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 En el adiós a Antonio Falcón

"Volveré con vosotros pero cuando tenga la completa seguridad de que no voy a poner en riesgo vuestra Salud ni vuestro rojerío recalcitrante". Escribió a sus amigos el 19 de octubre.

 

 

Último post de Antonio Falcón en su muro de Facebook el 11 de octubre de 2020.

 

 

 

 

El pasado diez de noviembre, martes, se nos fue víctima del Coronavirus Antonio Falcón Romero (Alanís, 1951- Sevilla, 2020), una de esas personas que pasó por estos barrios del sur dejando huella imborrable entre quienes le trataron, fueron sus amigos y le quisieron tal como fue. Un lujo de amigo.

Vengo desde hace días dándole vueltas a la idea de dedicarle unas líneas a un gran amigo que, en un plis plas, se te va y, encima, has visto como se iba. Empieza a pasar con demasiada frecuencia desde hace meses por desgracia. Y en este caso retransmitiendo en directo su ‘último viaje’, como contaré más adelante.

Difícil porque inconscientemente crees que él leerá lo que escribas, aunque eso no sucederá por desgracia, pero lo imaginas y piensas con pudor de un obituario que no pretendo. Es cuando te das cuenta que se han quedado muchas cosas en el zurrón de las palabras por decirle al amigo, por seguir contándonos y, necesariamente debes recurrir a los recuerdos del pasado, aunque te parezca increíble, aunque sigas viendo su nombre en la agenda del teléfono cuyo número ya no volverás a marcar. Ahora, además, tenemos los archivos de WhatsApp, un clavo al que agarrarse para recordar a quienes se van, sus voces, las imágenes que nos enviaban o las muchas ideas sobre el día a día que compartíamos.

El problema está de qué escribir que no haya sido glosado ya por sus amigos en las redes sociales o en artículos  tan sentidos como el de Alberto Revuelta, con el que Antonio coincidió  en las administraciones autonómicas de Rafael Escuredo y Pepe  Borbolla en la Junta de Andalucía, pero sobre todo años después, cada uno ejerciendo la abogacía.

Nacido en Alanís (Sevilla) el 14 de abril de 1951, estudió el Bachillerato Laboral en el Instituto San Fernando de Constantina, Magisterio en la Escuela Normal de la Universidad de Sevilla y Derecho en la U.N.E.D. Ejerció la docencia desde 1.969 hasta 1.982. Fue Director del Colegio Aljarafe (1.980/1982); Director General de Política Interior de la Junta de Andalucía (1.982/1985); Comisionado para la Droga de la Junta de Andalucía (1.985/1.992); Director General del Plan Nacional sobre Drogas (1.992/1.993). Director del Colegio Mayor Universitario Maese Rodrigo (1.994/2.014).Ejerció la Abogacía desde 1.994 hasta su jubilación hace cuatro años, en 2016.

 

Un hombre de izquierdas, respetado por la derecha

Falcón era un hombre de izquierdas, uno de aquellos jóvenes que durante la transición se incorporó a las filas de “El Partido”, tal y como se denominaba entonces al Partido Comunista de España que, aquí, estaba en esos negros años liderado por José Benítez Rufo ( ‘Ramiro’ fue su alias en las sombras), junto a decenas de militantes comunistas curtidos en la clandestinidad contra el franquismo y la dura represión que desplegó el Régimen del 18 de julio durante décadas.

La figura de Antonio, como cuadro emergente del PCE en los 70, adquirió relieve en Sevilla una vez muerto el dictador y arrancada la transición o, lo que es lo mismo, lo que en Andalucía se denominó el ‘proceso autonómico andaluz’ que fue el reflejo del cambio de España en esta tierra de paro, emigración, hambre, terratenientes y señoritos de bota alta.

Fue Antonio Falcón una de las figuras políticas más destacadas en el arranque de aquella lucha de los andaluces por su autonomía plena, la del 151, votada un 28F de 1980. Su papel más conocido públicamente fue representar al PCE en las diversas comisiones que funcionaron en la época para organizar las salidas a las calles y otros eventos trascendentales que estaban por llegar. De esa época, como del resto de su vida, quiso dejar un interesante testimonio escrito en su libro «Ejercicio de Memoria» que les recomiendo.

 


4D, entre el himno de Blas Infante y Los Campanilleros

Antonio era un hombre reflexivo, dialogante y capaz de sentar en una mesa a enemigos irreconciliables logrando siempre que hubiese un acuerdo final, preferentemente justo para las partes. Sin duda uno de sus grandes atractivos profesionales con abogado.

Aún recuerdo, divertido, cuando me contó una pequeña maldad, una anécdota histórica, que protagonizó cuando se organizó la famosa manifestación del 4D/77, la primera gran movilización de los andaluces en demanda de su Autonomía, la misma que tendría Cataluña donde justo al día siguiente, el 5 de diciembre, Josep Tarradellas presentaría su primer gobierno provisional en la recién recuperada Generalitat. La manifestación de Sevilla fue la más importante de todas y en esas cocinas estuvo el habilidoso Falcón representando los intereses de su partido.

La izquierda se hizo con el poder el 4D-77 en Andalucía

 

La “comisión técnica” encargada del 4D aprobó, tras amplios debates, seis proclamas unitarias para la manifestación: “Autonomía, ahora”, “Autonomía para Andalucía”, “Gobierno, escucha, la autonomía es nuestra lucha”, “Evasores no”, “Inversión en la región” y “Andalucía, levanta, tu eres la esperanza”. (En lo de los ‘evasores’ se empeñó mucho el PTE de Eladio García Castro y Falcón no se opuso).

El último escollo a salvar entre todas las variopintas fuerzas convocantes, con el PSOE de Pepe Borbolla como buque insignia y el PSA de Rojas Marcos como fuerza emergente y que dos años después lograría 5 escaños en el Congreso, fue cual iba a ser la música que sonaría como cierre en la Plaza Nueva de Sevilla al concluir la manifestación y el discurso que Alfonso Guerra pronunciaría desde el balcón del ayuntamiento junto a un Parías, el último alcalde nombrado a dedo por la dictadura, Fernando de Parias Merry.

Los andalucistas propusieron que sonase el “Himno de Andalucía”, absolutamente desconocido entonces y que el PSA había rescatado diez meses antes, con la ayuda de Carlos Cano, de los archivos de un notario nacido en Casares (Málaga) encarcelado por el que reposa en La Macarena y asesinado por un comando falangista en agosto de 1936 en Sevilla, de nombre Blas Infante Pérez. Casi nadie sabía entonces nada sobre la figura de quien, con el paso de los años, sería proclamado ‘Padre de la Patria Andaluza’ por el Parlamento de Andalucia.

Dado que el 4D no estaba planteado como una manifestación partidista – hasta el yerno de Carrero Blanco, Mariano Borrero Hortal, convocó a la gente desde la Diputación de Sevilla- hubo quien consideraba que no era oportuno que sonara aquel ‘himno’ por las ‘connotaciones’ del notario Blas Infante, fusilado sin juicio por el Régimen a pie de carretera y sin que se conozca donde están sus restos a día de hoy. Recuérdese que el aparato del franquismo estaba intacto en 1977.

Contaba Falcón que aquel debate sobre la música se enquistó, que fue duro y largo, hasta que se le ocurrió una especie de transaccional, una oferta que no pudieron rechazar: que en vez de sonar una sola pieza fuesen dos. Fue cuando Falcón propuso que se oyese primero la voz de La Niña de la Puebla cantando ‘Los campanilleros’  y después el himno de Andalucia. Falcón logró el consenso con el que todos estuvieron de acuerdo, aunque a la hora de la verdad el mismo 4 de diciembre, la megafonía la manejaba un andalucista de primera hora llamado Manuel Fernández Floranes (quien luego sería delegado de Fiestas Mayores en el Ayuntamiento de Sevilla) y  ‘Los Campanilleros’ nunca sonaron… porque falló la cinta de cassette, explicaron.

 

Era el año 77, un lustro tuvo que pasar para que Andalucía lograse en 1982 su peleada autonomía «de primera» y su primer gobierno autonómico con Rafael Escuredo al frente, gobierno del que formó parte Falcón en varios cargos de segundo nivel, siempre cercanos a Pepe Borbolla que fue quien le rescató de las filas de un PCE que empezaba a no ser ni sombra de lo que había sido. Antonio supo marcharse sin dar portazos, con elegancia y mantuvo siempre una buena relación personal con sus antiguos camaradas del partido.

 

De cuando la Junta necesitaba espías 

De su etapa en la Junta, como DG de Política Interior, recuerdo una historia que nos unió al político y al periodista que la publicó y de la que, en muchas ocasiones, hemos recordado divertidos años después.

Andalucía tenía por fin su gobierno propio, pero un gobierno ciego y sordo. No manejaban información con antelación ni en tiempo real de lo que sucedía a su alrededor. Fue cuando en la Consejería de Gobernación empiezan a barajar la idea de hacer algo, crear algún mecanismo de información propia, al margen de la que interesadamente les facilitaba un reticente Cuerpo Nacional de Policía. En el primer mitin de Alfonso Guerra en Sevilla, ganadas las primeras elecciones generales, el número dos del PSOE, flamante vicepresidente, se enfureció como un basilisco al ver a su lado a un conocido y temido comisario represor en Sevilla de Brigada Político Social que velaba por su seguridad personal. El comisario fue cesado a la mañana siguiente.

Así, ante una necesidad que finalmente no se cubrió formalmente, se habló del SIJA, que no era otra cosa que un supuesto ‘Servicio de Información de la Junta de Andalucía.’ A Falcón se le situó siempre como la persona encargada de organizar la supuesta red de espías, pero aquello, que no pasó de ser una idea, dejó de tener validez muy poco después, con la llegada del PSOE al gobierno de Madrid en octubre y la puesta en marcha de canales de información con los medios propios de los aparatos de Seguridad del Estado.

 

‘Consigliere’ de Lele Colunga

Con la marcha de Antonio Falcón desaparecen para siempre infinidad de secretos de mucha gente, pero especialmente de Rafael Álvarez Colunga del que fue su amigo y abogado de cabecera. Yo siempre le dije con guasa que me recodaba a Tom Hagen en su papel de ‘consigliere’ en ‘El Padrino’  a lo que Falcón respondía ‘sí, de pelo empiezo a estar igual que Hagen’ y se reía.

Su trabajo durante años junto al singular empresario, el boticario Lele Colunga, marcó una dilatada etapa profesional al final de su vida laboral, lo que le permitió ampliar su red de amistades personales, de esas que duran toda la vida y con las que ha mantenido el contacto hasta que su estado físico se lo ha permitido.

Diez años sin Colunga

Artículo de Antonio Falcón en Confidencial Andaluz con motivo del aniversario de la muerte de Rafael Alvarez Colunga.

 

Falcón no fue un político al uso, cuando la política dejó de contar con él supo demostrar su capacidad para sobrevivir profesionalmente fuera de la militancia remunerada y sin que nadie le regalase nada. Era muy critico con la permisividad de la política con la corrupción sistémica.  Años atrás su impronta y trabajo ya la había dejado en el sector privado al frente del muy progresista Colegio Aljarafe como director y décadas después en el Colegio Mayor Maese Rodrigo.

Fue uno de los fundadores de la Academia de la Gastronomía y del Vino de Andalucía que, impulsada por Álvarez Colunga, se creó a finales de la primera década del siglo. Su actual presidente, Jesús Martínez, fue quien dio a conocer la triste noticia del fallecimiento de uno de los académicos más activos y queridos.

Y también fue Antonio Falcón alma mater de una tertulia mensual, nutrida en gran medida por miembros de la Gastrónomica, denominada ‘El último jueves’, creada tras la muerte en accidente marítimo de Álvarez Colunga y que mensualmente reúne desde entonces a los amigos que ‘Tito Lele’ congregó durante años  en distintos ámbitos de la vida social, política o económica de Andalucía y Extremadura.

Deja Antonio entre sus amigos habituales un vacío enorme, tan grande como la gran personalidad de este ‘mojino’ orgulloso de serlo por haber nacido en Alanís, que es como se les llama a los allí nacidos.

 

No pude darle las gracias…

Una de las cosas que se me quedó en el tintero de nuestra relación fue agradecerle a Falcón que me abriese la puerta para conocer el papel jugado por mis antepasados mojinos en los años 30 en Alanís. Me envió escaneadas varias páginas de un libro titulado “Mis recuerdos de Alanís” del que es autor Francisco Espínola Rubio, amigo y paisano de Falcón, (91 años) y donde se narra, entre otras muchas cosas, el entierro de mi bisabuelo “Moralo”, cubierto con la tricolor, con la banda detrás del féretro tocando el Himno de Riego y sin pararse en la Iglesia. «Un hombre bueno, solidario y republicano hasta la médula»,  lo definió Espínola que también me explicó cómo mi bisabuela les salvó a él y a su familia de morir a manos de un comando de falangistas de la Sierra Norte que les perseguían, enterrándolos ocultos bajo el trigo del cortijo donde vivían en el campo.

 

Aquel contacto con Paco Espínola me sirvió para recomponer una historia de la que nunca se habló en mi familia, pienso que por miedo al terror sufrido en aquellos años terribles de ignominia y pude recomponer el puzzle gracias a los buenos oficios y ayuda de Falcón. Muchos ‘vencidos’ acabaron nuevamente bajo la bota campera de los señoritos de muchos pueblos de Andalucía y Alanís no fue una excepción. Ese era uno de nuestros temas preferidos de conversación, analizar cómo y por qué sobrevivieron tantos señoritos y terratenientes a la democracia y con gobiernos de izquierdas. Lo dicho, nos quedaron tantas cosas pendientes.

 

Así se despidió Falcón de sus amigos

 

“Queridos míos : Disculpad que no os coja el teléfono pero es que me fatigo mucho al hablar. Agradezco vuestro interés y vuestros deseos y sobremanera vuestra amistad de tantos años ya. Creo que estamos en el sitio en el que nos toca estar y volveré con vosotros pero cuando tenga la completa seguridad de que no voy a poner en riesgo vuestra Salud ni vuestro rojerío recalcitrante. Cuidaros, que este bicho chino es muy trabajador y a nosotros no nos ha hecho falta ir a fiestas para cogerlo. Un abrazo”

Este fue el último mensaje que Antonio Falcón escribió a sus amigos más cercanos el lunes día 19 de octubre pasado en el grupo de Wasap bautizado como “El último jueves”, tertulia de la que era  el alma mater.

Dos días antes, el sábado día 17, Falcón nos había dado la noticia de su contagio y el de su mujer con este otro texto:

“Queridos amigos: Aunque hace tiempo que no nos vemos, me siento en la obligación de informaros de que mi mujer y yo hemos dado positivo en COVID, por si queréis haceros la prueba”.

También nos explicaba, ante la sorpresa y  el temor general de todos, cómo había sido su proceso para detectar el contagio:

“Llevo unos días con fiebre muy alta, más de 38, y mucha tos. Pensaba que se trataba de un catarro fuerte pero por precaución me hice  dos pruebas en una farmacia. La primera analizando una gota de sangre me dio negativa, pero otra que consiste en tomarte una muestra de las mucosas nasales ha sido positiva”.

A partir de ese momento se inició un tenso compás de espera de tres días, hasta que el  jueves 22  José Luis Montoya, miembro de la tertulia, nos informa que Antonio “Está en la UCI”.

En puertas del último jueves de octubre que caía ese mes en el día 29 todos, de forma unánime, decidimos no celebrar el tradicional encuentro gastronómico en Becerrita, precisamente a la espera de la evolución de Falcón del que se empezaban a conocer aspectos nada alentadores.

El día 31 se nos dice que se encuentra “en coma” y el día 3 de noviembre leemos: “Está muy mal. Siento decirte esto, pero ha empeorado. Tenemos que rezar por él”.

Dos días después, el sábado 5, parece que la crisis se agrava: “que Antonio está muy mal muy mal y que creían esta mañana que se iba”.

Tendrían que pasar cinco días más sin evolución favorable hasta que el martes 10 de noviembre, José Luis Montoya de nuevo, es el que nos da la triste noticia que confirmaba los peores augurios: “Falcón ha fallecido. Dios lo tenga con Él”.

Uno de los primeros en reaccionar fue el General de la Guardia Civil. Pepe Píriz: “Se nos va una excelente persona y un gran amigo. Dios lo acogerá como se merece. Una oración por él”.

Antonio Carrillo tampoco ocultó su gran tristeza por el desenlace del proceso: “Que pena que perdamos a una persona entrañable como Antonio, creía que lo iba a superar. Mis oraciones para él y tenerlo siempre en el recuerdo”.

Todos los mensajes que siguieron iban en la misma línea, como el del empresario Ángel Camacho: “Vaya por Dios, hemos perdido un buen amigo y un gran hombre. Dios lo acoja en su gloria”. Pepe Cañete, era otro amigo consternado, “Que pena más grande, era un hombre cariñoso y educado, lo tendré siempre en mi memoria” o al empresario aceitero Juan Ramón Guillén “No me lo esperaba, ahora a rezar por él y que él en el cielo estoy seguro que le gustaría que nos reuniésemos los últimos jueves en memoria de nuestro inolvidable Lele y ahora si alguno de nosotros toma la batuta de nuestro querido Antonio añadiremos un recuerdo más a la comida. Hoy a rezar por los dos”.

Así, en el contexto de una tertulia, su tertulia, se vivió el último viaje de un entrañable amigo que, sin renunciar jamás a sus principios como hombre progresista y de izquierdas, fue siempre capaz de dialogar, propiciar el diálogo y el acuerdo con quienes no pensaban de la misma forma. Y, por supuesto, sostenía grandes debates políticos con los contertulios más de derechas a los que respetaba y le respetaban.

La noticia de su muerte saltó de inmediato a las redes y la consternación de los muy amigos se extendió por Sevilla y Andalucía entre decenas y decenas de personas que algún día le quisieron porque se cruzaron con él en la vida.

Que descanses en paz querido Antonio.