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Los nueve grandes retos del mundo tras la pandemia

Soy de ideología optimista, pero no un iluso. Estoy convencido de que la pandemia va a suponer un punto y aparte para la humanidad.

 

La pandemia de la COVID-19 podría representar un punto de inflexión para el devenir del hombre como especie animada, por un lado, y como unidad básica de un colectivo organizado conocido como sociedad, por otro.

 

La lógica nos dice que habría que acelerar la búsqueda de un ecosistema mínimo vital para el hombre, en un contexto de intensificación del uso de la técnica como la historia no había conocido hasta ahora, lo que nos va a obligar a plantearnos nuevos objetivos claves para la humanidad en una comunidad que saldrá de la actual crisis con intensas agujetas al estar realizando un esfuerzo muy por encima del habitual.

 

La hipótesis de que el Antropoceno comenzó hace más de dos siglos parece ir validándose de manera definitiva y ampliamente aceptada, lo que convierte en apremiante la necesidad de afrontar la emergencia climática con objetivos a corto, medio y largo plazos. El hombre sigue comportándose de manera problemática y la crisis de ámbito mundial provocada por la actual pandemia nos brinda un momento idóneo para reflexionar y abordar los grandes retos a los que nos enfrentamos si queremos hacer viable un futuro sostenible para la humanidad en nuestro planeta. Hay que acabar con los bucles que nos lastran impidiendo que podamos seguir avanzando en el conocimiento de nuestra propia razón de ser.

 

El siglo XXI podría llegar a ser el de la Ilustración sostenible, cimentada sobre los pilares de un diálogo permanente y directo entre la ciencia, la rama más joven del conocimiento, menos de cinco centurias de antigüedad,  y la cultura, vertiente del conocimiento entroncada con nuestros ancestros. La ciencia y la cultura no deberían continuar avanzando en paralelo ya que así se pierda de vista que el objeto de ambas es estar al servicio del hombre de la manera más eficaz posible.

 

Seguir abordando los desafíos para la humanidad aisladamente, de uno en uno mientras los demás esperan su turno, puede resultar infructuoso para nuestros intereses ya que normelmente van a presentarse de forma conjunta con riesgo de colapso y en ello nos va la viabilidad de nuestra especie en el planeta. Hay que comenzar a percibir y analizar la realidad de manera global y holística.

 

Es evidente que la pandemia ha trastocado el tablero de juego a escala mundial, por lo que tal vez habría que repensar incluso los propios ODS 2030 que se fijaron en 2015 por la ONU, así como establecer una nueva hoja de ruta para alcanzarlos.

 

Los principales retos para la humanidad  que es obligado afrontar a partir de ahora son:

 

  1. Diseñar y poner en marcha modelos de organización de la sociedad, mediante unas instituciones más eficaces y eficientes y una gobernanza lo más colaborativa posible.
  2. Planificar la globalización y la automatización de la economía, incluyendo también la fiscalidad y la riqueza, rompiendo amarras con la actual dictadura del cortoplacismo, sin eludir la dialéctica globalización unilateral versus cosmopolítica y cosmotécnica.
  3. Acordar un nuevo modelo de estado del bienestar a escala universal, basado más en el valor de calidad de uso de los bienes y servicios que en su valor de intercambio.
  4. Dar prioridad a la calidad de vida de las personas a través de una buena salud cognitiva como objetivo de la biogenética, la neurociencia y también de la creatividad.
  5. Crear códigos universales sobre bioética y neuroética, dentro de los espacios culturales propios de cada territorio, y regular unos límites compartidos sobre la selección volitiva.
  6. Abrir espacios de diálogo sobre diversidad cultural que contemplaran la tecnodiversidad, la educación multicultural cívica y la glocalización cultural, entre otros escenarios. 
  7. Adelantarnos a la próxima, y probablemente más disruptiva revolución tecnológica, la cuántica, que alumbrará un nuevo siglo de las luces, para que no nos pille sin estar preparados, lo que exigirá un gran debate sobre tecnociencia y humanismo para decidir cómo abordar un futurible escenario de singularidad. 
  8. La emergencia climática y las más que probables nuevas pandemias universales nos sitúan de pleno en la Era del Antropoceno, lo que nos tendría que hacer reflexionar a fondo sobre nuestra actual visión monolítica de la tecnología, de manera que pudiéramos intentar establecer las coordenadas que permitieran a los humanos identificar su propio ecosistema mínimo vital. 
  9. La realidad pandémica ha puesto de manifiesto la obsolescencia y las costuras de las actuales instituciones transnacionales, por lo que urge su reseteo para que, lo antes posible, puedan contribuir con eficacia a afrontar los nuevos retos del siglo, estableciendo una gobernanza mundial acorde con el momento histórico que nos está tocando vivir.

 

Si queremos no fracasar desde el inicio, es imprescindible incorporar a los debates a profesionales y científicos jóvenes, de manera que no cometamos el habitual error de diseñar un futuro a medio y largo plazos para ellos, pero sin contar con ellos, que son los que lo van a disfrutar o a padecer. 

 

Igualmente, no tanto por ser políticamente correctos, sino por no caer en la ineficacia de los trabajos a realizar, tal como sigue ocurriendo hoy con muchas investigaciones científicas que se hacen con universos mayoritariamente masculinos, es clave la presencia lo más paritaria de hombres y mujeres en los debates.

 

Finalmente, los sectarismos de todo tipo deben estar ausentes de dichos debates, si realmente queremos salir de la evidencia contrastable de que el mayor problema del hombre hoy es el propio hombre y sus miserias, y siempre en un marco de diálogos positivos para el conjunto de la humanidad.

 

Soy de ideología optimista, pero no un iluso. Estoy convencido de que la pandemia va a suponer un punto y aparte para la humanidad, tanto que entre mis proyectos actuales está poner en marcha una plataforma en la que se implementen foros que aborden esos retos, pero alguien, no falto de razón, podría decir que estamos comenzando mal, incluso muy mal, desde el momento en que las vacunas no están llegando equitativamente al tercer mundo, que los países más desarrollados no sean capaces de movilizarse por interés propio para que la inmunidad colectiva sea eficaz para sus intereses sanitarios y económicos a escala mundial, que los dirigentes de aquellos ni siquiera planteen ante estos últimos que su colaboración a esa inmunidad global llegue a cambio de inversiones que creen riqueza en sus países para evitar la crueldad de unas migraciones en condiciones infrahumanas, que en plena pandemia los occidentales acabamos de abandonar a la población afgana en manos de unos tarados sociales, aun conscientes del daño que “sus leyes” pueden costarles la vida, especialmente a sus mujeres, etc, etc.

 

elmundotraslapandemia@gmail.com