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El supremacismo cultural de los luditas (y 3)

Algunos apuntes sobre la Inteligencia Artificial en educación, sanidad y cultura

 

“Ma liberté”. Canta Serge Reggiani. Autor Georges Moustaki

 

Como recoge el último Informe de la ONU sobre Gobernanza de la IA, publicado el pasado mes de septiembre, “Lo que en última instancia importa no es el cambio tecnológico en sí, sino la forma en que la humanidad responda a él”.

Hasta ahora, la mayoría de los trabajos y las aplicaciones de la IA se han centrado en su impacto en el mundo empresarial y no directamente en mejorar el estado de bienestar de las personas, tal como sería el caso de la educación, la sanidad y la cultura.

 

1. La IA en la educación: democratización y personalización del aprendizaje.

La Universidad de Pensilvania ha publicado recientemente “La inteligencia artificial puede perjudicar el aprendizaje”.  El estudio analiza el impacto del uso de chatbots inteligentes, como ChatGPT, en la resolución de problemas matemáticos en un grupo de 1.000 estudiantes. La conclusión es que no sólo no facilita el aprendizaje, sino que podría obstaculizarlo.

Pero, ¿cómo es posible que los estudiantes no saquen provecho de la IA? ¿Qué lo está impidiendo? ¿Cuáles son las principales causas? Algunas posibles explicaciones podrían ser las siguientes:

  • Las máquinas también se equivocan. Para un estudiante que está aprendiendo, las alucinaciones de la IA son difíciles de detectar y cuando se producen le generan confusión.
  • No se puede distinguir qué tareas realiza con fiabilidad y cuáles no. Este fenómeno se conoce como la “frontera dentada de la IA”. El problema es que a pesar de que se le den mal, tiende a ser convincente, lo que puede minar la confianza de los estudiantes que no saben cuándo pueden confiar en su capacidad para llevar a cabo la tarea.
  • El estudiante cree que adquiere conocimiento cuando no es así. La IA no nos ayuda a comprender algo, sólo resuelve problemas por nosotros. El estudiante se crea un “espejismo de conocimiento”,  cree que ha entendido, cuando realmente no lo ha hecho. Prueba de ello, es que cuando utiliza asistentes inteligentes se autoevalúa muy por encima de lo que más tarde consigue en pruebas y exámenes.
  • Automatizar tareas arrastra una pérdida de habilidades. Automatizar tareas puede ser útil, pero también tiene un coste. Actividades como resumir documentos, que requieren un esfuerzo por parte del estudiante, ahora se delegan en la IA, lo que puede erosionar su capacidad para sintetizar ideas, una habilidad clave durante el aprendizaje. Además, según algunos estudios, las máquinas son peores que los humanos haciendo resúmenes.
  • Un exceso de andamiajes” genera efectos adversos. En educación se entiende por andamiajes, aquellas herramientas que ayudan a los estudiantes a aprender con más facilidad. Pero, cuando se recibe demasiada ayuda, como en el caso de un asistente personal tipo ChatGPT, puede producirse un efecto adverso dado que, el estudiante, deja de aprender de sus errores o de intentar diferentes aproximaciones antes de dar con la solución. Con el tiempo, esta dependencia perjudica el aprendizaje en lugar de fomentarlo.

Los desafíos no son sólo tecnológicos. De hecho, la innovación se produce a tanta velocidad y los modelos avanzan tan rápido que las dificultades actuales para realizar tareas básicas, como contar las letras dentro de una palabra, pronto estarán resueltas. OpenAI ya está desarrollando un nuevo proyecto denominado Strawberry”, que promete incorporar mayores capacidades de razonamiento y lógica. La elección del nombre es un guiño a la dificultad de ChatGPT para contar el número de erres en la palabra strawberry”, un ejemplo muy conocido entre expertos en IA.

Según OpenAI, los nuevos modelos podrán razonar de manera más humana, lo que podría aumentar su potencial en la educación, en especial en esa asignatura pendiente que son las matemáticas. Pero, por muy avanzada que llegue a estar esta tecnología, sigue siendo esencial entender el contexto de uso para saber cómo y cuándo emplearlas. Además, será necesario equilibrar el corto y largo plazo, ya que algunos efectos, como la pérdida de habilidades, no se ven de inmediato.

Pero, a pesar de todo lo anterior, la IA ya forma parte de la realidad educativa y no tiene sentido prohibirla o arrinconarla. Al contrario, se trata de utilizarla para reinventar el proceso de aprendizaje de los alumnos, aunque ello signifique volver a aprender.

La educación es uno de los sectores donde la resistencia al cambio por parte de los luditas ilustrados es más ostensible. Sin embargo, las posibilidades que ofrece la IA en este ámbito son enormes. La educación tradicional, basada en un obsoleto modelo industrial unidireccional que apenas ha cambiado en siglos, ya no responde a las necesidades de las sociedades contemporáneas, especialmente desde la aparición de internet. En este contexto, la IA puede revolucionar el acceso al conocimiento, permitiendo una educación personalizada y accesible para todos.

La IA no sólo facilita el aprendizaje de precisión, adaptando los contenidos a las necesidades y capacidades individuales de cada estudiante, sino que también permite una gestión más eficiente de los recursos educativos. Herramientas basadas en inteligencia artificial pueden evaluar en tiempo real el progreso de los estudiantes, identificar áreas de mejora y ajustar los planes de estudio en consecuencia. Esto es especialmente valioso en sistemas educativos masificados, donde los profesores no siempre pueden atender de manera personalizada a todos sus alumnos.

Además, la IA puede ayudar a democratizar el acceso a la educación. Plataformas de aprendizaje en línea que utilizan algoritmos avanzados pueden ofrecer formación de alta calidad a personas que viven en regiones donde el acceso a instituciones educativas es limitado. Esto es especialmente relevante en un mundo donde la adquisición de nuevas habilidades es esencial para mantenerse competitivo en el mercado laboral.

A pesar de estos avances, los luditas hoy insisten en defender el sistema educativo tradicional, afirmando que la digitalización deshumaniza la enseñanza. Sin embargo, lo que estos críticos no ven es que la IA no pretende reemplazar a los profesores, sino potenciar su labor, liberándolos de tareas administrativas y permitiéndoles centrarse en lo que realmente importa: guiar y motivar a sus alumnos centrándose en formar sobre metodologías para cribar la infoxicación de datos y en experiencias profesionales fuera del ámbito educativo. Ante esto, los luditas se limitan a crear alarmas sobre el uso de hadwares por parte del alumnado sin abordar la revolución pendiente en materia de educación ocultando así que estamos manteniendo un modelo manifiestamente ineficiente del que el profesorado es responsable por omisión y defensa de sus intereses corporativos.

Deberíamos enfrentarnos al reto que la IA representa y si los alumnos no funcionan, tal vez habría que ir pensando en cambiar a los docentes.

 

2. La IA en la sanidad: precisión y eficiencia al servicio de la vida.

El sector sanitario es un ámbito en el que la IA está marcando ya una diferencia fundamental. La medicina ha avanzado enormemente en las últimas décadas, pero sigue enfrentándose a grandes desafíos, desde la escasez de personal, hasta la gestión eficiente de recursos. En este contexto, la IA tiene el potencial de transformar radicalmente el sistema sanitario, mejorando tanto la atención al paciente como la eficiencia del sistema en su conjunto.

Una de las aplicaciones más prometedoras de la IA en sanidad es su capacidad para analizar grandes cantidades de datos en poco tiempo. Esto no sólo permite realizar diagnósticos más precisos, sino que también facilita la identificación temprana de enfermedades. Los sistemas de IA pueden procesar datos médicos, imágenes y registros de pacientes para detectar patrones que pueden pasar desapercibidos para los profesionales humanos. Esta capacidad de análisis masivo y rápido es particularmente útil en áreas como la oncología, donde la detección precoz puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Además, la IA permite la creación de tratamientos personalizados. Gracias a la capacidad de procesar grandes volúmenes de datos genéticos y médicos, la IA puede ayudar a diseñar tratamientos específicos para cada paciente, aumentando así las probabilidades de éxito. Este enfoque es especialmente importante en enfermedades complejas como el cáncer o las enfermedades raras, donde los tratamientos estándar no siempre son efectivos. La integración de la robótica y la IA está siendo clave para transformar los tratamientos de determinadas cerebrovasculares gracias a los avances que ofrecen a la neurociencia, por ejemplo. También es destacable esta integración en el caso de la cirugía de precisión alcanzando unos límites que no estaban hasta ahora en las manos de los humanos.

Sin embargo, una vez más, los luditas modernos levantan sus voces en contra, alegando que la automatización y el uso de IA en la sanidad deshumanizan la atención médica. Alegan que los pacientes prefieren el trato humano antes que la fría eficiencia de las máquinas. Pero esta dicotomía es falsa. La IA no pretende reemplazar al personal médico, sino apoyarlo, ofreciéndoles herramientas más precisas para que puedan centrarse en lo que realmente importa: la atención y el cuidado del paciente.

 

3. La IA en la cultura: nuevas formas de creación y libre acceso a la cultura.

El sector cultural es quizás el ámbito donde los luditas ilustrados muestran mayor resistencia por lo que representan las tecnologías emergentes para su democratización. La cultura, en su sentido más amplio, siempre ha sido un campo de innovación y experimentación, pero los nuevos críticos ven en la IA una amenaza para la autenticidad y la creatividad humanas. Sin embargo, la IA ha demostrado ser una herramienta poderosa para la creación artística y la democratización del acceso a la cultura.

Hoy en día, la IA se utiliza para crear música, arte visual y literatura. Si bien algunos argumentan que estas creaciones carecen del «alma» que caracteriza al arte humano, la realidad es que la IA ofrece nuevas posibilidades creativas que pueden enriquecer la producción cultural permitiendo experimentar con nuevos formatos y estilos que antes eran imposibles de imaginar. Además, facilita el acceso a herramientas creativas para personas que no necesariamente tienen una formación técnica en artes. Esto democratiza la creación cultural, permitiendo que más personas participen activamente en la producción artística.

Más allá de la creación, la IA también juega un papel importante en la preservación y difusión de la cultura. Herramientas de IA pueden digitalizar y catalogar grandes colecciones de arte, libros y música, permitiendo su conservación para futuras generaciones y su acceso en cualquier parte del mundo. Esto es especialmente relevante en un contexto donde las instituciones culturales, como museos y bibliotecas, enfrentan limitaciones presupuestarias que les impiden llegar a un público amplio.

Los luditas, sin embargo, ven en la IA una amenaza a la «pureza» del arte. Defienden que la creación artística debe estar reservada a los humanos y que las máquinas no pueden producir verdadero arte. Este argumento ignora que la creatividad siempre ha estado influenciada por las herramientas disponibles, desde el pincel hasta la cámara fotográfica, y que la IA es simplemente una herramienta más que puede ampliar los límites de la creación artística.

No debe ser casualidad el que la mayoría de los luditas de hoy desarrollen su actividad profesional en el marco de la educación, la filosofía, el derecho y la sociología, ninguno en el de la medicina, la ingeniería, las matemáticas, la física, la química, la biología, la neurología, la ciencia o la tecnología, por ejemplo. Esto daría para meditar y extraer conclusiones.

 

La libertad en la nueva era de la ilustración tecnológica.

La insaciable levedad de los luditas modernos, su resistencia irracional y su corporativismo, representan un obstáculo para el desarrollo de la sociedad. La nueva era de la ilustración tecnológica, impulsada por la IA y las tecnologías emergentes, ofrece oportunidades inmensas para la educación, la sanidad y la cultura, entre otras áreas del conocimiento. Sin embargo, la irresponsabilidad social de los que se oponen al cambio, escudados en un oscuro discurso de protección de lo humano, podría retrasar el progreso que estas innovaciones aventuran.

Es crucial que dejemos atrás los miedos infundados y los prejuicios, y que abracemos la libertad que nos brinda la tecnología. En lugar de temer el cambio, debemos aprender a gestionarlo de manera responsable, asegurando que los beneficios de la IA y otras tecnologías emergentes lleguen a todos y que no sean monopolizados por las Big Tech. Sólo así podremos avanzar hacia un futuro más próspero, inclusivo, justo, equitativo, libre y solidario.

Para alcanzar estos ideales es imprescindible el desarrollo tecnológico y el momento definitivo será el de la aplicación a la vida cotidiana de las personas de los avances del mundo cuántico.