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La renta básica universal como propuesta de una ciudadanía activa

Nos dice Pinilla Pallejá que es fundamental desde un espectro político que el empleo esté asegurado a través de la conformación estatal.

 

Cuando nos referimos al Estado de Bienestar dentro de una democracia, las propuestas claves para su renovación en materia económica, deben ser estudiadas con detenimiento; porque en la actualidad, existe un alza en torno a la desconfianza relacionada con efectuar cambios a la administración de aquellos presupuestos y fondos públicos, recabados por los gobiernos para reorientarlos de una forma más equitativa, hacia la sociedad en busca del Bien Común.

 

De esta forma, argumentar sobre la renta básica universal como propuesta cosmopolita en el ámbito de una ciudadanía activa, dentro de aquellos sistemas políticos y económicos que se asuman como responsables, es necesario ante la globalización de los mercados y el auge de la desigualdad que lo están permeando todo, siendo un desafío de carácter ético-moral y económico-social su abordaje.

 

Con lo cual, analizar la propuesta que nos hace el médico, psicólogo y economista, Rafael Pinilla Pallejá, como miembro fundador de la asociación de renta básica universal, desde su visión como estudioso de la economía, misma que desarrolla en su libro “La renta básica de la ciudadanía”, es algo revelador para poder abordar este tema, lejos de utopismos como el mismo lo expone.

 

Así, es necesario puntualizar que la libertad de mercado al igual que la propiedad privada de los medios de producción, contribuyen a que se desarrollen las economías, pero solo de una parte de la población mundial, generando entonces que se enquiste la desigualdad y polarización social cada vez más.

 

Lo anterior genera como resultado que sea el propio Estado, quien tenga el deber de intervenir, resguardando la seguridad y dignidad de todos sus ciudadanos, debido a que éste, es la base fundamental que constituye al Estado de Bienestar y al contrato social, mismo que ampara toda la estructura política que lo constituye.

 

Por ello nos dice el autor, es fundamental desde un espectro político que el empleo esté asegurado a través de la conformación estatal; la cual de forma pragmática, funge la acción primordial de redistribuir la riqueza en el sentido de que el trabajo pagado, ha sido en los últimos siglos el motor de todo el sistema de seguridad social, garantizando mediante la recaudación de las rentas, el enfrentar los imprevistos de incapacidad, enfermedad, invalidez, vejez y muerte.

 

De esta forma, ha sido necesario preservar el trabajo y propiciarlo de igual manera, siendo este el posibilitador de todo el desarrollo en sociedad; donde debiera ser el mismo Estado, quien vele por la integración de los diversos colectivos de la sociedad civil en la cartera laboral, evitando las desigualdades y exclusión que generan tanta inequidad social y desempleo.

 

Sin embargo, esto debe ser analizado desde un espectro moderno y globalizado en el sentido de que si la Carta Magna española, se orienta desde su constitución al hecho de alcanzar un orden económico y social de justicia equitativa, este se debe concretar para la ciudadanía desde una base jurídica, promoviendo así la vida digna, mediante el ejercicio de la actividad laboral, como lo estipula su Artículo 35 al decir que:

 

“Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.”

 

Con lo cual, debemos considerar que la propuesta de renta básica universal, tiene una fundamentación ético-social, jurídica y económica que se desprende de la propia Carta Magna, pero desde un análisis crítico-reflexivo de la administración de las rentas.

 

Porque como nos dice Rafael Pinilla, “La renovación del Estado del bienestar requiere un nuevo concepto fundamental que conceda valor no sólo al trabajo remunerado sino también a cualquier otra actividad humana socialmente valiosa e incluso a la mera existencia. La garantía de una recta básica puede ser ese nuevo concepto en torno al cual renovar las instituciones del Estado del bienestar.”

 

Entonces todos como miembros de una sociedad cosmopolita, debemos replantearnos este desafío, el cual busca desde un punto de vista económico-deliberativo el hecho concreto de humanizar la recaudación estatal, para así, no ser tratados solo como objetos de producción en masa…