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Moreno Bonilla somete a ‘debate asambleario’ la fecha de junio

El 26 de junio, día de San Josemaría Escrivá, es la fecha electoral que va ganando en las porras de los cenáculos capitalinos.

 

En cuanto pase la Semana Santa, las túnicas nazarenas hayan pasado por el tinte y guardadas hasta el año que viene, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, firmará el decreto de disolución del Parlamento y convocará nuevas elecciones para el mes de junio. 

Previamente, en su novedosa iniciativa de democratizar la elección del día de elecciones, el presidente ha dicho que quiere hablar con gente cuya opinión desea conocer y considerar en su momento. Nada se sabe de las identidades de ese ¿consejo de sabios? al que quiere recurrir el presidente en los próximos días, antes de apretar el botón rojo.

Sabremos el día electoral definitivo cuando leamos en el BOJA el decreto y sumemos 54 días a la fecha de su publicación. Será un domingo de junio, presumiblemente en la segunda quincena, con lo que bien el 19 o el 26 serían dos de las cuatro posibles fechas a elegir. En las porras de los cenáculos de la capital, donde vuelven a concurrir enteraos y allegados al poder, va ganando la del domingo 26, que para eso es el día de San Josemaria Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, un ‘Santo’ con conocidos devotos en la derecha andaluza y española.

Los andaluces estamos asistiendo a una obra en varios actos que antes nunca se había representado en la política andaluza. Por primera vez se ha abierto un debate público con opiniones diversas que se lanzan (siempre interesadamente, claro), tras soltar la muletilla en la que se recuerda la obviedad de que «sólo» el presidente tiene la potestad legal de disolver y convocar. Pero este presidente y sus circunstancias políticas está permitiendo lo más parecido a un debate asambleario de facultad sobre la fecha idónea que él deberá rubricar por Ley en el Boja, insisto, algo que nunca antes había sucedido.

 

Improvisando un nuevo argumentario

Aunque el presidente venía amenazando desde hace meses con disolver si le hacían la vida imposible (vulgo pirula) en el Parlamento, generándole inestabilidad institucional, los hechos están demostrando que ese argumento no es creíble porque no se ha dado esa situación en estos meses desde que perdió el apoyo de Vox. Léase lo que pasó en febrero con los acuíferos de Doñana, un poner.

Moreno Bonilla y su equipo han escenificado una nueva justificación a lo largo de la última semana. Sin fecha concreta decidida, la opinión pública ha podido comprobar cómo se improvisaba un nuevo argumentario básico en el que siempre «por el interés de los andaluces» en esta ocasión se utiliza la economía como el motivo fundamental para adelantar unos meses la consulta. Un argumento tan valido hoy como hace cuatro meses. Los consejeros de Hacienda Juan Bravo (PP) y Economía Rogelio Velasco (Cs), ambos desde una perspectiva más técnica que política, han salido los primeros a opinar que Andalucía debe tener sus presupuestos aprobados en enero de 2023 y no una nueva prórroga que, dadas las circunstancias, no sería beneficioso para los intereses de recuperación andaluces. Ambos consejeros, por tanto, apuestan por celebrar en junio las elecciones, se supone que hablan con conocimiento y el visto bueno del presidente. 

 

El  decisivo golpe interno contra Casado

Como argumento técnico parece impecable, pero todos saben que este parto de los montes ha estado condicionado e influido en las sombras por infinidad de factores políticos y estratégicos, especialmente por el asalto al poder interno del PP, apoyando el PP andaluz de forma decisiva el relevo de Pablo Casado por Alberto Núñez Feijóo. La famosa foto de Isabel Díaz Ayuso, Juanma Moreno (espatarrado) y Nuñez Feijóo sentados y departiendo en el último congreso del PP andaluz en Granada, resume gráficamente cómo antes de la noche del pasado 23F, cuando empezaban a rodar los carros hacia Ucrania y sentenciaron a Pablo Casado, ya se visualizaban gestos del ‘nuevo eje’ del poder popular que pasa por  Santiago-Sevilla-Madrid. Tres dirigentes, tres, que tres meses antes ya velaban sus armas.

A  Núñez Feijóo le beneficia en su estrategia general como nuevo líder nacional del PP que las andaluzas se celebren cuanto antes, justo cuando Sánchez y su gobierno empiecen a notar aún más la tensión social por los efectos devastadores de la que se nos viene encima tras la pandemia y con una guerra en Europa que no se frena. Un drama que tiene pinta de que puede acabar en una terrorífica Tercera Guerra Mundial. Los estrategas de Génova 13 parece que aciertan cuando prevén un aumento de la debilidad del gobierno de coalición PSOE-UP antes del verano y especialmente de la figura de Pedro Sánchez, zarandeado por su izquierda, por los de su derecha y por sus decisiones no suficiente explicadas como los motivos reales del cambio de la política exterior con Marruecos de forma unilateral y sin el respaldo del Congreso.

También estará deseando el nuevo líder del PP comprobar si le funciona el ungüento gallego para frenar a Vox en Andalucia y España, tal y como presume de haber logrado en su territorio. Los sondeos internos que manejan son preocupantes ya que confirman que la extrema derecha continua su ascenso imparable materializado y culminado al sentarse en el gobierno de Castilla y León y que puede continuar en Andalucía, doblando sus resultados según el último Barómetro del Centro de Estudios Andaluces (CdEA) controlado por Elias Bendodo desde la Consejería de P&P, (Presidencia y Propaganda). Precisamente una encuesta donde, sorprendentemente, se pregunta  por dos posibles candidatos de Vox, algo nunca visto hasta ahora en esta serie de estudios demoscópicos gubernamentales.

 

El PP pregunta por dos candidatos de Vox

Poco se ha profundizado ni se ha explicado esta curiosa circunstancia, algo que da pie a especular con las posibles intenciones del encuestador (el PP) a la hora de preguntar a la vez por Macarena Olona y por Manuel Gavira que con un 4,92 y un 4,59 de conocimiento respectivamente superan al socialista Juan Espadas que obtiene solo el 4,49. Otra de las claves está en el resultado de escaños que le otorga a la ultra derecha el sondeo de la Junta; de 12 diputados que obtuvieron en 2018 pasarían a 22 en junio de 2022, casi el doble, curiosamente casi el mismo porcentaje de crecimiento que le otorga al PP la encuesta del gobierno.  

Pero, ¿cuál es el resumen del mensaje del PP a Vox con este singular manejo del barómetro? Parece claro y podría resumirse más o menos así:  para qué vais a sacrificar a Macarena Olona, vuestro mejor activo en el Congreso, cuando aquí pongáis a quien pongáis, sacaréis el doble de los que teníais. Además, la diferencia en el índice de conocimiento entre ambos es ridículo, treinta décimas de nada. O lo que es lo mismo, para ese viaje no se necesitan alforjas ni sacrificar a la ilustre provocadora y polémica portavoz de Vox en el Congreso.

Por cierto, en Vox dicen que decidirán su cartel electoral una vez vean publicado el decreto de Moreno en el Boja. 

 

Lo de Olona no está decidido

Para algunos, lo de Olona para la Junta, no está decidido ni es firme. De hecho nunca nadie, ni ella misma, lo han confirmado. Si ella baja, dicen, lo hará porque es mujer disciplinada, aunque no esté demasiado ilusionada ni convencida de, llegado el caso, tener que cambiar de escenario vital, vivir y trabajar en Andalucia, aunque sea de vicepresidenta de la Junta.

Preguntando por dos candidatos el estado mayor de Bonilla parece intentar evitar, fomentando el debate interno en Vox, que no se materialice la proclamación de Olona porque saben que la irrupción de la reina del populismo de Vox en Andalucía distorsionaría enormemente el debate y los resultados, algo que perjudicaría especialmente al candidato Moreno y al PP, ya que ambas formaciones se disputarán casi el mismo electorado. 

Sin olvidar el factor aglutinador del voto útil del electorado progresista que puede generar una candidata con el perfil y el discurso fascista de la Sra. Olona, con el consiguiente alejamiento del electorado moderado de Ciudadanos, que siempre tuvo claro que no caben alianzas ni lavados de cara con los antisistemas. 

 

Juan Marín se queda solo

No debiera pasar desapercibida que la apuesta final por el mes de junio deja a los pies de los caballos a Juan Marín y a los que junto a él van quedando en su partido. El vicepresidente también entró en el debate apostando siempre por elecciones en otoño, postura que mantiene y le honra porque la defendió antes junto a Bonilla que ahora le ha dejado solo. También se ha desmarcado del líder naranja su consejero el profesor Rogelio Velasco. El confiado e ilusionado Marín que subió al escenario del congreso del PP andaluz en Granada para protagonizar su escena del sofá con Elias Bendodo, ni se ha acercado esta vez al congreso que proclamó a Feijóo nuevo líder nacional del partido en Sevilla. Adiós listas compartidas, adiós complicidades estratégicas, adiós al llavero que tanta vida, gloria y juventud les dio durante años, adiós Ciudadanos… Marín quiere reorganizar lo que le queda de ejército a mediados de mayo en Córdoba. Será más bien una puesta a punto para intentar salvar in extremis los muebles de una inundación que ellos mismos han ayudado a provocar, permitiendo con sus estrategias el ascenso y blanqueo de la extrema derecha en España y Andalucía. Recuérdese que fue aquí donde se le permitió a Vox intervenir por vez primera en un gobierno del que Ciudadanos formaba parte y se beneficiaba. Marín, que debe de haber descubierto últimamente a Manolo Clavero, revestirá su formación de blanco y verde, buscando ofrecer ahora un partido andalucista de centro derecha y liberal. Algo que recuerda a aquella Unidad Andaluza  del desaparecido exministro y que la derecha económica cobardona, a principios de los ochenta, solo apoyó de boquilla por miedo a Madrid y más exactamente al ministerio de Jaime García Añoveros, el de Hacienda. 

Junto a la bandera andaluza, Marín venderá la desconocida gestión de los naranjas en el gobierno de Juanma, sin que conozcamos de antemano el diagnóstico y la gravedad de las heridas causadas por el abrazo del oso del PP a Cs. La evaluación clínica se hará definitiva la noche electoral. Esa parece que será la senda que enfilará Marin al frente de un proyecto condenado de antemano por las encuestas y seguramente por la Historia.

 

Espadas, qué hace, qué dice a qué juega

¿Y Juan Espadas, dónde está Juan, qué hace el líder y candidato socialista a la Junta? 

A los socialistas no les viene nada bien el adelanto de unos meses, aunque no se les haya notado rictus alguno de mosqueo en ningún momento. Más bien al contrario ya que por alguna declaración parece como si las estuviesen deseando. Objetivamente no les viene nada bien perder estos meses para concluir la reorganización del partido, pero sobre todo para que se conozca al candidato, al que el ‘bendómetro’ sitúa en conocimiento por debajo de Manuel Gavira portavoz de Vox. Para muchos no será creíble el dato y no les faltará razón cuando se habla de alguien que ha sido alcalde de Sevilla («más importante que ser ministro» según definió Luis Uruñuela), pero parece claro que Espadas debería huir de una campaña de laboratorio como la que ha empezado a lanzar en redes su partido y afrontar el duro pero necesario cuerpo a cuerpo con el electorado de toda la comunidad, que no es lo mismo que con la militancia socialista del partido.

Espadas está hablando, cierto, pero sus mensajes no logran traspasar el ruido general que otros generan. Tampoco los medios, salvo contadas excepciones digitales, le van a servir de altavoz mientras la larga mano de Bendodo siga controlando el grifo del dinero de  la publicidad institucional. Sobre todo porque Juan Espadas es el primer candidato socialista que aspira a recuperar la Junta, tras haberla gobernado 36 años el PSOE, un reto nada fácil porque el socialismo entre lo mucho y bueno realizado en tres décadas, dejó demasiadas cosas mal hechas, corrompidas, sin hacer y mal explicadas, cosas que siempre acaban dando la cara porque hicieron pupa al sistema y ocurrieron antier mismo. Espadas, además de intentar explicar su propio proyecto, se verá obligado a tener que dar cuenta de lo hecho o no hecho por su partido y sus predecesores en gobiernos que él conoció bien porque llegó a formar parte de ellos, llegando al nivel de consejero. Espadas se verá obligado a padecer en campaña el mismo ritual que han sufrido sus compañeras/os portavoces socialistas en el Parlamento en estos tres años largos. Responder sobre la herencia socialista de 30 años. Por cierto,  esa criticada gestión socialista que nunca el gobierno PP-Cs ha llevado a la Fiscalía ni al Juzgado de Guardia en estos tres años, aunque sí lo ha agitado cuando le ha convenido como amenaza en el Parlamento. Fue el caso de la consejera Carmen Crespo para defenderse del escándalo de corrupción en Almería en el Caso Halsa/Términus, macrosumario abierto desde 2014 y que afecta de lleno al PP almeriense y andaluz.

Juan Espadas es junto a Pepe Griñán el candidato con menos popularidad que el PSOE-A ha presentado a la Junta de Andalucía desde 1982, donde  sí destacaron figuras con peso específico  como Rafael Escuredo, Pepote R. De la Borbolla, Manolo Chaves o la propia Susana Díaz. Para muchos de sus compañeros su perfil de candidato no es el que le ha reportado al partido sucesivas mayorías parlamentarias durante tres décadas y media y en consecuencia el gobierno de la Junta. A eso, añaden, hay que sumarle las circunstancias históricas mundiales que estamos viviendo y  que también influyen en el estado de opinión y de ánimo general de la sociedad, amén de la economía con insoportables subidas diarias.

Ante el adelanto electoral y el consiguiente acorte del calendario inicialmente disponible, Juan Espadas deberá revisar su hoja de ruta y concentrar su atención en pocos pero efectivos mensajes fundamentales, comenta un militante sevillano, viejo seguidor de estos procesos. El primero, convencer al electorado progresista andaluz que la llegada al gobierno de la extrema derecha no es gritar ¡que viene el lobo!, es que al lobo ya se le ven las orejas y a vuelta de un par de meses veremos su gran mandíbula y colmillos. Y el segundo, activar a los progresistas desencantados y cansados que se quedan en casa sin ir a votar y hacerles una llamada al ‘voto útil para frenar a la extrema derecha y al fascismo’.

Esta semana, Espadas, ha comenzado a aparecer en entrevistas extensas en distintos medios. En los periódicos de Joly le entrevistó Juanma Marqués y allí reprodujo letra y música de una canción que ya sonó en boca de Moreno Bonilla durante la campaña de 2018, con Susana Díaz de candidata entonces del PSOE que, recordemos, ganó las elecciones con 260.000 votos más que Juanma Moreno y el PP. 

«¿El señor Moreno Bonilla dejaría, esta vez, gobernar al PSOE si fuera la lista más votada, como ocurrió en la anterior?» pregunta el exalcalde de Sevilla y candidato socialista, de la misma manera que lo preguntó Moreno Bonilla en su día, sin obtener respuesta de Susana Díaz.

 

Por cierto, Susana Díaz ha reaparecido en el debate político esta semana para defenderse  de las acusaciones contra ella desde la comisión parlamentaria de la Faffe por su papel de tapón en las investigaciones judiciales en otra famosa fundación, un chiringuito de élite, el más selecto de los impulsados por el PSOE, donde colocaban, entre otros, a los compromisos y familiares de altos mandos del politburó socialista . Se ha defendido Susana desde su tribuna televisiva habitual de Mediaset donde la expresidenta no pudo evitar deslizar la evidencia del malestar con ella de muchos en el PSOE andaluz por su papel contra la corrupción ocurrida antes de su nombramiento como presidenta y el insuficiente apoyo que recibieron los exdirigentes del partido en su vía crucis imputados y a merced de la juez Mercedes Alaya. 

Desde luego ese es un capítulo por escribir, cuando ya nada se espera, con las sensaciones y experiencias de quiénes fueron las cabezas visibles más importantes del socialismo andaluz durante más de treinta años y que han acabado condenados y, por tanto, declarados judicialmente como delincuentes.

Mientras tanto, a la izquierda de la izquierda, en la ultra izquierda radical y entre el movimiento nacionalista no se producen avances de unidad que permitan vislumbrar un intento de que no se disgregue el voto progresista y de izquierdas. Transmiten la imagen de un corral en el que, mientras gritan, discuten y se pelean, no se percatan de la cercana presencia del lobo feroz que llega con hambre de boletín oficial y por su discurso dispuesto a emplearse con saña.