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La Operación Olona y las mentiras de Vox

Operación impulsada por Abascal ha sido lo más parecido a una gran mentira desde principio a fin, además de un fracaso de estrategia.

 

Visto con cierta perspectiva ya se puede confirmar que la llamada ‘Operación Olona’, diseñada e impulsada personalmente por Santiago Abascal, ha sido lo más parecido a una gran mentira desde principio a fin, además de un fracaso político aunque no electoral.

Lo que objetivamente ha sido un avance en Andalucía, al lograr dos escaños más de los doce que tenía Vox, tras descubrirse el rosario de mentiras o medias verdades empleadas sin rubor antes y durante la campaña, las expectativas levantadas y no cumplidas son las que han dado al traste con una operación que, como todas las fabricadas e improvisadas en laboratorios políticos y económicos de Madrid o Barcelona (tipo operación Roca y Florentino), acaban fracasando ante los electores.

La primera media verdad fue negar por parte de Macarena Olona, de forma sistemática, que ella iba a ser la candidata, cuando su segura nominación era la comidilla en el partido y fuera del mismo. Hoy sabemos que ella entonces se resistía internamente como gata panza arriba a bajar a Andalucía de candidata. Dejaron pasan las semanas y los días y justo cuando faltaban 52 amaneceres para el 19J, el 28 de abril, se formalizó su nominación, exactamente un mes y veinte días antes de la cita con las urnas.

En ese tiempo, el PP de Bonilla y Bendodo, andaban muy preocupados por la muy posible irrupción de la rumoreada Macarena Olona como candidata. Tan preocupados estaban que no dudaron en echar su cuarto a espadas y colocar – algo inédito- dos nombres de Vox en una encuesta preelectoral del barómetro del Centro de Estudios Andaluces, dependiente de la consejería de la Presidencia. El 12 de abril lo reflejé como hecho curioso en mi articulo semanal en ExtraJaen: 

“Preguntando por dos candidatos (de Vox) el estado mayor de Bonilla parece intentar evitar, fomentando el debate interno en Vox, que no se materialice la proclamación de Olona porque saben que la irrupción de la reina del populismo de Vox en Andalucía distorsionaría enormemente el debate y los resultados, algo que perjudicaría especialmente al candidato Moreno y al PP, ya que ambas formaciones se disputarán casi el mismo electorado”.

 

 Objetivo: alejar a Olona del Olimpo madrileño

Se le preguntaba a los encuestados por Macarena Olona y también por el portavoz Manuel Gavira, dando como resultado que Vox casi doblaría sus escaños pusiesen a quien pusiesen. En la calle Bambú de Madrid, cuartel central del generalísimo Abascal, interpretaron el mensaje como trampa y se ratificaron en que lo correcto, lo que haría daño al PP andaluz, sería Olona y no Gavira, además la quitaban del Olimpo de Madrid que, en realidad, era de lo que se trataba. Una señora que llegó a destacar en la tribuna del Congreso accidentalmente, por culpa de las sucesivas bajas por Covid de los habituales dirigentes de Vox y fue cuando se descubrió a una potencial lideresa, de esas que causan pavor entre los mediocres de su propio entorno y furor entre los descamisados que la escuchan.

El mensaje del sondeo de la Junta, por lo que se está sabiendo ahora, sirvió para cerrar definitivamente las discrepancias internas en la cúpula del partido sobre la Operación Olona, mandándola para Granada. Podrían haberla enviado a cualquier otro sitio de Andalucía, pero Vox presume de tener fuerza en aquella circunscripción, donde las derechas han mandado siempre, hasta que se equivocan estrepitosamente como pasó con la cacería a Pepe Torres Hurtado en el Caso Nazarí, con el pío y ejemplar ministro del Interior Jorge Fernández Díaz mandando en la Policia. Para haberse matado.

Con la excusa expresada por el propio Abascal de que Vox no nombraría su cartel andaluz hasta que no se disolviese el Parlamento de Andalucía y el presidente Moreno Bonilla convocase a urnas, pasaron semanas silenciosas y muchos creyeron que el partido ultra estaba diseñando y planificando hasta el último detalle su decisiva y dura campaña en el sur, el penúltimo escalón -especulaban los sabios tertulianos de las teles- para llegar acompañando a Feijóo a La Moncloa como escudero. Al final se comprobaría que todo fue mentira, que la improvisación fue el estandarte de la campaña de Vox en Andalucía. Lo sucedido en Castilla León semanas antes les emborrachó de éxito, levantó los ánimos y llegaron a creerse que, como en Valladolid, en Sevilla todo estaba ganado y ellos también serían decisivos a la hora de gobernar. Estaban obsesionados con hacer prisionero a Juanma Moreno Bonilla (y de paso a Feijóo) y le atacaron incluso con más saña y menos respeto que al candidato socialista Juan Espadas. Ese fue el factor, sino el más importante, sí uno de los que más pudo influir en un electorado que parece que tenía muy claro prestarle su voto mayoritariamente al moderado Bonilla para que no le hiciese falta contar con el programa desestabilizador y anti Estatuto de Autonomía de los de Vox.

 

Mentira en Salobreña

Una vez proclamada Olona candidata oficial se destapó otra gran mentira: no vive en Salobreña, localidad donde declaró estar censada para poderse presentar a las elecciones. Y quien lo destapa era el presidente local de Vox que se presta a ofrecerle su casa como la dirección que hay que poner obligatoriamente para figurar legalmente inscrita en el padrón municipal. En este caso los jueces de la Junta Electoral otorgaron la ‘ley de la ventaja’ y no anularon la candidatura de Olona por esa infracción de las normas electorales andaluzas, decisión de la Junta Electoral que cortó de raíz el arrebato de victimismo que Olona empezó a enarbolar en cuanto se vio pillada en la trampa y la mentira. Judicialmente aún no se sabe la decisión final sobre la legalidad de la polémica inscripción en el censo.

Desde el primer momento, posiblemente por susurros que partían del propio Vox, se empezó a poner en duda que la Sra Olona se dedicase en cuerpo y alma a esa Andalucía que, en feria y vestida de faralaes, prometía defender con ahínco para cambiarla. Tuvimos la impresión de que nadie, de los suyos, la querían demasiado en Madrid. Que su protagonismo en la tribuna del Congreso se había transformado en una enorme cuota de capital político y personal ante el propio Santiago Abascal y adláteres. Es por lo que desde el minuto uno dedicó varias declaraciones a jurar que ella bajaba para quedarse a trabajar en y por Andalucía, que lo de volver a Madrid eran historias del pasado, inventadas. La realidad que acabamos de ver es bien distinta.

 

‘Razones médicas’

Bajo la excusa tan comprensible como ambigua de ‘razones médicas’ la Sra Olona sorprende a propios y extraños anunciando el 27 de julio pasado su retiro de la política. Todo el mundo entendió que la salud debe ser lo primero y aquel anuncio tan serio y creíble, con consecuencias en el puente de mando de Vox, no merecía hurgar en la intimidad que protege un expediente médico personal. Reinó el respeto que no tuvieron muchos con Adriana Lastra y Lola Delgado, apartadas de primera línea por razones de salud conocidas y bastante detalladas por las propias afectadas. Muchos llegaron a pensar que ya tenía que ser preocupante o grave el diagnóstico de Olona como para obligar a tan vitalista mujer a abandonar la política activa; ella, la memoriosa  abogada del estado, la que se iba a desayunar Andalucía cada mañana desde San Telmo, la que soñaba incluso con un vicepresidente al lado llamado Juanma, (antes Juan Manuel Moreno Bonilla). La misma que había mitineado en Marbella junto a Giorgia Meloni la líder fascista de Fratelli d’Italia con un discurso de odio que no pasó desapercibido para quienes seguían horrorizados los mensajes de campaña. Aquel show fascista de pata negra no encajaba para nada en el debate andaluz, más bien daba yuyu, más o menos como cuando viajas en el pasaje del terror de una feria.

Hoy, semanas después, las crónicas que se escriben en la Villa y Corte, resumen los problemas de salud de Macarena Olona como “relacionados con el estrés y la ansiedad”.

No hace falta ser ni médico ni politólogo para imaginar que una campaña como la que ha vivido Andalucia en junio pasado, por supuesto que genera estrés y ansiedad hasta en el político más curtido, especialmente entre los que tienen mayores responsabilidades sobre sus espaldas. No obstante esos daños colaterales no suelen impedir la continuidad en la actividad política de todos ellos ya que con la propia dinámica del día a día se acaba superando el bajonazo y el estrés acumulado. Así, los que creyeron que lo de Olona era algo más grave o irreparable pueden estar tranquilos. Del estrés y de la ansiedad se puede salir, aunque a veces no sea tarea fácil.

 

Ni de senadora la quería Abascal

Ese supuesto diagnóstico explica mejor las declaraciones de Olona a El Español donde afirmó «Mi lealtad con los españoles incluye mi silencio sobre cuestiones internas» evitando así hablar de la crisis abierta entre ella y Abascal, la verdadera causa de su abandono según coinciden diversas informaciones publicadas. “Santiago no la quería en Madrid ni de senadora” cuenta una fuente  familiarizada con Vox que confirma que el destierro político en Andalucía al que se ha querido condenar a Olona, ha sido el punto de fricción que ha roto finalmente la baraja.  

De esta forma, el partido que dice que siempre cumple y presume de decirle la verdad a los españoles, parece que no ha cumplido su palabra al no explicarlo. Con lo que está publicándose sobre los que parecen verdaderos motivos de la huida de Olona a Madrid,  ya tendría que haber salido el Sr. Abascal a contar lo que ha pasado de verdad en su partido con su candidata, particularmente a los  493.932 andaluces votantes que confiaron su voto el 19J  a Macarena Olona y a Vox en Andalucía. 

Otra gran mentira fue su jefe de prensa. Un Jefe de comunicación que no comunicó, sino que bajó a pelearse y a ajustar cuentas personales con los que le echaron de Canal Sur. Contra los trabajadores y sindicatos nada pudo hacer cuando mandaba y menos ahora convencido de que volvía; su objetivo, si Vox tocaba pelo el 19J, en realidad era el clan malagueño de Juande Mellado y Rafa Porras que controla la RTVA, los que, con Canal Sur ardiendo por dentro contra su dictadura como jefe de informativos, se plantaron ante Elías Bendodo y le dijeron: o él o nosotros. Dicho en términos taurinos que tanto promovió el sujeto en la tele pública ‘fue devuelto a los corrales’.

Como ya he dicho en un artículo anterior a Macarena Olona el único del equipo que no le ha fallado en esta operación suicida andaluza ha sido Ángel Saidí, su estilista de cabecera, almeriense oriundo de Tánger, que supo asesorarla con una vestimenta adecuada para cada ocasión y en cada escenario o plató. La historia gráfica de la campaña da buena cuenta de ello, aunque todo eso ya es historia pasada que acabará olvidándose, como también se olvidará la Operación Olona.

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