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El ocaso de la Emperatriz

Susana Díaz nunca ha sido una jugadora de ruleta, como sin duda es Pedro Sánchez, sino de póker.

 

Susana Díaz es, y siempre ha sido, una persona que se ha visto a sí misma como una estrella imbatible. Alguien ambicioso, que ha ascendido de manera fulgurante por el intrincado alcantarillado del PSOE-A hasta llegar a la cima. Quizás estos éxitos le parecieron fáciles o demasiado poco para ella, por lo que decidió arriesgar y eliminar al ‘niño guapo’ que ella misma había impulsado a Ferraz para postularse a La Moncloa. Aun así, Susana Díaz nunca ha sido una jugadora de ruleta, como sin duda es Pedro Sánchez, sino de póker. Fría, cautelosa y trabajadora, sus recientes fracasos políticos no empañan la valía de un poderoso animal político que se ha defendido a zarpazos hasta el final. Su gran pecado ha sido la desmedida ambición de poder junto con la ausencia absoluta de un proyecto reformista para Andalucía y para España. Lejos de venir a cambiar nada, Díaz se ha convertido en la suprema expresión del aparato, de los vicios burocráticos, del amiguismo, de la corrupción y del despilfarro gratuito.

 

Las presiones que su gobierno ha ejercido sobre los jueces quedará para siempre en el olimpo. Su fino instinto político le falló, revelándose torpe y débil para atajar los escándalos por corrupción que continuamente la salpicaban. Ahora ha pagado el precio, y su pretendida alegoría del fénix que resurge de las cenizas apoyándose en la militancia (en imitación clara de la jugada de Sánchez) no ha sido más que una ópera bufa. Un final más que merecido, por cierto, por cuanto no debe olvidarse que ella misma, junto con la vieja guardia del PSOE-A es uno de los máximos responsables de haber convertido a esta comunidad autónoma en un erial económico, contaminado por una nueva oligarquía socialista que en poco o nada se diferenciaba de la franquista. Y han tenido que ser sus propias bases quienes tuvieran que venir a recordarlo, poniendo de manifiesto que no todo dentro de la federación andaluza de los socialistas es blanco o negro y que el descontento soterrado todavía puede proporcionar suculentas sorpresas. Pues no hay que obviar que entre los jóvenes idealistas que continuamente acceden a los partidos políticos clásicos hay muchos que están profundamente descontentos con el estado actual de las cosas y aspiran al cambio, en un sentido o en otro.

 

Sabido es que Juan Espadas es un hombre de Pedro Sánchez. Su seguidismo rayano el bochorno le ha proporcionado la justa recompensa de verse totalmente respaldado por una parte nada desdeñable tanto de la maquinaria como de la militancia. Consumando así el objetivo largamente acariciado de Sánchez de domesticar a sus díscolos socios andaluces. Si bien ahora llega el momento de la pacificación, y la escabechina no se hará esperar durante mucho tiempo. Es lo que hay y quienes están bregados en esto de la política lo saben. El escenario en el que todo esto ha tenido lugar no era el mejor para la unidad del PSOE en su totalidad. La polémica de los indultos y la naturaleza embustera del gobierno de Pedro Sánchez -que ya no es un secreto ni para sus incondicionales- ha dividido a los socialistas si acaso más de lo que ya estaban, poniendo de relieve que la escenificación de la unidad no era más que una falsedad y que las heridas de antaño se cerraron el falso. Son muchos los socialistas que no están de acuerdo con la deriva del gobierno y con el daño irreparable que esto está provocando para el partido. Razón por la cual Espadas no lo va a tener nada fácil para hacerse de respetar en un feudo que siempre ha gozado de una autonomía bastante grande respecto al centro, y que no va a renunciar a ella por mucho que Sánchez y su hombre de paja se empeñen. 

 

Hay que tener en cuenta que Susana Díaz es una mujer que ha vivido toda la vida de la política, lo que significa que no va a apartarse de ella tan fácilmente como muchos creen, tenga cargos institucionales u orgánicos o no. Sencillamente, no se resignará a un papel de irrelevancia social anónima después de haberlo sido todo. Es duro cuando tu teléfono deja de sonar y no te puedes permitir el lujo de decidir si lo descuelgas o no. No es descabellado pues que Díaz se prepare para mantener un poder informal dentro del PSOE-A, buscando colocar a afines dentro de la organización para poder, el día de mañana, impulsar la carrera de un candidato al que ella pueda mediatizar con facilidad. Sería la jugada del animal político aguerrido que ella es, que no se resigna a la derrota aun cuando esta parece ya absoluta. De lo que sí que no cabe duda es de que un tsunami se abate sobre los socialistas en Andalucía, y de que también, como señala el dicho, ‘a río revuelto, ganancia de pescadores…’