The news is by your side.

España, el país de la paradoja

No hay día en el que no nos despertemos con “asertos inverosímiles o absurdos con apariencia de verdades”.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término paradoja como “idea extraña u opuesta a la común opinión y el sentir de los hombres”, una definición bastante machista que debería de ser modificada con la añadidura de “mujeres, hermafroditas y otros seres humanos”, para ser políticamente correctos y evitar que las paradojas se viesen obligadas a ser de dominio exclusivamente masculino. Pero es en su segunda acepción donde quiero centrar el contenido de este artículo. Dice la RAE que paradoja es la “asersión inverosímil o absurda que se presenta con apariencia de verdadera”. Y en eso, les aseguro que los españoles (y españolas) vamos más que sobrados. Somos los reyes de las paradojas.  Diría aún más, España en sí misma es actualmente una paradoja, un país inverosímil y absurdo que se presenta con apariencia de verdadero”. Eso es lo que deben pensar nuestros vecinos franceses o alemanes ante el cúmulo de despropósitos y embolaos que les proporcionamos un día sí y otro también.

 Sólo basta abrir un periódico, poner la radio, encender la tele o entrar en cualquiera de las diferentes redes sociales que pueblan internet, para comprobar las miles de paradojas que diariamente salen por la boca de nuestra impresentable clase política. Desde las habituales sandeces de Rajoy, Montoro o Cifuentes a las pamplinas demagógicas de Pedro Sánchez y Susana Díaz, pasando por los frecuentes rebuznos de Rufián, Colau y sus colegas podemitas, o las mentiras y las falsificaciones históricas de los independentistas catalanes, no hay día en el que no nos despertemos con “asertos inverosímiles o absurdos con apariencia de verdades”. Y es que en aparentar, lo que se dice aparentar, los españoles somos unos expertos.

No hay día en el que no nos despertemos con “asertos inverosímiles o absurdos con apariencia de verdades”.

Si como muestra vale un botón, les voy a poner algunos ejemplos de paradojas que vivimos habitualmente. Un paìs que se declara mayoritariamente católico, que se echa multitudinariamente a la calle en manifestaciones religiosas como la Semana Santa o en romerías como el Rocío o la Virgen de la Cabeza, alimenta y da alas a absurdas propuestas anticlericalistas encabezadas por una minoría de supuestos “progresistas” que siguen con la anticuada copla marxista de que “la religión es el opio del pueblo”.

 Item mas. Un país que apoyó con casi el 90 por ciento de sus votos la Constitución de 1978 que instauraba la monarquía parlamentaria como régimen de gobierno, se declara ahora mayoritariamente republicano, repudiando la bandera y el himno constitucional y sacando a la calle a la menor oportunidad, venga o no al caso, la enseña tricolor y el himno de Riego evocadoras de trstes y trágicas épocas, como normas identitarias de la misma izquierda que en su momento defendió la actual Constitución.

 Un país que sin derramar una gota de sangre (aunque ETA se encargó de recordanos a todos con más de 800 muertos la diferencia entre la fuerza de la razón y la razón de la fuerza) y gracias a la negociación y los pactos ha conseguido un sistema descentralizado que es ejemplo hasta para las naciones federalistas más modernas, contempla estupefacto como alguna de sus autonomías históricas, que gozan de un poder casi ilimitado, planean y ejecutan un golpe de Estado sin que el propio Estado ponga los medios para impedirlo o castigarlo y tenga que ser el “tercer poder”, el judicial, quien pare los piés de los golpistas.

Al final sólo nos quedan algunas frases para el recuerdo, ya saben aquellas de “la imaginación al poder”, la de “seamos realistas, pidamos lo imposible” o la de “debajo de los adoquines está la playa”.

 Un país con un idioma, el español, que es el segundo más hablado y que lo utilizan más de 450 millones de personas en todo el mundo, comprueba incrédulo como ese idioma es ninguneado en los centros de enseñanza, en los medios de comunicación y en el día a día, en beneficio del inglés o del catalán. Y el Estado no mueve un dedo. Inaudito. Paradojas de la vida.

 Podría seguir poniéndoles muchos más ejemplos de las numerosas paradojas que vivimos y sufrimos cada día, pero no quiero aburrirles. Sólo me basta decirles que, ahora que se cumplen cincuenta años del famoso Mayo del 68 francés, es tiempo de recordarle a algunos nostálgicos de las revoluciones, tanto las victoriosas como las fracasadas, que éstas solo sirven para remover los cimientos de las sociedades adormecidas y despertarlas de su letargo. Al final sólo nos quedan algunas frases para el recuerdo, ya saben aquellas de “la imaginación al poder”, la de “seamos realistas, pidamos lo imposible” o la de “debajo de los adoquines está la playa”. Todo tan bonito como la camiseta del “Che” o la reproducción del Guernika de Picasso. Algo es algo. Que, hay que reconocerlo, en estos tiempos de pobreza e idotez cultural no es poco.