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Justicia por el asesinato del activista Lucas Villa en Colombia.

Lucas fue un hombre que abanderó el respeto, la solidaridad, empatía y compasión por los demás como parte de la naturaleza humana.

 

Expresamos nuestra solidaridad, respeto y apoyo a la familia, los amigos y la comunidad de Pereira en Colombia por la muerte de Lucas Villa Vásquez de 37 años, Estudiante de Ciencias del Deporte y la Recreación de la Universidad Tecnológica de Pereira, quien falleció la noche de este pasado lunes 10 de mayo, luego de recibir 8 impactos de bala por parte de un escuadrón de la muerte. 

 

Lucas fue un hombre que abanderó el respeto, la solidaridad, empatía y compasión por los demás como parte de la naturaleza humana que nos debe caracterizar como sociedad mundial. Siendo un ejemplo para su comunidad y un estudiante destacado por su labor en pro de la buena salud mediante el ejercicio físico-mental al igual que del diálogo político-social. Por ello, hoy debemos alzar nuestra voz en su nombre y enarbolar estos principios ético-morales que lo distinguieron en su corto paso por esta vida, pero que nos dejaron una huella imborrable con su partida.

 

La crítica situación que atraviesa el pueblo colombiano es desgarradora y más cuando los jóvenes que son el futuro de esa nación, son asesinados solo por ejercer su derecho a expresar su pensamiento y por hacer pensar a los demás en una Colombia más justa, donde todos tengan las mismas oportunidades de crecer integralmente desde diversos espectros del conocimiento humano, libres del flagelo de la violencia y la lacra de la corrupción institucionalizada que tiene secuestrado a ese país desde hace muchas décadas. 

 

Sumado a lo anterior Colombia se ha transformado en una república gobernada no solo por una elite política que no asume su cuota de co-responsabilidad en cuanto a la polarización socio-económica que su pueblo sufre. Lo expresado en detrimento de sus derechos y garantías sociales que además se ven trastocados por los fenómenos del narcotráfico, sicariato, terrorismo, operación de guerrillas y grupos armados clandestinos, que se han convertido en poderes facticos que controlan gran parte su territorio, junto a las constantes violaciones a los derechos humanos por algunos sectores de las fuerzas policiales y militares del propio Estado que no le aseguran a la población el respeto a su integridad física. 

 

De esta manera, nos sumamos a la denuncia que ha hecho la sociedad civil y la comunidad internacional, al exigir un diálogo crítico, reflexivo y deliberativo que abra camino a un nuevo proceso de paz, logrando poner fin a la naturalización de la muerte y la violencia como herramientas que han sustituido a las políticas públicas que deben regir a todo Estado Social de Derecho.