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Líder o proyecto

Algunas personas, entre las que nos encontramos, le damos preeminencia al proyecto a ofertar más que al liderazgo.

 

Cada vez con más frecuencia cuando se va acercando un proceso electoral, ya sea institucional u orgánico, se suele poner el énfasis más en quién debe ser el líder/lideresa, que en el proyecto que se oferta a los electores. Hay un afán de híper liderazgo y se supone que, si la persona candidata sale elegida, seguro que lo va a hacer muy bien, sin saber muchas veces ni tan siquiera qué es lo que esperamos que haga…

 

Algunas personas, entre las que nos encontramos, le damos preeminencia al proyecto a ofertar más que al liderazgo. Creemos que lo importante es saber lo que se vaya a hacer (¿Para qué, si no queremos a un responsable público?) y por supuesto, inmediatamente después quién/quiénes vaya(n) a encabezar ese proyecto y que nos den garantías y confianza suficientes, entre otras virtudes: honestidad, empatía, capacidad de gestión institucional/orgánica, etc. que nos hagan creíble que puede encabezar un proyecto por el que apostamos.

 

En el fondo, tanto el liderazgo como el proyecto son muy importantes, y de la unión de ambos es de donde debe de salir la oferta que se haga en cualquier proceso electoral. Pero tan malo es apoyar a una persona sin saber a qué se compromete, con suficiente concreción, como apoyar a un proyecto atractivo, coherente, comprometido en hitos, fechas, recursos, viabilidad, sin la garantía (razonable) de que tendrá un liderazgo que lo haga efectivo.

 

Y por cierto, junto al líder “máximo “, es también muy conveniente conocer su equipo, siquiera más próximo, pues un proyecto ambicioso difícilmente lo puede gestionar una sola persona. La historia está llena de colaboradores que han hecho fracasar buenos proyectos.

 

Por tanto, la tripleta Proyecto-Líder-Equipo debe ser un todo de cualquier oferta electoral que pretenda ser creíble y respaldada por la ciudadanía.