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La gran patera marroquí

El “aliado” norteamericano, que nos impone sanciones comerciales, ahora, por sorpresa, también nos asesta una tremenda puñalada trapera (o “trumpera”).

 

Trump se ha encaramado a la patera marroquí. Desde los Acuerdos de Abraham, firmados en la Casa Blanca, el pasado 15 de septiembre, para el reconocimiento pleno de Israel, no era descartable que Marruecos se enganchase a ese pacto entre Israel, EAU, Baréin y ya también Sudán. Lo más sorpresivo de la adhesión del Reino alauita a los Acuerdos es que se haya producido a cambio del reconocimiento del  Gobierno norteamericano de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. Lo más carcajeante es que el anuncio de Trump se hiciera, el pasado jueves, mientras nuestra ministra de asuntos exteriores, Arancha González Laya, se encontraba precisamente en Israel, en visita oficial, sin tan siquiera olerse la tostada.

El asunto tiene mucho fondo. Los principales beneficiarios son Israel, EE UU y Marruecos. Lo de Israel es tan obvio que no necesita más explicación. Por su parte, EE UU, ciscándose sobre la doctrina de la ONU (que sistemáticamente viene desoyendo las reclamaciones marroquíes de soberanía sobre el Sahara Occidental), se apunta un gran éxito diplomático. Y, además, reforzando la posición de su principal aliado en Oriente Próximo, Israel, también fortalece la suya propia frente a Irán. El pacto tutelado por la Casa Blanca incorpora así a un país de enorme significado en el mundo musulmán. No hay que olvidar que SM el Rey Mohammed VI es  Comendador de los creyentes y descendiente directo de Mahoma.

Marruecos, con el espaldarazo de EE UU a su pretensión de soberanía sobre el Sahara Occidental, refuerza su nexo político y militar con Washington.  El Acuerdo de Defensa entre ambos países, firmado en Rabat el pasado 2 de octubre, que abarca, entre otras áreas, la de armamentos, la instrucción y la inteligencia, es el telón de fondo. Ese pacto es una hoja de ruta dirigida al refuerzo de las capacidades militares marroquíes.  ¿Frente a quién?… Nada extrañaría, incluso, el desplazamiento a Marruecos del Mando norteamericano para África (AFRICOM), que mantiene una voluminosa unidad de la fuerza tierra-aire de respuesta  de crisis estacionada en, y operando desde, la base aérea de Morón. En definitiva, todo parece indicar que la visión geoestratégica de EE UU está basculando rápidamente desde la Península Ibérica hacia Marruecos, para poner un pie firme en África, frente a la creciente presencia china en este continente.

Los grandes perdedores en este trasiego son, como siempre, los pueblos. Dos en concreto.  El primero, el saharaui, utilizado como moneda de cambio para que Marruecos se incorporase a los Acuerdos de Abraham. Y, el segundo, obviamente, la sufrida e irredenta causa palestina.

Para España todo parece agrio. El “aliado” norteamericano, que nos impone sanciones comerciales, ahora, por sorpresa, también nos asesta una tremenda puñalada trapera (o “trumpera”). Y nos pilla con el paso cambiado, con un débil Gobierno bicéfalo y que, al igual que nuestra diplomacia, han quedado con el “salva sea la parte” al relente. Asimismo, el zarpazo a la credibilidad tanto de nuestros servicios de inteligencia como de nuestra acción exterior ha sido brutal. La consecuencia más inmediata y visible, de momento, es la fulminante cancelación por Marruecos de la visita de Sánchez a Rabat, que estaba prevista para la semana que viene.

España va pareciéndose a un insípido juguete de Marruecos. Nuestro vecino del sur está completando un puzle de acciones sucesivas que, me temo, no estén siendo valoradas debidamente en Madrid. Piezas del juego son, entre otras, la unilateral ampliación de las aguas territoriales, la consecuente necesidad de rediseñar los acuerdos de pesca, el incremento de las prospecciones en aguas canarias (petrolíferas y de telurio), o la masiva invasión de inmigrantes magrebíes cuando, como es bien sabido, nada puede moverse en la costa, entre la desembocadura del río Aghbal (frontera con Argelia) y la Agüera (frontera del Sahara Occidental con Mauritania), sin el control de Rabat.

Todo apunta hacia una estrategia de arrinconamiento y de amenaza a nuestros intereses en Canarias, Ceuta y Melilla, sensibles territorios españoles que demandan una permanente atención; especialmente defensiva. Como el balance militar podría ser ya favorable a Marruecos y como los recortes españoles en defensa proliferan, como lo veo lo digo: podríamos estar en camino hacia algún disgusto mayor.