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La víctima, la gran olvidada

Si un policía otorga una información y orientación eficaz de los derechos y servicios que le corresponden a una víctima de un delito contribuirá a ayudar a la misma.

 

Desde un punto de vista policial, tiempo atrás, el trato dado a las víctimas de delitos quizá no haya sido el adecuado. Por parte de algunos funcionarios de policía.

La falta de formación específica en el trato que se le debe dispensar. Los prejuicios de la sociedad, y el mal trago de la víctima a la hora de denunciar unos hechos, han ocasionado que víctimas no denuncien. O si lo hacen, no haya sido en las condiciones adecuadas.

Partiendo de un sentido amplio de perjudicado. Por cualquier delito cualquiera que sea la naturaleza del perjuicio físico, moral o material que se le haya irrogado. Las autoridades y sus agentes en particular, debe tener en cuenta no solo a la víctima directa. También a víctimas indirectas, como familiares o asimilados.

 

La víctima debe ser protegida, reconocida y apoyada desde el primer contacto con la Policía

 

Para ello, es fundamental ofrecer las máximas facilidades para el ejercicio y tutela de sus derechos. Con la minoración de innecesarios trámites burocráticos que supongan una segunda victimización.

¿Alguien puede imaginar que cuando una víctima va a interponer denuncia a una dependencia policial, el funcionario que le atiende haya dudado de su exposición? ¿Le haya hecho preguntas innecesarias o realice comentarios salidos de tono?.

 

Cada vez menos, pero en más de una ocasión, así ha ocurrido.

 

Qué duda cabe. Si un policía otorga una información y orientación eficaz de los derechos y servicios que le corresponden a una víctima de un delito, contribuirá a ayudar a la misma. Lo que es exigible a un policía cuando le recoge la denuncia y dirige la actuación a dicha persona.

Una evaluación y un trato individualizado de toda víctima. Sin perjuicio del trato aún más especializado que exigen las víctimas de ciertos delitos.

El reconocimiento, protección y apoyo a la víctima no se limita a los aspectos materiales y a la reparación económica. También se extiende a su dimensión moral. Y en la mayoría de las ocasiones el primer contacto tras su victimización se produce con la Policía.

 

Aquí radica la  importancia del primer actor interviniente: el policía.

 

Por todo ello, resulta muy necesario dotar a las policías de protocolos de actuación. De procedimientos de coordinación y colaboración. Como también de policías especializados, de la formación técnica, inicial y continuada del personal. Y de la sensibilización que el trato a la víctima comporta.

 

Debemos evitar lo que se conoce como victimización secundaria.

 

Es decir, producir  un sufrimiento añadido por parte de policías encargados de prestar atención a la víctima (ya sea de malos tratos o violencia de género, secuestros, abusos sexuales, etc.). A la hora de investigar el delito o instruir las diligencias oportunas en el esclarecimiento de lo ocurrido.

Si revivimos la vivencia criminal de forma no adecuada, esta podría perpetuarse en la mente de la víctima. De tal manera que la victimización podría producir marginación que incrementará en lo sucesivo el riesgo de victimización. Haciendo más vulnerable a quien padeció los efectos del delito.

 

Se hace necesario que el primer contacto con las víctimas sea llevado a efecto por psicólogos policiales.

 

Por todo esto, la actuación policial debe ir encaminada a obtener la declaración de la víctima. Tras el acto contra ella sin demora. Tratando de reducir el número de declaraciones y reconocimientos médicos al mínimo necesario. Y garantizar a la víctima su derecho a hacerse acompañar.

No ya solo del representante legal, sino de otra persona de su elección, salvo resolución motivada.

La adopción de medidas y el acceso a ciertos servicios vienen precedidos de una evaluación individualizada de la víctima. Para determinar sus necesidades de protección específica y de eventuales medidas especiales.

Dichas medidas han de actualizarse con arreglo al transcurso del proceso y a las circunstancias sobrevenidas.

De esta forma, además de la ayuda de autoridades e instituciones, la víctima dejara de ser la gran olvidada. Y le serán respetados todos sus derechos civiles.

 

Javier L. Gil Martín 

Policía Local de Sevilla