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¿Es planteable un #ViernesNegro en Canal Sur?

La provisionalidad de la RTVA durante años, un motivo más que justificado para exigir soluciones.

Los compañeros y compañeras de RTVE han puesto en marcha una iniciativa reivindicativa ante la opinión pública española que no está pasando desapercibida para nadie. Su hashtag en las redes es #ViernesNegroRTVE.   

 

Vestidos de negro, cada viernes, los profesionales del ente público exigen el relevo del peor presidente que ha tenido TVE en lo que llevamos de democracia y también del actual Consejo de Administración, todo ello en virtud de una Ley aprobada y consensuada por todos los partidos en el Congreso y que el gobierno del PP mantiene ahora en el congelador.

 

Esta campaña, donde unos profesionales optan por vestir de negro en vez de llevar “a negro” la pantalla de la televisión que pagamos todos, está dejando con el trasero al aire a mucha gente, empezando por los jóvenes turcos del PP, las promesas del post rajonismo, esos mismos que ayudan con su silencio a activar leyes mordaza al tiempo que se concentran con la pancarta “Je suis Charlie” para defender, decían, la libertad de expresión de los periodistas, humoristas, opinadores…

 

Aún se recuerda aquella foto tomada en el paseo de Almería, copada por dirigentes políticos con caras de circunstancia, rodeados de periodistas que parecían encantados de compartir un gran selfie, y eso que alguno de aquellos políticos acabaría insultado y denunciando a un colega de El País por haber publicado una información sobre sus manejos en los bajos fondos mercantiles de la política almeriense. – “con su pluma ha procedido a ser un canalla, así de claro” afirmó.

 

 

La campaña de los profesionales de RTVE también ha dejado en evidencia a la plantilla de nuestra radio y televisión pública, vulgo “La Nuestra” y sálvese quien pueda que son muchos.

 

 Nunca es justo generalizar. Si, esa misma plantilla que durante años dio la sensación de estar más preocupada por sus derechos laborales que de los profesionales, incluyendo en este caso aspectos éticos, estéticos y deontológicos, cuestiones importantes tratándose de un medio público. Pasó por ejemplo con los contenidos del ‘Vaya tela’ el verano pasado – el Sálvame andaluz- obligados a modificar la línea de contenidos tras las protestas generalizadas por ridiculizar en términos machistas a la modelo y actriz, Amaia Salamanca. Todo pasó porque no sabían los que lo editaron que la señora era familia política del ex-consejero de Justicia, Emilio de Llera y amigos todos de la propia Susana.

 

Una plantilla que como tal no se ha implicado en la mejora de la calidad del servicio público, que parece que se ha sentido cómoda y satisfecha con las escasas notas informativas (voces de alarma, tranquilizadoras de conciencias) emanadas desde los despachos de las secciones sindicales y profesionales de la RTVA, por cierto, la única chinita en el zapato de los sucesivos directores generales.

 

 

Una plantilla que, desde luego, no podrá decir que desconoce los manejos políticos que históricamente viene sometiendo el poder socialista desde San Telmo y San Vicente a Canal Sur,

 

 como tampoco desconoce que esa situación se ha perpetuado en los últimos años gracias a la complicidad del PP, antes con Arenas/Zoido y ahora con Juanma Moreno, al que le dejan colocar unos cuantos tertulianos de su cuerda y de propina le sacan vareando aceitunas en Jaén o montado en su ppmóvil por Andalucía.

Pero ya se ha dicho que no sería justo meter en el mismo canasto de las responsabilidades a todos los trabajadores de la empresa pública. Ni mucho menos.

 

Responsables son los que tienen o han tenido poder de decisión en la RTVA, unos más y otros menos, especialmente los llamados «comisarios del partido». De la calidad profesional que abunda en la casa nadie duda, porque a pesar de la inestabilidad reinante queda demostrado su buen trabajo a diario; como tampoco nadie duda allí dentro sobre la cantidad de parientes y familiares de gente notable del PSOE ( y otros) que han tenido “la suerte” de estar allí colocados, muchos de ellos de por vida y no todos eran los más capacitados de la bolsa de trabajo.

 

Sin irnos muy lejos en el tiempo, hace ahora dos años, la opinión pública tuvo noticia, vía Audiencia Nacional, sobre el caso Ausbanc-Manos Limpias de que la RTVA había sido un cortijo particular para el Sr. Pineda, con un ilustre capataz incluido. Tras publicar aquí aquellas conexiones, fue cuando desde San Telmo se ordenó a Joaquín Durán que despidiese al hasta entonces poderoso Antonio Ramírez, – hombre de confianza durante décadas de Gaspar Zarrías en la RTVA- como responsable de Antena y cuyo nombre aparecía en el sumario de la trama Ausbanc mezclado con facturas, contratos, galas y agasajos postineros de por medio.

Luego se fueron conociendo detalles de las relaciones urdidas desde su restaurante que hacían bastante increíble el que no fuesen conocidas por la cúpula de Durán Ayo, subdirector en funciones de director general.

 

“Allí comía todo Dios” comenta un técnico de la casa.

 

En todo caso la conclusión al asunto es chusca: o los directivos eran cómplices y dejaban hacer a Ramírez con Luis Pineda mirando para otro lado o no veían ni escuchaban la tele y la radio que dirigían, ya que de haberlo hecho habrían comprobado que Pineda era personaje fijo e imprescindible en las parrillas de varios programas estelares de la casa. En el mejor de los casos, decepcionante y preocupante tanto despiste y falta de reflejos.

 

Tampoco se ha alzado la voz en estos años por el manejo poco transparente de millones de euros destinados a la producción ajena, esto es la que realizan productoras externas, las populares y selectas ‘patas negras’ de Canal Sur.  Esas mismas productoras que con políticas laborales más africanas que europeas, hacen casi todo menos los informativos de la casa.

 

Un ejemplo reciente. Canal Sur se ha gastado más de 250.000 euros hace dos meses en seis programas de debate  –a 43.000 euros cada uno- con Paco Lobatón al frente, fracaso de audiencia y retirado sin avisar, hecho por una productora – Uncía Producciones– que nadie conocía y que se acaba conociendo en los periódicos del Grupo Joly  que en realidad es propiedad del tándem de ex directivos de la RTVA Lepo y Romacho. Que nadie haya abierto la boca, empezando por la propia dirección de la RTVA para dar explicaciones, viene a rubricar esa sensación que se percibe desde fuera de cansancio y pasotismo generalizado entre los trabajadores, todo ante un compadreo escandaloso en la gestión presupuestaria donde la información y la transparencia brillan por su ausencia.

 

Que ilustrativo resultaría que en la web de la RTVA apareciesen, detallados y claritos, los procesos y criterios de selección en la contratación de producciones externas y, entre esos detalles, los nombres de quienes están detrás de esas mercantiles de nombres raros y difíciles de memorizar; alguna incluso como meros instrumentos de sus dueños por problemas concursales en sus matrices. O más sencillo todavía en aras de la transparencia de la que tanto presume el gobierno, que junto al logotipo final de Canal Sur en cada producción ajena se ponga algo así como: “Este programa le ha costado a los andaluces X miles de euros”.

 

Solo la transparencia en la gestión y la pluralidad, sin sectarismo en los contenidos, salvarán el futuro de la RTVA y a sus profesionales.

 

Todos recordarán el cierre a las bravas de la valenciana Canal 9 y el trauma profesional, laboral y social que supuso aquella decisión que, de inmediato, provocó que se levantasen alfombras  que cubrían abundante basura y corrupción en el ente manejado por el PP. Fue cuando los profesionales de Canal 9 empezaron a contar lo que nunca antes se habían atrevido a denunciar y un repaso a las hemerotecas nos da idea de la gravedad de las muchas cosas conocidas a posteriori y que ocultaron a la opinión pública valenciana que eran –quizás lo olvidaron– la que de verdad pagaba sus nóminas vía impuestos. Una actitud, para muchos sectores sociales y profesionales no considerada ni valiente ni decente; en algún caso concreto los denunciantes a toro pasado aparecían  como cómplices arrepentidos  de lo vivido, manipulado y ejecutado.

 

Los trabajadores de Canal Sur saben mejor que nadie que la interinidad en la que está sumida la empresa pública no se resolverá mientras no queden pergeñadas las líneas maestras del modelo de radio y tv que, como servicio plural, público y necesario, queremos financiar los andaluces para el futuro. El actual modelo es caro, no lo respalda la audiencia y solo sirve para beneficiar al poder político, no a la ciudadanía en general. ¿Tiene sentido que con los impuestos de los andaluces hagamos una televisión exactamente igual ( o peor en muchos casos) que Tele 5 o Antena 3?

 

Esta situación de incertidumbre afecta también, y de qué manera, a otros profesionales del sector audiovisual encuadrados en las contadas productoras que sobreviven gracias a los presupuestos de la nuestra. Un sector al que la RTVA no ha sido capaz de impulsar y fortalecer, más bien al contrario, contraviniendo así el espíritu de la creación de la RTVA, apostando por concentrar la actividad en muy pocas productoras, la mayoría con ex-directivos de “la casa”  que conservan sus varas de mando. O dándole la gran porción del pastel de producción diaria a Andalucía Digital Media (ADM), empresa con capital público mayoritario de la Junta en clara competencia con el sector privado, aunque en su consejo tenga la simbólica presencia de algunas patas negras. Por cierto, allí anda contratado el ex-director general de la RTVA, Rafael Camacho como  responsable financiero y al frente de la misma otro ex directivo de Canal Sur, Ricardo Llorca. Siempre los mismos, con los mismos o mejores sueldos, aunque en distintos despachos, pero siempre con la oportuna bendición apostólica del PSOE y, en estos casos andaluces tan sensibles, por la propia Susana Díaz y su vicepresidente Chiquimaster-chef presidencial para la repostería mediática. El caso de la ex directora de la radio, Inés Alba, ha sido una de las últimas recolocaciones políticas.

Reformar la Ley de la RTVA que permita su desbloqueo sigue siendo una asignatura anunciada y prometida en los acuerdos de investidura con Ciudadanos, pero a la que el PSOE no quiere meterle mano. Y no lo hace porque sabe la rentabilidad política que les supone el hecho de que la RTVA, más que promocionar la gestión del PSOE en todos sus ámbitos de actuación, que también, no saque aquellos asuntos, personas o informaciones que perjudiquen a sus intereses políticos.

 

¿Han visto alguna vez al médico Jesús Candel (Spiriman) en directo en un plató de Canal Sur Tv?. Yo no

 

 

Se acercan unas autonómicas y unas municipales. De camino llegará la sentencia por los Eres. Los sumarios contra la corrupción municipal empiezan a estallar en los juzgados de aquí y de más allá ( alguno viene de camino en el corazón sevillano del susanismo) y con esos sumarios pierde el que maneja o ha manejado más poder y dinero. A la televisión pública andaluza la tienen encorsetada en lo políticamente correcto y solo emite lo que le interesa a quien manda, que para eso ya se han encargado de que sea la más vista, aunque su media de audiencia esté en un modesto 9%.

 

Porque esa es otra y merecería un capítulo aparte, la política de concesiones administrativas que la Junta está llevando desde 1982 en que asumió las competencias en adjudicaciones de frecuencias de radio y más tarde de la tv digital. Zapeen por el dial de su televisor y verán para lo que han quedado la mayoría de las concesiones audiovisuales digitales otorgadas por la Junta. ¿Dónde están los puestos de trabajo que se comprometían por ley a crear los adjudicatarios?

 

Por eso Canal Sur sigue siendo para el PSOE un instrumento potente en sus manos, control que no dejará escapar para dar ventaja al adversario electoral, de igual forma que sigue queriendo impulsar una cadena regional privada tras el primer intento fallido con 8Tv. El PP montó la suya en su día, pagando los municipios, claro, y también naufragó. Pero parece previsible que las campañas por venir serán en las teles y esa es la explicación más creíble a la parálisis de la RTVA, no cambiar aquello que les ha funcionado tan bien durante treinta años.

 

En todo caso habrá que reconocer que, es mucho más angustioso el largo compás de espera de los compañeros y compañeras de Canal Sur, que el que padecen los de RTVE.

 

Porque en Madrid saben, a estas alturas, que ya queda menos para quitarse el luto. Aquí parece impensable un #ViernesNegroRTVA y no será porque les falten motivos para decir ¡basta! a muchas cosas, especialmente a la inestabilidad políticamente interesada de tantos años y la consiguiente pérdida de credibilidad como medio.