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Ni por las buenas, ni mucho menos por las malas

 

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

“Por tierra, mar y aire, las Fuerzas Armadas (FAS) y la Guardia Civil se encuentran donde haya que proteger los valores de la democracia y la Constitución, pero también la integridad y la soberanía de nuestro país”. Estas palabras de la ministra de defensa, Mª Dolores de Cospedal ―un mero recordatorio de la misión de las FAS contenida en el art 8 de la Constitución y en el art 15 de la LO de la Defensa Nacional― fueron pronunciadas, el pasado 4 de julio, en el acto conmemorativo de los 40 años del ministerio de Defensa al que asistieron los cuatro Jefes de Estado Mayor. Y qué revuelo han levantado en algunos medios, tanto de comunicación social como políticos.

Las autoridades (independentistas) catalanas se han rasgado las vestiduras, aprovechado para tildar de antidemocrática a España, país del que no se consideran miembros excepto para recibir sueldos y prebendas. Tachan a otros de anti-demócratas los que se auto-atribuyen la capacidad de elaborar ―en castizo “a puro huevo”― una ley «suprema” que estaría por encima de la Constitución. Los impulsores de la aprobación “express” de las llamadas leyes de desconexión; una “reforma” del reglamento del parlamento catalán que ha sido desestimada por unanimidad incluso por el Consejo de Garantías Estatutarias de Cataluña. Los que pretenden realizar un referéndum vinculante sin censo oficial, sin garantías en la votación y recuento y sin fijar mínimos de participación. Los que, en definitiva, se burlan de la Constitución y las leyes. Y encima, cínicamente, se consideran más demócratas que nadie. ¿Y si en vez de un frente separatista, estuviéramos ante una secta que más que cárcel necesita de manicomio?

En tal escenario, qué triste va resultando la ambigua figura del nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Porque, si hemos de creer a la portavoz del grupo socialista en el Congreso, Margarita Robles, en comparecencia ante los medios tras la reunión Rajoy-Sánchez del pasado 6 de julio, la ejecutiva del partido ha aprobado que “el PSOE nunca apoyará la aplicación del artículo 155 de la Constitución”. Parece que para los actuales gerifaltes del PSOE en Madrid,  la Constitución es como un menú a la carta. Una postura bien desleal y escasamente democrática. Ya escribí, y ahora confirmo: Sánchez no es fiable. Pienso que la creciente podemización a la que está llevando a su partido es el camino más directo hacia su irrelevancia. Una pena, porque España necesita contar con, al menos, otro partido nacional que sea alternativa de gobierno. Y el PSOE ya no lo es y ―me temo―, con Sánchez no lo será.

 

Y encima, cínicamente, se consideran más demócratas que nadie. ¿Y si en vez de un frente separatista, estuviéramos ante una secta que más que cárcel necesita de manicomio?

 

Hasta el Nuncio sabe que la Constitución ―como sucede con los Evangelios para los buenos cristianos― habría de leerse entera y frecuentemente así como practicarla diariamente. Es un recomendable ejercicio para la salud política y mental. Pero creo que el señor Sánchez es inasequible a tal esfuerzo. Al calificar las palabras de De Cospedal como “retroalimento al bloque soberanista”, además de decir una estupidez, lo que está haciendo es alimentar al victimismo, al que tan apegados están los independentistas. Cuando existe, como dice Felipe González, «una incitación clara a la sedición», el señor Sánchez, rozando la traición, intenta privar al Estado de algunos de los instrumentos a su disposición, para la defensa de la unidad y soberanía de la Nación. Ya son tres artículos, el 155, el 8 y el 97 los que pretende congelar en la carta de opciones constitucionales. Es pues el señor Sánchez quien está pavimentando el camino al soberanismo, en su intento para llegar como sea a la Moncloa.

Por tanto, sin que sirva, o no, de precedente, suscribo plenamente lo expresado por la señora De Cospedal. Yo mismo, en múltiples ocasiones, en discursos y por escrito, en activo, reserva o retiro, he formulado ese mismo recordatorio de la misión constitucional de las FAS. Naturalmente ―y este periódico es un notario de ello―, siempre he puesto el artículo 8 en relación con el artículo 97 de la Constitución. Porque para mí es evidente que los cometidos a realizar por las FAS deben estar siempre bajo la dirección política del Gobierno de la Nación. Una formulación que me parece esencial recordar, porque las FAS ―a pesar de que algunos crean otra cosa―, no pueden ir por libre: no son un fin en sí mismas, sino instrumento del Estado al servicio de la Nación. Puede por tanto inferirse que, en la invocación a los cometidos militares, hechos por un miembro del Gobierno, ante la cúpula militar, la relación de subordinación de las FAS al Gobierno va implícita en el bravo, cabal y brillante discurso de la ministra de defensa del pasado 4 de julio.

 

En este valle de lágrimas, como es bien sabido, las FAS, como institución, vienen manteniendo una exquisita neutralidad en relación a la actividad y el desarrollo legales del juego político nacional. Y así debe ser.

 

Algunos medios señalan que tal discurso ha sido recibido con desagrado en la sede del PP. Quizás no estén mintiendo del todo, porque “¡hay gente pa tó!”, como dijo Lagartijo cuando le presentaron a alguien como histólogo. Aunque ya se sabe que no son pocos los periodistas tremendamente fabuleros. Porque la Ministra no da puntada sin hilo, y su discurso sugiere una lectura de objetivos tan medulares como inéditos: calmar nervios y enviar un mensaje disuasorio de ciertas tentaciones. Kipling lo clava: “a quien escribe puede estarle permitido inventar una fábula, pero no le está permitido saber cuál es la moraleja”.

En este valle de lágrimas, como es bien sabido, las FAS, como institución, vienen manteniendo una exquisita neutralidad en relación a la actividad y el desarrollo legales del juego político nacional. Y así debe ser. Pero la moraleja es que nadie debe llamarse a engaño: neutralidad no significa indiferencia ante la violación de la Constitución de la que las FAS son garantes. Y mucho menos ante la potencial quiebra de la unidad de España, concepto que está incluido en el ADN de los militares. Seguramente por ello, la ministra de defensa ha confirmado con su discurso, que el Gobierno de España está vigilante y encabeza la salvaguardia de los supremos intereses de la Nación. Y, con esa finalidad, dispuesto a emplear oportuna y proporcionalmente, si fuera necesario, todos los recursos que el Estado pone a su disposición. ¡Pues no faltaría más!

 

Resulta curioso que los independentistas catalanes, los violadores de la ley, así como sus compañeros de viaje se sorprendan porque el Estado vele sus armas, acusando a éste de escasa cultura democrática ¿Desde cuándo es poco democrático cumplir la ley? ¿Acaso esas criaturas pensaban que el Estado iba a asistir impávido a la sedición independentista que, al margen de la ley, pretende mutilarle y fracturar la Nación? Seamos claros: el discurso de doña Mª Dolores de Cospedal ha sido un necesario y oportuno bálsamo para la mayoría de los españoles, así como para las FAS como institución. Creo que corrobora aquello que tantas veces me han oído decir: no va a haber ni referéndum ilegal ni independencia de Cataluña; ni por las buenas ni mucho menos por las malas.

 

*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r).

@ppitarchb