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Escraches a Iglesias

Hoy es víctima del odio que ha ido esparciendo en su vida por ambición y sin escrúpulos.

 

Ciudadanos contrarios a Pablo Iglesias vienen molestando al líder bolchevique y su familia en su domicilio de Galapagar. La desproporcionada respuesta de Interior, privatizando la calle con control de fuerzas de seguridad aplicando la ley “Mordaza”, vulnera impunemente derechos civiles de la ciudadanía. No apruebo los escraches, aunque es justicia poética que los padezca quien los defendió hasta alcanzar la élite del poder. Me pregunto si ocurriría lo mismo viviendo en Vallecas.

 

Estando de vacaciones en Asturias, Iglesias dice haber recibido amenazas; por una pintada en una carretera sin que lo hayan increpado directamente, decide abandonar el lugar y organizar una campaña victimista apoyado por los suyos y el gobierno. Falsa propaganda política como la denuncia del robo del teléfono de Dina. Denuncia amenazas a sus hijos. Él, que apoya a quienes amenazan a hijos de policías en Cataluña y País Vasco. Sus hijos no son de mejor condición. El vicepresidente y su señora creen ser dignos de una legislación especial, distinta a la que se aplica al resto de los españoles. Nuestros políticos ignoran los múltiples problemas que se generan en muchos barrios con okupas de viviendas, con vecinos que trafican con drogas, el ejercicio de prostitución en bloques, manteros, actividades que provocan peleas, riñas, voces, ruidos, escándalos… a cualquier hora del día y de la noche sin que hayan aportado ninguna solución en 40 años.

 

Quienes defendían los escraches como una interpelación del pueblo a las élites, cuando son la élite del país y lo reciben exigen que actúe la fiscalía, no sé bien haciendo qué, y que las fuerzas de seguridad detengan o disuelvan a palos al pueblo que lo escrachea.  Nada mejor que llegar al poder aspirando a romper la nación para imponer una dictadura como las de repúblicas comunistas existentes en el mundo, para exigir un trato privilegiado de protección para sus líderes contra los ciudadanos. Va en la ideología. Cuando se ha dicho que ETA estuvo justificada políticamente, que no puede decir la palabra España por repulsión, que disfruta orgasmos al ver patear la cabeza a un policía, cuando se pide el acercamiento y salida de prisión de asesinos terroristas no debería extrañarse de la respuesta que recibe. Quienes hemos pasado años mirando los bajos del coche y enterrando a amigos y conocidos asesinados por ser policías no se lo perdonaremos nunca. Iglesias no es un rival político, es un enemigo.

 

Enrique Santiago, secretario general del PCE, acusa a miembros de extrema derecha y Vox de ser autores de los escraches. ¿Esos no tienen derecho a pensar como quieran ni a ejercer sus derechos? ¿Ha manifestado él alguna crítica a las agresiones y acosos contra los mítines de Vox o Cs de filoterroristas independentistas en el País Vasco y Cataluña? ¿Esos pueden insultar y agredir y los de derecha no pueden gritar a las élites comunistas? Este comunismo de Garzón, Iglesias y otros no es democrático; han involucionado 40 años y son bolcheviques, guerracivilistas, no aceptan las reglas de la democracia y si pudieran impondrían una dictadura. No podrán ni con el apoyo de Pedro Sánchez, preocupado de su poltrona más que del país.

 

Iglesias impidió a Rosa Diez hablar en el templo de la inteligencia, la universidad; nada dijo ante el escrache a Cristina Cifuentes ni en otros. Hoy es víctima del odio que ha ido esparciendo en su vida por ambición y sin escrúpulos. Iglesias, con una protección desproporcionada, es receptor del derecho de la ciudadanía a aplicarle el “jarabe democrático” que él reclamaba. El vicepresidente del Gobierno lleva toda su vida sembrando odio. ¿Qué esperaba cosechar?