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El supremacismo cultural de los luditas: Luditas activos y luditas pasivos

Cada uno de ellos presenta características particulares, pero comparten miedos y limitaciones cognitivas que los atan a un espacio de confort.

El ludita ilustrado se mueve interesadamente en torno a un futurible diseñado desde una óptica de conocimiento parcial que se materializa en un escenario catastrófico que le sirve para hacer bolos, vender libros y llevar a cabo colaboraciones en medios de comunicación. La sociedad compra más lo negativo en diferido que lo positivo, la distopía que la utopía, lo que da lugar a que los luditas tengan más eco que los que transmiten mensajes esperanzadores, que no necesariamente optimistas, en un futuro que comienza a estar aquí.

Vivimos en una sociedad construida sobre unos cimientos en los que el miedo es el arma clave para mantener el poder que permite que unos pocos controlen a la inmensa mayoría. La esperanza no vende, el temor al castigo eterno es el eje central de casi todas las comunidades que practican la fe en la recreación de un invisible ser todopoderoso.

Podríamos clasificar a los luditas en dos grandes categorías: luditas activos y luditas pasivos. Cada uno de ellos presenta características particulares, pero comparten miedos y limitaciones cognitivas que los atan a un espacio de confort que acaba representando una resistencia al cambio y la evolución tecnológica..

Luditas Activos: Rechazo activo y responsabilidad

Los luditas activos son aquellos que adoptan posiciones claras y conscientes para rechazar la tecnología o los cambios que trae consigo. Ese rechazo suele ser abierto, deliberado y, a menudo, radical. Estarían motivados por el temor de que la tecnología destruya formas tradicionales de vida o trabajo, y expresan esta resistencia mediante protestas, hoy a través de manifiestos y relatos críticos catastróficos, o incluso la destrucción de tecnología, como ya ocurrió con los originales luditas en las fábricas inglesas, aunque esto último no sería exactamente el caso de los actuales luditas ilustrados que utilizarían su potencial cognitivo para llevarla a cabo.

Entre las características principales de los luditas activos encontramos:

1. Resistencia consciente: los luditas activos son plenamente conscientes de su oposición a la tecnología. Para ellos, el cambio tecnológico representa una amenaza, ya sea a nivel personal (pérdida de empleo, cambio de estilo de vida,…) o social (deterioro del tejido social, aumento de la desigualdad,…).   

2. Acción directa: a diferencia de sus contrapartes pasivos, los luditas activos actúan deliberadamente para frenar o evitar el avance tecnológico. Estas acciones pueden ir desde campañas en contra de ciertas tecnologías hasta movimientos políticos que promuevan la regresión o el estancamiento en lo que respecta a la innovación.

3. Compromiso con lo tradicional: los luditas activos suelen valorar las formas tradicionales de trabajo y vida por encima de las innovaciones tecnológicas, defendiendo las estructuras previas que consideran más humanas, naturales o justas.

Sin embargo, este compromiso con lo tradicional conlleva una paradoja: al rechazar los avances, los luditas activos se ven a menudo limitados en términos de progreso y adaptación. A pesar de su responsabilidad percibida en la protección de lo tradicional, este grupo también muestra un miedo intrínseco al cambio, lo que revela un profundo anclaje en un confort cognitivo.

Luditas Pasivos: Inercia y desconocimiento

Los luditas pasivos no adoptan acciones visibles o abiertas para oponerse a la tecnología, pero su resistencia se manifiesta de manera indirecta. Este grupo evita adaptarse a los cambios tecnológicos, no porque los rechacen de manera frontal, sino porque permanecen en una zona de confort cognitivo. No están activamente en contra del cambio, pero tampoco hacen esfuerzos por adoptarlo o comprenderlo.

Entre las características claves de los luditas pasivos podemos mencionar:

1. Inercia tecnológica: a diferencia de los activos, los luditas pasivos no buscan activamente frenar la tecnología, pero tampoco la adoptan. Se mantienen en una posición de espera o simplemente ignoran las innovaciones tecnológicas, dejando que el tiempo y las circunstancias los lleven eventualmente hacia el cambio, si es que llegan a hacerlo.

2. Desinterés o desconocimiento: muchos luditas pasivos no se involucran en el proceso de adaptación tecnológica porque no ven una necesidad inmediata de hacerlo. A menudo, no perciben cómo la tecnología puede mejorar sus vidas o no sienten una urgencia por aprender nuevas habilidades.

3. Conformismo cognitivo: este grupo se mantiene en su zona de confort, tanto mental como laboral. Si bien no se oponen radicalmente al cambio, prefieren continuar haciendo las cosas de la manera en que siempre las han hecho, evitando los desafíos que conlleva aprender nuevas tecnologías o enfrentarse a nuevas formas de pensar.

Similitudes: Miedo y confort cognitivo

Tanto los luditas activos como los pasivos comparten algo fundamental: el miedo a salir de su espacio de confort cognitivo. Este concepto se refiere a la tendencia humana de permanecer en situaciones, entornos o formas de pensar que le resultan familiares y cómodas, evitando el esfuerzo mental o emocional que implica adaptarse al cambio. En este caso, tanto los activos como los pasivos sienten temor ante el avance tecnológico, aunque lo expresan de maneras diferentes.

1. Miedo al desconocimiento: en ambos casos, la tecnología es vista como algo incierto y, por lo tanto, potencialmente peligroso. Los luditas activos pueden percibir la tecnología como una amenaza directa, mientras que los pasivos pueden sentir que no tienen la capacidad o el deseo de entenderla, lo que genera una sensación de ansiedad o rechazo.

2. Resistencia al cambio: la resistencia que ambos grupos presentan es una defensa ante la posibilidad de tener que reestructurar sus vidas o su manera de pensar. Enfrentar el cambio tecnológico implica, para muchos, una reevaluación de su rol en el mundo laboral o en la sociedad, lo que puede ser profundamente incómodo.

Diferencias: Responsabilidad y acción

La principal diferencia entre los luditas activos y pasivos reside en cómo canalizan su resistencia y en la responsabilidad que asumen frente al cambio.

1. Responsabilidad y acción: los luditas activos sienten una mayor responsabilidad por detener el avance tecnológico. Su resistencia no sólo es consciente, sino que también se refleja en acciones directas con el fin de evitar o revertir los cambios tecnológicos. Por el contrario, los luditas pasivos suelen adoptar una postura de indiferencia o inacción. No se sienten responsables de frenar el cambio, pero tampoco se sienten comprometidos con adaptarse a él.

2. Rechazo activo vs. Inercia pasiva: Mientras que los activos rechazan la tecnología de manera frontal y deliberada, los pasivos tienden a dejar que las cosas sigan su curso, sin involucrarse activamente en el proceso de adaptación o rechazo.

Ambos grupos reflejan a su manera las tensiones inherentes que surgen en épocas de acelerada transformación tecnológica, si bien en última instancia, la capacidad para adaptarse al cambio dependerá de la disposición de cada persona para superar sus miedos y salir de su zona de confort cognitivo, enfrentando así los retos y oportunidades que la innovación suele traer consigo.

En mi opinión y a diferencia de lo que plantean los luditas activos, no se trataría tanto de coartar la proactividad a la hora de adoptar iniciativas en beneficio de la calidad de vida de las personas, sino de mensurarla con la garantía que ofrece basarla en todos los datos y no en unos pocos que a menudo han sido castigados churchillianamente para extraer de ellos la conclusión que a priori se estaría buscando.