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¿La California o la Jamaica de Europa?

Han pasado los años, las décadas y Andalucía no logró ser la California de Europa.

Todavía me resuena en los oídos la categórica frase que pronunció el ex presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla nada más tomar posesión de su cargo, allá por la década de los ochenta del pasado siglo. “Los socialistas vamos a convertir a Andalucía en la California de Europa”, dijo Pepote, y se quedó tan pancho. Quizás hasta se lo creyera. Bueno, pues han pasado los años, los lustros, las décadas y, tras casi medio siglo de gobiernos socialistas ininterrumpidos, Andalucía sigue ocupando uno de los últimos lugares, si no el último, en el ranking de desarrollo de la Unión Europea. Acaba de hacerse público un estudio realizado por la Universidad de Gotemburgo para la UE que valora la imparcialidad de la prestación de los servicios públicos, la calidad institucional de los gobiernos regionales y nacionales y el nivel de corrupción.

 Somos los peores valorados en imparcialidad, y en cuanto a corrupción sólo nos superan Baleares, Galicia y Canarias. Vamos, que más que California, Andalucía, tras casi medio siglo de gobiernos socialistas, se parece cada día más a Jamaica o Haití».

Pues bien, nuestra California de Europa, soñada por Borbolla y dirigida ahora por Susana tras pasar por las manos de Chaves y Griñán, ocupa el penúltimo lugar en cuanto a la calidad del gobierno, superada unicamente por Canarias. Somos los peores valorados en imparcialidad, y en cuanto a corrupción sólo nos superan Baleares, Galicia y Canarias. Vamos, que más que California, Andalucía, tras casi medio siglo de gobiernos socialistas, se parece cada día más a Jamaica o Haití. Porque ya que estamos en las valoraciones y los rankings, cabría recordar que seguimos a la cabeza del paro y de la deficiente educación.

 No sé si los estudiosos de Gotemburgo han contemplado en su análisis de la calidad los deficits sanitarios que tanto denuncia el médico granadino Jesús Candel, más conocido como Spiriman, y que sufrimos por las listas de espera o si en la imparcialidad de los servicios públcos han contemplado los miles de afiliados del puño y la rosa que tiene colocados Susana en la Administración andaluza o el asunto del PER en cientos de pueblos gobernados por el PSOE.

Bueno, pues denle tiempo al tiempo y ya verán como casi ninguno de los investigados acabará con sus huesos en la cárcel».

De lo que sí estoy seguro es que, en lo relativo a la corrupción, sí habrán contemplado el presunto fraude de los EREs que en estos momentos se juzga en Sevilla y que tiene sentados en el banquillo, entre sus doscientos imputados, a dos ex presidentes, Chaves y Griñán, y medio centenar de altos cargos de la Junta acusados de defraudar más de ochocientos millones de euros, que se dice pronto. Traduzcanlo a las antiguas pesetas y verán la cifra que les sale, nada más y nada menos que más de ciento cuarenta mil millones. Vamos una barbaridad, Bueno, pues denle tiempo al tiempo y ya verán como casi ninguno de los investigados acabará con sus huesos en la cárcel. Y, lo que es peor, seguro, seguro que no aparecerá ni será devuelto a las arcas públicas ni la décima parte de lo defraudado. Vamos, ni tan siquiera los billetes que tenía guardado bajo el colchón la suegra del chófer del director general del Trabajo, ese que tenía dinero “para asar una vaca”. Eso sí, por lo visto en el juicio, aquí nadie sabía nada. Digo yo que si a un presidente o un consejero le birlan ochocientos millones, o ha consentido el fraude o, si no se ha enterado, debería presentar la dimisión. Vamos, como lo de la Cifuentes, pero muchísimo más importante y grave para el bolsillo de los ciudadanos a los que se gobierna.

Así mucho me temo que los andaluces seguiremos unas décadas más encabezando rankings vergonzantes, eso sí, contentísimos de habernos conocido»

Estoy convencido de que la perpetuidad sine die de los gobiernos, por muy apoyada que esté con los votos de los ciudadanos, conlleva un importante déficit democrático y una serie de vicios que acaban por colocar a los partidos que los representan, sean del signo que sean, en una situación peligrosamente cercana a la dictadura y, por supuesto, a la corrupción. Tenemos claros ejemplos en muchos países gobernados por la izquierda y por la derecha, desde Cuba o Rusia a Perú o Turkía, y lo tenemos dentro de nuestro propio Estado en autonomías gobernadas por el PSOE, como Andalucía, por el PP, como Valencia o Madrid o por nacionalistas como la Cataluña de CiU. En todas ellas se cuecen las mismas habas. Y, visto lo visto, me da la impresión de que aquí vamos a seguir unos pocos años más soportando a distintos perros con los mismos collares que llevamos viendo desde hace más de cuatro décadas. Porque es evidente que el resto de fuerzas políticas que pugnan por hacerse con el poder en Andalucía presentan un bagaje harto deficitario y, lo que es aún peor, unos candidatos que,como tales, no le llegan a Susana a la suela de los zapatos. Así mucho me temo que los andaluces seguiremos unas décadas más encabezando rankings vergonzantes, eso sí, contentísimos de habernos conocido y cantando eso de “¡Viva mi Andalucia, viva mi tierra…! o la “Andalucía la que divierte” que entonaba Pepe Suero. Es lo que hay.