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Las mujeres pierden

Jose Manuel Sanchez Fornet
José Manuel Sánchez Fornet

Hace unos días leí en una red social que una mujer joven, culta, enfermera de situaciones críticas que ha trabajado en distintos países (España -Barcelona-, Israel… ahora en Suecia) decía que ya no iba a poder hacer aquello que le gustaba: pasear de noche sola. Eso me hizo reflexionar sobre la sociedad en la que estamos inmersos, con millones de personas por debajo del umbral de la pobreza y en la más absoluta miseria en este sistema de capitalismo salvaje, y en los cambios sociales, a peor, que se están produciendo para unos, los que vivimos en la sociedad del bienestar, con el contrapeso de aquellos que mejoran sus condiciones de vida trasladándose a vivir aquí desde países donde no existe libertad ni democracia ni derechos sino guerras, hambre y dictaduras.

Y llegué a pensar en cómo en esta sociedad la Policía podría garantizar la seguridad a mujeres que decidan ejercer la libertad de pasear solas de noche. La primera conclusión es que queda mucho por avanzar en igualdad porque en ninguna sociedad del mundo, ni en las más avanzadas, tienen potencialmente el mismo riesgo de ser agredidos un hombre que una mujer.

La segunda conclusión es que estamos en pleno choque de civilizaciones, de culturas y religiones, que se produce en las calles de todas las ciudades de occidente y para el que confieso no encontré solución que no lesione derechos, expectativas o libertades de otros. Y esas no son soluciones.

Decía esta señora que tengo como amiga en Facebook (A.R.C.) que tendría que dejar de salir a pasear sola de noche en Estocolmo por la situación que se venía produciendo contra mujeres y respondía otro “vecino” en dicha red social que todavía quedan algunas ciudades del Norte de Suecia donde se podía caminar de noche sola siendo mujer sin mayores riesgos que cualquier otra persona, pero que pronto allí llegarían también “las personas que no quieren en otras ciudades de Europa”.

[blockquote style=»1″]Se hacen concesiones, que comparto, como ofrecer menús sin cerdo para los musulmanes en las escuelas, entre otras, pero hay exigencias como acotar un trozo de playa pública para mujeres musulmanas, o piscinas y educación separadas para hombres y mujeres, y otras muchas, en las que creo no se debe ceder porque atentan contra nuestros principios de igualdad de todas las personas.[/blockquote]

Creo que en democracia hay que respetar las creencias religiosas y culturales de todas las personas y permitir que tengan sus templos religiosos sean cristianos, judíos, musulmanes o de cualquier otra religión, pero esa elemental norma de respeto a todas las creencias debe acompañarse de la exigencia a las personas que vienen a esta sociedad de asumir unas mínimas reglas de convivencia para garantizar a quienes vivimos aquí, que se van a respetar nuestras costumbres y forma de vida y que nadie va a intentar imponernos otras. Se hacen concesiones, que comparto, como ofrecer menús sin cerdo para los musulmanes en las escuelas, entre otras, pero hay exigencias como acotar un trozo de playa pública para mujeres musulmanas, o piscinas y educación separadas para hombres y mujeres, y otras muchas, en las que creo no se debe ceder porque atentan contra nuestros principios de igualdad de todas las personas sin distinción que en occidente es lo mismo para hombres y mujeres.

Creo que para vivir en la sociedad de occidente a las mujeres les es exigible que no usen burka, que lleven al descubierto al menos su cara, y a los hombres que reconozcan la igualdad de hombres y mujeres, evitando estampas en nuestras calles de mujeres completamente cubiertas caminando un paso por detrás de los hombres. También habría que exigirles control de natalidad porque no se pueden tener 4, 6, 8… hijos y que todos reciban subvención de dinero público. La píldora, el preservativo, no son pecado en nuestra sociedad de estados laicos (salvo excepciones con reminiscencias religiosas de siglos pasados), y si lo son en algunas religiones hay que ignorarlas y combatirlas, limitando las ayudas a partir de determinado número de hijos, y quienes quieran seguir dictados sectarios y fanáticos religiosos o culturales que no se financien con nuestro dinero.

[blockquote style=»1″]Que esos países donde las mujeres no pueden votar, ni conducir, ni hablar con ningún hombre que no sea su dueño (padre, marido, hermano…) estén presentes en la ONU y ocupen organismos como la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos es una burla de los gobiernos y de la ONU a toda la humanidad.[/blockquote]

Esas culturas y religiones que consideran a la mujer un ser inferior subordinado a los caprichos y decisiones del hombre deben cambiar sus postulados para que sus miembros se integren en la sociedad de occidente. Si están educados desde niños (ellos y ellas) en esa presunta superioridad con normas y leyes como prohibir a las mujeres votar, o conducir, o salir solas a la calle y si lo hacen siempre de día y el tiempo mínimo imprescindible para hacer la compra, cuando esos hombres viven aquí entienden que una mujer que camina sola de noche no merece respeto, la desprecian, insultan o piensan que es lícito que el hombre la toque o cosas peores.

Que esos países donde las mujeres no pueden votar, ni conducir, ni hablar con ningún hombre que no sea su dueño (padre, marido, hermano…) estén presentes en la ONU y ocupen organismos como la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos es una burla de los gobiernos y de la ONU a toda la humanidad. Los países occidentales declaran guerras por muchas razones mientras  mantienen un discurso de respeto a la igualdad de hombres y mujeres en los países de occidente, pero no deja de ser un discurso falso, hipócrita, cínico, porque si fuera cierto que actúan como dicen estas religiones y culturas estaban proscritas por atacar los derechos y la dignidad de más del 50% de la humanidad mientras no se modernizaran.

Cambiar esta situación no es que no sea un asunto prioritario, es que no existe como tal asunto a resolver quizás porque afecta principalmente a ellas, las mujeres, razón por la que no será combatido como lo fue el nazismo o la esclavitud que en el fondo comparten la misma ideología de superioridad de una raza. Y es que en la historia de la humanidad muchas etnias, razas o colectivos han sido siempre maltratados, ignorados, pisoteados sus derechos, pero nunca con la persistencia con la que se ha despreciado, ignorado, maltratado atacado y esclavizado a las que siempre pierden, las mujeres.