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El ‘susanismo’, lastre socialista

Deberían aprovechar este tiempo pausado de oposición, de duración incierta, y usarlo como un tiempo apropiado para hacer su mudanza.

 

El verdadero cambio del PSOE andaluz sería dejar el susanismo, y volver al socialismo sostenible, el de la credibilidad que pudieran aportar los regeneradores alejados de aquella “Andalucía al máximo” que hoy soporta una judicial condena. Deberían aprovechar este tiempo pausado de oposición, de duración incierta, y usarlo como un tiempo apropiado para hacer su mudanza. La sentencia de los ERE, y el escaso aprecio personal que le dispensa el resiliente secretario general Pedro Sánchez a Susana Díaz, deberían haber resuelto las dudas de quienes aún insisten en creer que con ella, la niña de los ojos de Griñán y Chaves, esto se puede reconducir hacia la reconquista de San Telmo.

 

La sentencia de los ERE conocida, y la de las otras piezas que quedan por juzgar, serán una especie de camisa de fuerza anulatoria de cualquier estrategia de este PSOE condenado, contra estos dirigentes actuales y pretéritos, cuya presencia en la gestión de aquel PSOE culpable fue cómplice y connivente. A casi nadie escapa que de los frutos de aquella nefasta y negligente gestión de Chaves, Griñán, Zarrías, Magdalena, Fernández, Guerrero, Lanzas… vivieron los actuales dirigentes del PSOE-A. Que gracias a ese encadenado clientelismo también lograron el usufructo de mantener el trono y la hegemonía electoral en Andalucía.

 

Si se trataba de dirimir culpables, la Audiencia de Sevilla, o sea, la Justicia, le ha dejado el trabajo por escrito a los socialistas andaluces. Exactamente lo mismo que hizo el juez De Prada con el PP de Rajoy, redactando, de facto, aquella moción de censura del PSOE de Sánchez que le permitió cambiar el colchón de Moncloa e ir a ver a The Killers y a la boda de su cuñado en el Falcon y el Puma de Estado.

 

El trabajo de asumir responsabilidades, tras una sentencia judicial tan meridianamente punitiva, se lo dejan prácticamente hecho los jueces. Ya lo habían hecho los militantes en aquellas primarias del desprecio al susanismo, mandándolo al rincón de pensar. Sería bueno que la señora Díaz se hiciera un Rajoy, delegara su función en alguna novedad progresista de su Grupo, y reciclara su futuro político en esos paseos triunfales reservados a los militantes eméritos, y dejar paso al futuro de su partido.

 

Como es muy probable que nada de eso ocurra, lo educado para este liberal que suscribe es desear al susanismo una larga espera democrática en su deseo de reasaltar el cielo que perdieron, y mucha paciencia, a espuertas, para ir absorbiendo con dignidad política todas las sentencias que vendrán paulatinamente, con permiso de la jueza instructora y su salud maltrecha.

 

Y reflejos, muchos reflejos, para ir inventando excusas con las que despejar de manera mínimamente creíble todos los reproches que vengan desde el juzgado, por una época de gobierno en la que el gran patriarca del progresismo hipócrita, ejerció más de gran hermano que de gobierno transparente y democrático.