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En precampaña

El tercer churro es la campaña de amenazas emprendida hace meses por Sánchez contra empresarios de postín (los del puro) y sus empresas.

De entre los múltiples temas con los que Sánchez nos va a dar la tabarra en la precampaña para las autonómicas y municipales del 28 de mayo, hay tres que darán un juego especial.  Uno es lo del “solo sí es sí”, joya legislativa sanchistapodemita con la que se pretendía incrementar las penas a los delincuentes sexuales. Y, por el contrario,  desde su entrada en vigor, el pasado 7 de octubre, ha logrado el perverso “éxito” de rebajar las penas a alrededor de un millar de convictos, con más de un centenar de ellos puestos, sin más, en la calle. Certificados tales resultados, lo más tremendo del caso es la dejadez y la incapacidad mostrados por Sánchez ―a pesar de ser el campeón histórico de los decretos-ley―, para rectificar y cortar rápidamente el constante goteo de beneficiados por esa malsana ley. Parece que, quizás, en pocas semanas, pueda aprobarse una nueva ley sobre el tema. En fin, todo un fenómeno que, en otro  país europeo, hubiera acabado, en su caso, con una coalición de Gobierno a tres bandas como la que padecemos. O, al menos, con la ministra promotora del bodrio, en este caso, Irene Montero, quien aparece como la más eficaz protectora de los delincuentes sexuales. Y ahí sigue como “paladín” de la igualdad.

La segunda basura sanchista es la trola del eufemísticamente llamado “apaciguamiento” del problema catalán. Una patata caliente que Sánchez ―genuina versión del chuleta de billares―, ha tratado de vendernos como manjar frío, mientras se regodea esperanzado mirando hacia las generales de finales de este año. Señuelo que el inquilino de San Jaime ya ha derribado, reavivando la matraca de un referéndum de autodeterminación, llamándole no sé cómo, pero con la finalidad no ocultada de romper España. Está claro que el carajillo catalán ha dado ya por amortizada la diligente barrabasada de Sánchez (que sí se muestra veloz para satisfacer los intereses de los secesionistas), aquélla con la que, en un par de semanas, borró del Código Penal el delito de sedición, existente desde antes de Viriato.

Y el tercer churro es la campaña de amenazas emprendida hace meses por Sánchez contra empresarios de postín (los del puro) y sus empresas. Empeño en el que Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, empresa multinacional del sector de las infraestructuras, le ha dado un fuerte sopapo, al lograr que su  Asamblea General aprobase, el pasado jueves y por abrumadora mayoría, trasladar su sede social a los Países Bajos. El bofetón contra el ego sanchista  está muy bien dado, bien que ese traslado empresarial no deba ser motivo de alegría, ya que supone una valoración a la baja de la credibilidad económica de nuestro país. Asimismo, ese movimiento pudiera contagiarse a otras empresas. Así que menos aspavientos gubernamentales y censuras verbales y más ponerse al tajo para ofrecer a las empresas unas condiciones favorecedoras de su permanencia en España.