos, ambición y carencia de escrúpulos, quienes por no tener votos suficientes necesitan para consolidar el Gobierno el apoyo de independentistas y nacionalistas, siempre empeñados en que las cosas vayan conforme interesan a su objetivo final: romper el Estado y la nación.

Pedro Sánchez subordina cualquier interés a su ambición de poder. Pablo Iglesias, si consigue ser vicepresidente y arrastra a su pareja como ministra, habrá conseguido lo que prometió a los socios de su negocio particular, el partido Podemos: asaltar el cielo. Porque ya tienen dinero, un casoplón de ricos, escoltas y solo le faltaba el ejercicio material del poder. El asunto es saber qué precio va a pagar la ciudadanía y España como nación, en conflictos sociales, pobreza, debilitamiento de la ya por sí frágil democracia, e inestabilidad del Estado. Iglesias siempre ha hecho lo contrario de lo que decía. No cabe esperar que lo que dice ahora que pretende desde el Gobierno sea, por fin, la verdad. 

Estamos en una situación difícil como nación y como sociedad porque nos lo merecemos. Por haber permitido a políticos sucios de corrupción, del PP y del PSOE, seguir en la vida pública ocupando cargos sin reprobarlo en las urnas. Por tolerar una izquierda entregada con armas y bagajes al nuevo comunismo, el populismo rebosante de odio de Podemos, que defiende privilegios de derechos políticos de unos españoles sobre otros. Pretende que unos pocos (catalanes y vascos) decidan por todos el futuro de un Estado nación con 500 años de historia. Pretende robarnos a millones de españoles nuestra soberanía para decidir sobre nuestra nación. Por permitir que personajes como Sánchez, que habría sido expulsado del cargo en cualquier democracia occidental tras su cambio de opinión sin explicar, siga ejerciendo el poder con un cinismo que produce escalofríos  por la evidencia de que actúa por exclusivo interés personal.

Tenemos la expectativa del gobierno que merecemos. Tenemos un fanático nacionalismo lleno de odio contra España que dirige el Estado en Cataluña, y un previsible gobierno que necesita aliarse con ellos para mantenerse en el poder. Tenemos un agujero negro en el centro liberal, en la socialdemocracia, con un PP mirando a la derecha y un socialismo entregado al populismo del comunismo estalinista radical. Un agujero en el centro izquierda que se antoja imprescindible de cubrir para equilibrar el mapa político y volver al sentido común en la defensa de los españoles, la ciudadanía, y la nación. ¿Podrán ocuparlo Arrimadas y Ciudadanos?