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La gente y la Expo’92: Don Manuel Olivencia (II)

Su cese, en el verano de 1991 fue una inexplicable injusticia. Bien merecido tenía capitanear hasta el final la extraordinaria aventura.

 

 

Por Ignacio Montaño*

Y al frente de toda la gente, el Comisario General.

Las circunstancias de su elección estuvieron rodeadas de cierta polémica ante el hecho de que el propuesto inicialmente, el arquitecto catalán Ricardo Bofill, se encontró con la oposición de quienes reclamaban un andaluz para llevar a cabo el ambicioso proyecto.

 

Ante esta situación el presidente del Gobierno Felipe González pidió a cinco personas de su absoluta confianza nombres de personas idóneas y acabó designando a su antiguo profesor don Manuel Olivencia.

 

Sin duda fue un gran acierto y su nombre fue recibido con general beneplácito.
Le corresponde el mérito de una eficaz organización y de motivar con su prestigio y sus dotes de alta diplomacia la participación más alta de países, organismos y empresas de toda la historia de las Exposiciones.

 

Su cese, en el verano de 1991 fue una inexplicable injusticia. Bien merecido tenía capitanear hasta el final la extraordinaria aventura, fruto de la ilusión y el esfuerzo de tantos, en un recinto cuya construcción llevó a cabo de manera brillante la capacidad técnica de Jacinto Pellón y de Ginés Aparicio.

 

Tenía entre sus muchas virtudes un gran sentido del humor y una memoria prodigiosa.

 

Cuando me ofreció la dirección general de expo 92 le indiqué que mi currículo de Interventor Auditor del Estado quizá no fuera el más idóneo para el cargo, a lo que me contestó:

 

-“La verdadera razón de mi oferta es que tu madre es del Viso del Alcor y que yo he tenido de responsable de SODIAN, la Sociedad para el Desarrollo Industrial de Andalucía, a Juan Belloso cuya madre y cuyo padre eran del Viso; ¡y conque tú seas la mitad de listo que Juan me conformo!”.

 

Perdonen que abuse de su tiempo repitiendo aquí unas palabras que pronuncié en su honor el año 2011 y con el propósito de exponer la categoría personal y profesional de nuestro Comisario.

 

 

PALABRAS DE RECONOCIMIENTO Y GRATITUD A DON MANUEL OLIVENCIA, INSIGNIA DE ORO DEL PM CMU SAN JUAN BOSCO.

 

 

Ante este profesor entra uno en escena casi de puntillas, porque los de Empresariales de la Complutense no tuvimos la suerte de ser alumnos de Don Manuel, como aún siguen llamándole quienes compartieron y comparten con él ciencia jurídica, respeto y amistad con el telón de fondo de las aulas universitarias de Madrid y de Sevilla.

 

Porque yo le conocí, si me permiten la expresión, “en la calle”, cuando era Presidente de la Sociedad para el Desarrollo Industrial de Andalucía, S.A. –SODIÁN- y un servidor desempeñaba las tareas de Subdirector General de Recursos Financieros en aquel breve Ministerio de Planificación del Desarrollo.
Coincidimos después en el Consejo de Administración de la Sociedad Estatal de ejecución de Programas Conmemorativos del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, S.A., y a propuesta suya, siendo ya Comisario General, fui designado, en 1985, Director General de esta Sociedad, ya encargada por entonces específicamente de la organización de la Exposición Universal de 1992.

 

Desde entonces y hasta julio de 1991 compartimos el pan y la sal de esta ilusión, a la que hoy tanto deben Sevilla y Andalucía.

 

Y por aquellas calendas tuve el honor de conocer y admirar a su esposa Hannetraud Brugger. Nunca mejor aplicado aquello de “cherchez la femme”, por supuesto en alemán.

 

No es fácil, o quizás sea más exacto decir: es imposible reflejar aquí y ahora la mera relación de circunstancias, cargos y méritos que forman la parte más visible de los datos biográficos de este rondeño universal que hoy rejuvenece sus recuerdos en el marco de la antigua RUS. Porque baste el símil taurino, tan acorde con la aureola de su patria chica, para afirmar –como veremos brevemente- que ha toreado en todas las plazas del saber y del buen hacer y que no se le resistió ninguna “puerta grande”.

 

Alguna vez quisimos poner en versos tan familiares para él como la espinela y con el desenfado de la mejor amistad, este poliédrico recorrido de su fecunda vida, centrándolo en su actuación espléndida ante el Bureau Internacional de Exposiciones de París, el BIE, organismo encargado de estos grandes eventos:

 

Por Subsecretario, Usía;
por Canciller, Excelencia,
y profesor Olivencia
en campos de Abogacía.
Llevó la Comisaría
con elegancia y con tino;
y del BIE parisino
hasta el Quinto Centenario
¡dicen que fue un Comisario
como la copa de un pino!

 

Por la significación del acto, destacaremos sólo y como a borbotones, algunos de los pasos que resaltan más claramente su condición de colegial de oro.
A pulso labró su brillante trayectoria aquel alumno de mediados del siglo pasado que se licenció en 1951 en la Facultad de Derecho de Sevilla, con Premio Extraordinario, doctorándose “Cum Laude”, dos años más tarde, en Bolonia.
Catedrático de Derecho Mercantil desde 1960, en Sevilla, y Decano de las Facultades de Derecho y de Ciencias Económicas y Empresariales en nuestra Universidad en los años setenta, ha participado en multitud de Organismos y Conferencias ya PM Internacionales como Delegado de España: Naciones Unidas, Consejo de Europa, Comité Marítimo Internacional; y en infinidad de Congresos nacionales e internacionales, elaboración de proyectos legislativos, instituciones arbitrales, así como de Consejero de numerosas publicaciones científicas, y de las más importantes y diversas Corporaciones, Asociaciones y Fundaciones científicas y Culturales; como por ejemplo: Miembro del Capítulo Español del Club de Roma, de FOCUS, del Instituto de Estudios Ceutíes, Caballero de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, Socio de Honor del Ateneo de Sevilla, o Presidente del Jurado de Comunicación y Humanidades de los Premios Príncipe de Asturias.

 

Es Académico Numerario de las Reales Academias de Buenas Letras y de Jurisprudencia y Legislación sevillanas, y Académico de Erudición de la de Medicina.

 

Entre sus cargos públicos:
– Subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia;
– Presidente de SODIAN;
– Consejero General del Banco de España; y
– Comisario General de la Exposición Universal Sevilla 1992;

 

Tanta actividad, unida a la profesional como Abogado en ejercicio en su prestigioso bufete, le ha valido innumerables condecoraciones y distinciones, entre las que cabe destacar:
-Las grandes cruces de Alfonso X el Sabio, del Mérito Militar, de Isabel la Católica y de san Raimundo de Peñafort;
– La Medalla de oro del Consejo Superior de Cámaras de Comercio;
– La elección de Sevillano del Año 1975, por la Ser, y de Andaluz del año 1984, por Prensa Española y ABC, y de Rondeño del Año, en 1990
– El titulo de Hijo Predilecto de Ronda, en 1987;

 

Pero volvamos a lo esencial: Don Manuel Olivencia Ruiz, como el presidente italiano Pertini -la referencia la aprendí de él en su Pregón del Centenario de la Trinidad- debe muchos de sus valores al hecho de ser Antiguo Alumno Salesiano, ¡y de esta Casa!

 

Por eso, junto a la glosa de su inteligencia, de su buen hacer y de sus muchos logros en tantos campos, quisiera aquilatar aquí y ahora, sus méritos con la medida de la “salesianidad”.

 

Formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos” era el propósito de Don Bosco.

 

Un botón de muestra, sin entrar en la intimidad del creyente -“cuya fe sólo Dios conoce”- puede serlo el texto de la tarjeta con la que se adhirió a la bienvenida a Su Santidad el Papa, en tiempos borrascosos, siguiendo la iniciativa entre otros de Eugenio Nasarre y ante la campaña difamatoria orquestada:

 

“Querido Ignacio: Todos los asistentes a la tertulia de El Coliseo han firmado hoy la carta a S.S. el Papa, que tuviste la amabilidad de enviarme y te agradezco. ¡Queda con Dios! Un Abrazo, MANOLO”.

 

Sí queremos remarcar aquí, por el valor de esta virtud en los tiempos que corren, la probada honradez de quien durante más de cincuenta años ocupó el escaparate de la cosa pública, siendo siempre modelo de coherencia entre sus pensamientos, sus palabras y sus obras.

 

La última de aquellas décimas coincidentes con las dificultades que se le plantearon en el ejercicio de su condición de Comisario de la Exposición, sirva también hoy como broche simbólico de admiración hacia la vida ejemplar y la obra ingente de Don Manuel Olivencia Ruiz:

 

Es de Ronda, y es rondeño
su capote de paseo,
¡un estilo de toreo
entre “curro” y “belmonteño”!
Mucha ciencia y mucho empeño.
¡Y cuánta fe se desgrana,
con la esencia salesiana
de su vida! ¡Y el portento
de sumarle a su talento
el de una esposa alemana!

 

(Las palabras adjuntas tienen la solera de veinte años desde que tuve el honor de pronunciarlas en un entrañable Acto y quieren responder a la intención del verso de Góngora: » Hilaré tu memoria entre la gente.»

 

 

*Ignacio Montaño fue Director general de la Sociedad Estatal Expo 92
y Director del pabellón de Sevilla