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La sentencia del Procés podría suavizarse ante el temor a un voto particular de Luciano Varela

Para que el voto particular de Varela no sea una realidad, a los seis magistrados restantes solo les quedaría una opción: rebajar la sentencia.

 

Un voto particular, en cualquier sentencia, implica una gran pérdida de rigurosidad, el rearme de la defensa e, incluso, un escándalo público y político. Por este motivo, la sentencia del “Procés”, bajo ningún concepto, puede contar con un voto particular que ponga en evidente notoriedad la discrepancia de un magistrado con respecto a los otros seis que llevan el complicado juicio que fallará la gravedad de los actos cometidos en el pasado 1 de octubre del 2017 y sucesivos días.

 

No puede darse el caso de la emisión de un voto particular. La sentencia debe ser unánimemente avalada por todos los magistrados que llevan el caso. En este sentido, desde la Judicatura y la Abogacía del Estado solo se comenta un miedo: que el magistrado Luciano Varela emita un voto particular que acabe por tirar por la borda la sentencia del Procés. Y, a pesar de lo que muchos puedan pensar, este magistrado peca por la rigurosidad con la que aplica la Ley. Como dicen algunos de compañeros y amigos, Varela “es más papista que el Papa”. A pesar de todo, otras voces cercanas y amigas no se esconden en decir que es un “progre” que aplica la Ley en base a su ideología -a su manera-. Varela, en conclusión, es visto -por quienes lo conocen muy bien- como un juez “demasiado garantista con los delincuentes”.

 

Si el delito de rebelión no queda fehacientemente acreditado, al magistrado Varela no le temblará la mano en discrepar con los otros seis magistrados que llevan el juicio. En cualquier caso, por los pasillos del Tribunal Supremo y de la Abogacía del Estado solo se escucha que “hay que tener ojo con Varela, que es muy escrupuloso con la Ley, muy garantista”. Desde la Judicatura creen que es el único magistrado del Tribunal que pudiera emitir un voto particular que rompa la unanimidad en caso de condena por delito de rebelión. Ya discrepó inicialmente con la parte de la instrucción en la tipificación del delito de rebelión. Es bien conocido que, a excepción de otros magistrados rigurosos, en el Tribunal Supremo hay juristas capaces de no aplicar de forma correcta la Ley si así se mantiene la circunstancia de lo políticamente correcto, como ha ocurrido recientemente en otras Salas. En el Tribunal Supremo -así se comenta-, en ocasiones, “no se aplica la Ley, se violan los derechos fundamentales y se rompe con el Estado de Derecho”. En conclusión: “hay jueces progres que se saltan deliberadamente la Ley”.

 

La opinión que se traslada desde la Judicatura y la Abogacía del Estado sobre el juez Marchena es completamente positiva. El magistrado ponente del procés es conocido en el ámbito interno por ser uno de los juristas más serios y rigurosos del Supremo -además de tener un fino sentido del humor-. Muchos magistrados avalan que “es el jurista más impresionante del Supremo”. Es más, mi fuente me comenta que Marchena “no tiene ningún enemigo”. Es respetado y admirado por todos los jueces, tanto progresistas como conservadores. “Es la excelencia”.

Los siete magistrados que llevan el juicio del Procés llevan semanas recluidos y reunidos en una sala repasando cada una de las frases que conforman la ya terminada sentencia del proceso judicial. No hablan con nadie más que entre ellos. No se puede filtrar ninguna información. Pero, sobre todo, se han de evitar las muy posibles discrepancias entre los siete magistrados. Y si algún magistrado tiene el valor de emitir un voto particular, ese es Luciano Varela. Este es, sin duda alguna, el punto focal que determinará la finalización del “Procés” con una sentencia u otra. La sentencia, así se dice en el foro interno, debe ser tan “exquisita” como para que se ponga fin a la persecución, las pintadas, las amenazas y demás actos delictivos llevados a cabo por los independentistas contra los catalanes. Esta es la realidad social en Cataluña. A veces, ni nos damos cuenta de todo lo que realmente ocurre. Pero esto es, por muy descabellado que parezca, la realidad diaria de Cataluña.

 

Rebajar la sentencia, única solución para impedir el voto particular de Varela.

 

Para que el voto particular de Varela no sea una realidad, algo que bajo ningún concepto se puede permitir, a los seis magistrados restantes solo le quedaría una opción: rebajar la sentencia. La opinión de un importante Abogado del Estado (que me ha trasladado mi fuente), bien conocedor de la forma de actuar de Varela -y de su entorno en el Tribunal Supremo-, es que la sentencia del procés será “suave”. Será difícil que los enjuiciados por lo ocurrido en el 1O sean condenados por rebelión y, seguramente, ni tan siquiera sean condenados por rebelión en grado de tentativa. Aunque posiblemente haya pruebas “más que de sobra” como para condenar a los procesados por un delito de rebelión. Con estas premisas, de forma extraoficial, desde la Judicatura y la Abogacía del Estado, se prevé que el Tribunal Supremo no condenará a más de 12 años de prisión a los políticos presos. Los que conocen personalmente a Varela -y a su entorno- saben perfectamente que si Marchena sentencia rebelión o rebelión en grado de tentativa, la posibilidad de un voto particular y la consecuente pérdida de rigurosidad del fallo judicial es una realidad y un miedo que no pueden correr ante el Tribunal Constitucional, pues las maniobras del magistrado Conde Pumpido pueden acabar con la anulación de la sentencia del 1-O.

Sin embargo, las preguntas que magistrados y periodistas nos hacemos actualmente son: ¿cómo afectará a esta sentencia el encarcelamiento de los 7 CDR acusados de querer perpetrar actos violentos y terroristas -hasta en el Parlament-?, ¿limará, en parte, la sentencia?, ¿aceptará Varela el delito de rebelión o rebelión en grado de tentativa ante lo ocurrido en estos últimos días? Estas son las preguntas focales que nos debemos de hacer.