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Habemus Papam

Éstos y los otros separatistas que coinciden, desde trincheras distintas, pero a la postre iguales, en el “ho tornarem a fer”, tienen la llave de la gobernación.

 

Esta vez el Espíritu Santo laico ha estado distraído. Buscó primero un candidato sabiendo que no iba a prosperar, pero al parecer, quería hacer sufrir al pueblo fiel. Finalmente, el Cardenal Protodiácono, en forma de Presidenta de las Cortes Generales anunció hoy pasado el mediodía… “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam”.

Ea. Pues ya tenemos de nuevo al S.G. de este PSOE como Presidente del Gobierno.

Y mi deseo como militante socialista y como español es que le vaya, que nos vaya bien. Que nadie le dude. Primero, España, luego el PSOE, y después nosotros, los militantes. Así lo tenía de claro un socialista de pies a cabeza llamado Ramón Rubial, del que tanto tenemos que seguir aprendiendo las nuevas generaciones de militancia socialista y no socialista.

Pedro Sánchez ya es, de nuevo, el Presidente del Gobierno. Pero en mi opinión, el precio pagado por ello, me resulta exagerado.

Las líneas rojas traspasadas, son de difícil aceptación dentro y fuera de la militancia y de muy imposible retorno para la memoria colectiva de votantes y militantes; y creo es, más alta de lo que muchos hoy, en medio de la euforia y alegría por la victoria, creen.

Y lo peor es que la supervivencia del día a día del Gobierno (veremos los niveles y cesiones en su formación) dependerá de un ególatra y desnortado prófugo de la justicia al que le importa un comino que le vaya bien a España. Antes al contrario, cuanto peor, mejor para él y sus correligionarios. Y creo, también, que el bienestar de los catalanes le importa otro tanto de lo mismo.

Éstos y los otros separatistas que coinciden, desde trincheras distintas, pero a la postre iguales, en el “ho tornarem a fer”, tienen la llave de la gobernación. Y difícil será quitársela porque ya sentenciaron y quedó en el Diario de Sesiones: «Nosotros hoy aquí tenemos capacidad para obligarle, a acabar con la represión hoy y para obligarle, quizá, a que se vote un referéndum mañana». Y además presumen altivamente de que son ellos quienes tienen capacidad para «obligar» al Presidente Sánchez a convocar un referéndum y le avisa: «No se la juegue».

Y por si fuera poco, les dictan sus comportamiento en la vida orgánica interna del Partido: no tiene usted, señor Sánchez, alternativa para pactar, y más le conviene escuchar a Zapatero y no a Page. Es usted Presidente porque los otros sólo tienen a Vox, y ciertamente, nadie quiere, desde el otro lado de la trinchera a un Gobierno donde Vox tenga la capacidad de influir en el moderado Feijóo que vino de Galicia a centrar al PP.

Otrosí, el socio privilegiado para el nuevo Gobierno, tiene cuitas internas en su alborotado camarote de los Marx (De Karl, y también de Groucho, Harpo, Chico y Zippo). En ese camarote, algunos incluso decían días atrás que no le harían ascos a un Ministerio desde donde les fuera más fácil seguir los asuntos de su Comunidad Autónoma y sólo de la de ellos. Léase Compromís y Valencia.

Creo que la sonriente lideresa de ese constreñido camarote mucho tiene que ordenar en su alborotada casa donde, además una parte de esa variada fauna lucha por evitar su extinción, y donde, sobre todo, la longa mano del otrora todopoderoso líder y Vicepresidente del Gobierno sigue manejando desde una calculada penumbra a sus cinco terminales en el “sumatorio” final donde se integran a la fuerza, y empeñado está en mantener sus ínfulas personales y familiares.

Pero si esto ocurre en este lado del campo, para qué contar cómo andan las cosas en la acera de enfrente.

Si Feijóo no se decide a ver lo que no ha querido ver hasta ahora, lo que realmente es corrosivo su socio y no pone remedio, España tiene realmente complicada su gobernación alternativa.

No pueden las dos alternativas de Gobierno de España estar al dictado de los abascales de turno por un lado y de los del camarote y los separatistas excluyentes por el otro.

En la derecha, Feijóo debiera descubrir de una vez por todas que el forúnculo que tiene adosado y bien hendido en el tejido, con riesgo de grave infección al resto del cuerpo, le impide cualquier atisbo de gobierno con otras fuerzas de centro o derecha, periféricas, nacionalistas o no. Sus soledades en su fallida investidura y en la votación de la elección de Pedro Sánchez, debieran hacerle reflexionar sobre qué quiere ser de mayor. Y ya va siéndolo.

También lo avisó Rufián: señor Sánchez, usted nos tiene a nosotros, porque frente están el PP y Vox.

Feijóo debe soltar el lastre de FAES, del aznarato y de los tentáculos de éste en la sede de la Comunidad de Madrid en Puerta del Sol donde tanto gusta la fruta; y si es capaz, debiera buscar dentro de Génova y sus periferias, los restos que le queda de un centro liberal. Unos ejercicios espirituales ante el espejo, le deberían alejarse del riesgo de que los de la derecha extremísima lo pueden llevar a una “orbanización” o “melonización” de sus postulados de manera más clara aún que los que ya empieza a asumir en sus contaminados gobiernos regionales donde ha anidado ya el huevo de la serpiente abascaliana.

España se merece centrarse desde un lado y otro. Machaconamente digo que eso les concierne a los líderes nacionales de PSOE y PP. Que hagan la lectura real de lo que le mandaron hacer los españoles el 23 de julio. Que no hagan caso a sus extremos derechos e izquierdo. Jueguen por el centro. Busquen jugadores que raseen el balón; que sepan combinar, negociar, transar, renunciar y aceptar. España se lo agradecerá a los dos.

Mientras, por el bien de España, piensen en cada jugada antes de mover el balón. Le toca a Pedro Sánchez poner la pelota en juego. Juéguela bien, por favor. Sin patadas marrulleras. No haga faltas. No menosprecie al contrario. Es sólo adversario, no enemigo. No se ponga en fuero de juego. Hay mucho VAR y mucha cámara observando, y al final, el gol no subirá al marcador si no juega conforme al reglamento. Y todos queremos ganar. La afición se lo merece. La afición es España. Y eso no es cualquier cosa. Primero, España. Después, todo lo demás.