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El virus del Gobierno

Quien está ya muerto es el Gobierno, que permitió concentraciones de cientos de miles de personas en toda España el 8 de marzo.

 

El creador de la ley contra el terrorismo y armas biológicas de 1989, Francis Boyle, ha declarado: «El Coronavirus de Wuhan en 2019 es un arma ofensiva de guerra biológica». Boyle, especialista en ley internacional en la Universidad de Illinois, afirmó durante una exclusiva entrevista con Geopolitics and Empire que «la Organización Mundial de Salud (OMS) sabe perfectamente qué es lo que está pasando en Wuhan». Lógicamente estas declaraciones solo se han difundido en esa revista especializada.

 

¿De verdad un virus de un murciélago o un pangolín salta a la especie humana en una ciudad china de 12 millones de habitantes, Wuhan, donde el primer médico que alerta es detenido y obligado a desmentirlo (luego murió por contagio) y se organiza esta pandemia? La extensión del virus, su facilidad para infectar, el lugar donde comenzó (uno de los laboratorios de armas bacteriológicas de China está en Wuhan), la primera reacción de las autoridades chinas tratando de ocultarlo y la de los gobiernos mundiales después, señalan al menos las mismas posibilidades de que se pueda tratar de un fallo en laboratorio que de una transmisión de animal a ser humano.

 

Distintos gobiernos del mundo disponen de laboratorios de armas bacteriológicas donde experimentan y buscan vacunas, existiendo al menos las mismas posibilidades de un fallo humano que de una evolución natural de un virus de animal a humano con una capacidad de contagio como la del que nos ataca. Países como Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Israel, Libia, Irak, Irán, Siria, Corea del Norte y del Sur, Taiwán y Egipto, que se sepa, disponen de varios laboratorios de este tipo. Si hay en cualquiera de ellos un Chernóbil no veremos reactores nucleares fundidos sino que padeceremos una pandemia como la que nos invade hoy por la fuga de un microbio.

La humanidad y su sistema social más avanzado están en jaque por un bichito microscópico que procede de un animal y con el que estaban experimentando para guerra bacteriológica o vacunas, o para ambas cosas a la vez, el arma y  su control, en uno de los varios laboratorios militares blindados que existen en el mundo. Si fuera cierto que aprovechando la crisis o porque así lo había planificado, China ha comprado las más importantes empresas extranjeras radicadas en su país por la bajada en bolsa de sus acciones convirtiéndose en dueña de las mismas, estaríamos ante una jugada maestra de la moderna guerra económica que libra el mundo con menos víctimas mortales que en una contienda tradicional. Las víctimas en esta crisis sanitaría y guerra económica serán, además de los miles de muertos, millones de personas que quedarán en paro o trabajando para malvivir acercándonos a la esclavitud de siglos pasados. Vienen tiempos de miseria y pobreza.

 

En España Vamos a tener muchos muertos, muchos infectados y muchos parados. Pobreza miseria y hambre si la sociedad lo permite y no se moviliza. Quien está ya muerto aunque todavía no lo sabe es el Gobierno, que permitió concentraciones de cientos de miles de personas en toda España el 8 de marzo, fútbol y fronteras abiertas porque no era nada, una gripe. Un gobierno que retrasó más de un mes la adopción de medidas por razones de interés político despreciando el riesgo, y que una vez adoptadas se enfrasca en una brutal discrepancia interna sobre cuestiones ideológicas, sobre cómo actuar con la sanidad privada o si España es un Estado nación o ya no. Un lamentable espectáculo de dos líderes políticos ambiciosos sin escrúpulos ante una sociedad perpleja que afronta una situación inédita de recorte de derechos.