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Las pateras son para el verano

Ahora la cosa iba de optar entre dejar que se ahoguen o una vez en tierra actuar conforme a Ley.

Lo que está ocurriendo con el tema migrante (así somos, con quitar la “e”, está tan claro nuestro compromiso que no hace falta nada más. Lo escribo en un tuit con la foto de gente apiñada en patera y todos mis followers se darán cuenta de que soy muy solidario), me lleva a dos reflexiones. Una sobre la izquierda, otra sobre el dilema moral de las ONG (si es que se lo plantean, claro).

Creo, a veces, que hay una izquierda acomodada a su superioridad moral y le basta hacerse la escandalizada como argumento suficiente para rebatir los de la derecha, tan enamorados de nuestra propia bondad que no vemos como esas ideas conservadoras impregnan la sociedad (que, no lo olvidemos, es esa cosa formada por, entre otros, los votantes)

Concretando. Pablo Casado, al que hay que reconocer cierta capacidad inventiva -no piensen mal, por favor- reaccionó ante el asunto de la llegada de inmigrantes a las costas un poco como anunciando la segunda caída del reino visigodo. Que ocurre, además, por el mismo sitio: el Estrecho. “No hay papeles para todos”.  Una frase corta, sencilla, impactante. La repites un poco y queda. Hubiera sido necesaria una respuesta igualmente sencilla y clara. Tal vez algo que dijera que los “papeles” se dan aplicando la Ley de Extranjería, no al hacer el cheking en una patera. Que ahora la cosa iba de optar entre dejar que se ahoguen o una vez en tierra actuar conforme a esa Ley.

 

Pero daba igual, en esa competición por parecer el más indignado, la reacción fue, machaconamente, llamar racista a Casado (y Rivera, porque afirmar continuamente sus similitudes es muy acertado. No sea que no se den cuentan y en futuras elecciones no se pongan de acuerdo para gobernar).

 

Racista y que pretendía ganar votos con ello. Sin pensar, primero, que si creemos que puede ganar votos con ese argumento estamos afirmando que una parte, quizás grande de la sociedad, teme efectivamente a la emigración. Unimos a ello la acusación de racista por lo de los papeles y ¿qué ha quedado? Que, de todo esto, solo perviva la frase de Casado.

Cuando surgió el tema del Aquarius, que no es una bebida sino un barco de una ONG, rechazado por los italianos y los malteses, con su carga de desesperación a bordo, la pregunta que cualquiera se haría es ¿a partir de qué viaje se empezará a enfriar la solidaridad? Respuesta: En el segundo barco.

Con el Aquarius las ofertas de acogimiento de ayuntamientos superaban en número a los que venían en el barco. Ahora, dos meses después, con el Open Arms -y las pateras llegadas entre uno y otro- surge un tema más prosaico ¿quién paga la solidaridad?

Suena el Open Arms, porque cuando un juez inmovilizó el barco, falto tiempo para la reacción solidaria. En Twitter, obvio. Ahora que han vuelto, no se le ha dirigido al primer puerto español, que era Palma. Al fin y al cabo, también está lleno de extranjeros. Una llegada al puerto en medio de la copa del rey de vela hubiera sido espectacular. Ni a Barcelona.

 

Total, que fue a Algeciras, y con menores a bordo. Consecuencia: el dinero y los servicios sociales que deben hacerse cargo de ellos, en una competencia que no es estatal, y por tanto financia la Comunidad y, más por tanto, ya tenemos el lío intercomunidades. Somos una Unión Europea peninsular, fíjense. Esto es, nos llevamos mal.

 

El barco con nombre de bebida está, de nuevo en la costa de , recogiendo más seres humanos, que no van a poder bajarse en Italia ni en Malta. He aquí el dilema moral. La segunda industria libia, tras el petróleo, es el tráfico de seres humanos. En un negocio que todo es beneficio. En cuanto se suben al barco se da aviso a la ONG. ¿Qué hace esta? Acudiendo contribuye al tráfico de personas y sirve los intereses de unas mafias, reforzando su negocio. Si no acuden, el viaje puede acabar en la muerte. Leí, no hace mucho, que el gran error de la OTAN fue bombardear a Gadafi sin contribuir a crear un nuevo orden después. Por ahí debería, entiendo empezarse.

Mientras esperamos que algo de eso ocurra, la curiosidad sobre el futuro inmediato se mantiene ¿Habrá acuerdo entre las Comunidades para repartir gastos y menores?, ahora que ya sabemos que no somos mejores que los italianos o los polacos y que la barrera entre solidaridad y rechazo está en el número. ¿Cuándo cambiará el tiempo que desanima la llegada de pateras hasta la próxima primavera? ¿Se hundirá la economía turca y así hablaremos de otra cosa, para alivio de nuestros gobernantes?