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La “erencia”

Los responsables de ese pozo denominado “fondo de reptiles”, han dejado huella en el ranking de la corrupción española.

 

Ni el tiempo transcurrido desde la primera noticia que descubría “el temita”, allá por 2010, ni lo que ha transcurrido tras tanto tiempo desde que es “el principal tema”, han logrado rebajar un ápice el enfado social con los responsables de manejar esa pila de millones Ere que Ere, y que ya han sido condenados por la Audiencia provincial de Sevilla.

 

Unas cuentas hablan de más de 850 millonea de euros. Otras pasan de 1.200. Lo importante es lo que la justicia dice a través de una sentencia. Que 680 millones de euros fueron despistados por gobernantes socialistas del camino de la ley para integrarlos en la ruta de la privatización más endogámica del PSOE y sus sindicatos afines. En todo caso, interpretaciones más o menos adversativas aparte, ha sido declarado judicialmente el monumental circo del descontrol gubernamental y el despilfarro, por parte del PSOE de la “Andalucía imparable, y al máximo”. Los responsables de ese pozo denominado “fondo de reptiles”, han dejado huella en el ranking de la corrupción española. Se han puesto líderes del tirón. Ya es oficial, medalla de oro and corruption champion.

 

Al PSOE le habían hecho el favor tácito de esconder la sentencia de filtraciones interesadas (no todos han tenido esa suerte) que pusieran en peligro su reciente campaña electoral, incluso acordando su lectura pública para después de las elecciones generales que convocó Sánchez. Como previendo una sentencia inequívocamente dolorosa para el PSOE, Pedro Sánchez tardó veinticuatro horas en ponerse de acuerdo con Podemos tras el 10N para conformar una coalición de gobierno, y doce más en anunciarlo en público, con enamoradísimo y prisionero abrazo incluido a Pablo Iglesias.  Sus prisas parecían fundadas porque no había un De Prada al mando de la sentencia. Eso hacía imprevisible adivinar la ruta literaria de los 1.700 folios. Cualquier condena era posible.

 

Sánchez quería que la sentencia, previsiblemente culpatoria contra sus compañeros de partido, le pillara ya con la palabra del pacto dada entre Pedro y Pablo, y espantar así presiones fatuas sobre su persona, y más fatuas aún sobre la persona de Pablo. Que cuando vinieran a pedirle la dimisión los de siempre, él ya estuviera con Podemos de socio, y no le cogiera despistado, espantando acuerdos, reprochándose odios y cultivando miedos entre ambos, que es lo que venían haciéndose mutuamente durante los últimos seis meses. Había que blindarse a toda castaña, y eso han hecho. Y pelillos bolivarianos a la mar.

 

 Como previsible era la resulta justificante de los mozuelos coadjutores del PSOE, haciendo del brindis al “no es comparable con la Gürtel” un argumento reiterado y  de obligada lectura entre tertulianos afines y periodistas proclives, un recurso oratorio para entenderse desde el primero micrófono hasta la última rueda de prensa. Les interesa mucho más construir un muro de resguardo de la figura de Sánchez que dirimir responsabilidades de quienes hicieron del descontrol del dinero público un método clientelar crónico, institucional y partidario. Despistar dinero público de su misión legal es corrupción, y llevárselo crudo entre intrusos de los Ere, amigos o conocidos del gremio progresista, también es corrupción. Y llenar la faltriquera del caudal público para irse de jarana gratuita, también es corrupción. Les guste más o menos, la corrupción es de Gürtel, y también de los Ere. 

 

Han sido tan capaces de retorcer la verdad judicial expresada en una sentencia, Ábalos mediante, que incluso han hecho hipócrita alarde de que los condenados no son ya del PSOE. Dos expresidentes del partido, altos cargos socialistas desde el clan de la tortilla hasta que Zapatero mutó a ZP, y un ministro en funciones de hosco deje intelectual renegando de excombatientes tan progresistas, cosiendo un íntimo cordón sanitario, para que la cosa no pase hacia el despacho de Pedro, hoy ya blindado por Pablo.

 

Es la “erencia” que el PSOE de Chaves, Griñán… y Zarrías, dejó a sus herederos políticos, encabezados por Susana Díaz, cuyo fin político parece inversamente proporcional a su novedoso peloteo constante a Mentiránchez. Sí, la “erencia” también la dejó el jiennense Gaspar Zarrías. Él era la mano que mecía todas las cunas de aquel PSOE del clientelismo feroz. Todas las cunas y todos los apaños. No le ha caído pena de cárcel, sólo le han inhabilitado nueve años, fíjense si es listo, siendo como era el cocinero de todas las salsas. Manolo era el del autobombo, Griñán, llamadme Pepe, pero Gaspar Zarrías era siempre imprescindible, universal, plenipotenciario y omnipotente vicepresidente. La esencia de la “erencia”, esa forma de entender el ejercicio del poder, todita es suya.