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No hemos aprendido a vivir

Va siendo hora de reflexionar. Ha llegado el momento de analizar que estamos faltos de humanismo.

 

Humanismo es una palabra del renacimiento que significa cultivo o conocimiento de las letras humanas y más cosas. 

De humanismo sabía mucho José Luis Sampedro. Escritor, economista y gran humanista. Murió en 2013 y nos dejó lanzando muchos mensajes y alguna que otra advertencia. 

 

Su gran empeño fue transmitir el deseo de crear la familia humana que habite este Planeta

 

 

“Estamos muy mal en la sociedad en cuestión de humanismo. En 2.000 años, si partimos de Grecia, el progreso técnico ha sido prodigioso, increíble. Nadie podía imaginar en la Edad Media, en el Renacimiento, en el siglo XIX en el progreso científico y técnico que podríamos alcanzar en el siglo XXI pero y en la vida social.

 

“¿Y en la vida humana? ¿Y en la vida cotidiana?”

 

Así comenzaba a hablarte en una de sus múltiples charlas, en cualquiera de sus discursos. Era un hombre sabio. A los que le conocimos o le pudimos entrevistar a lo largo de su interesante vida nos dejó huella y nos hizo reflexionar. Nos hizo tomarnos en serio esto de vivir y pasar por la vida.

“Seguimos exactamente igual que hace 2.000 años, con guerras, con divisiones, persiguiéndonos, luchándonos, combatiendo con xenofobia, racismo, exclusivismos, con nacionalismos excluyentes”. Así te lo explicaba, alto y claro. Haciéndote meditar y recapacitar. 

 

Hasta las religiones que aman todas al prójimo se matan unas a otras desesperadamente y con un fanatismo feroz

 

No hemos aprendido a vivir con humanidad. La humanidad está por hacer”, es uno de sus grandes racionamientos. Y cuanta razón tenía y tiene todavía, Sampedro. No entendemos nada. No sabemos vivir.   

“Todavía en otros tiempos se podía pensar que nos separaban océanos, desiertos, montañas… unas culturas ignoraban a otras. En América no se sabía lo que se hacía en Europa y viceversa. 

Pero ahora, cuando la técnica nos ofrece comunicaciones instantáneas, transportes casi instantáneos, todas las oportunidades para encontrarnos en un escenario único, ahora nos encontramos con que seguimos sosteniendo las mismas barbaridades, las mismas crueldades, las mismas salvajadas.

¿Cómo es posible eso?”. Así te lo manifestaba, abiertamente, con la voz del hombre sosegado y cultivado que había dedicado toda su vida al estudio y la mejora del bienestar social de su tiempo. 

Y el escritor te miraba a los ojos y te preguntaba, «¿cómo no hemos aprendido a vivir en paz? ¿A vivir con la naturaleza. Con sosiego. Disfrutar de esa técnica. Es pura barbarie». Y cinco años después pienso que todo sigue igual o peor.

 

No sabemos que hacer con la técnica. Tenemos mucha técnica y poca sabiduría. No tenemos el arte de vivir. No lo sabemos manejar.

 

El libro de Norbert Wiener -maestro de la Cibernética-, “El uso humano de los seres humanos”, le marco muchísimo en sus comienzos en economía en 1948. “¡Era tan esclarecedor! 70 años después, aquello que prometía tanto me hacía preguntarme ¿Estamos haciendo un uso humano de nosotros mismos? ¿Estamos sabiendo vivir humanamente?. Con todo lo que supone ser, humano.

Ser por un lado racional y por otro sensible y sentimental. ¿Lo estamos haciendo? No”, te afirmaba con una tolerancia impotente ante tanto horror. 

 

 

“El desarrollo que llaman sostenible, y lo sabemos los economistas, es totalmente insostenible”

 

 

“No se puede sostener esta continuidad con este crecimiento de la población y con este destrozo del medio ambiente y de la vida que llevamos”, así de conciso te lo explicaba.

Frente a esto es necesario razonar. Lo sabemos todos y como decía el humanista, “sabemos que la entropía lleva hacia abajo”.

Y aquí es donde Sampedro ponía el dedo sobre la llaga, “ir hacia abajo es Europa. Europa que fue grande. ¡Que creó tanto! Que inspiró muchas de la palabras que pronunciamos. Europa ya no tiene grandeza. En Europa no es que no haya ideales, no es que no se hable de ideales, en general (personas con ideales, si hay) ya ni siquiera hay valores. ¿Qué es de los valores humanos, de la justicia, de la dignidad?”

 

 

En Europa lo que nos importa son los intereses.

 

 

Sigue siendo igual que hace diez, quince, veinte años, los intereses económicos. Somos un club de intereses. Nos hemos degradado tanto… hasta el punto de no pesar nada serio en la vida mundial. 

“Por favor, luchemos contra eso” nos pedía con un grito de lamento en sus ojos a sus 90 años. “Tengamos pensamiento propio. Tratemos de imponer ese pensamiento propio sencillamente con el fin de construir la humanidad. Hay que empezar a hacerlo y tenéis que hacerlo vosotros, los jóvenes porque en los viejos ya no se puede confiar”.

Mensajes y advertencias que parecen no nos importan. No hemos encontrado representantes que luchen por unir. Por respetar. Por compartir. 

Controlar. Dominar. Someter. Imponer. Nos ha llevado a esta violencia. A desembocar en la agresión, en la crítica y en escondernos bajo seudónimos para insultar y negarle el pan, el cobijo y la consideración a nuestras mujeres y a nuestros niños y niñas.

Reflexionemos todos juntos y eliminemos la radicalidad de los pensamientos. 

Cuando asesinan a una mujer están matando a todas las niñas del mundo. Cuando abusan de un menor nos están arrebatando el futuro. Nuestro porvenir. 

Lo esta contando IKEA en su último anuncio. Observemos cómo estamos educando. ¿Qué estamos transmitiendo a nuestros hijos? ¿De qué hablamos con nuestros hijos, nuestros padres y madres? ¿Nuestra familia, amigos y nuestro entorno?

 

Hagamos una pausa en nuestro consumo.

 

Admiremos a influencers que de verdad lo merezcan. Imitemos conductas apropiadas. Borremos y no reenviemos vídeos intolerantes. Entremos en nuestras redes sociales y dejemos de seguir a todo aquel que no nos aporte nada bueno. 

Hay algo más fuerte que el derecho de vivir, el deber de vivir.

“Lo que da dignidad al ser humano plenamente es la libertad”, nos recalcó Sampedro.

“Hacernos mejores exige tiempo. Hagámoslo con igualdad y con fraternidad. Con esa fraternidad de la que hablan las religiones antes de matarse unos a otros. El hombre libre con igualdad y fraternidad es el hombre con dignidad”. Tomemos nota y empecemos a trabajar. Porque estas palabras son valores fundamentales que nos tenemos que inculcar. “Valores para ensalzar lo que más os deseo lleguéis a conseguir. Lo que más os ruego tratéis de cultivar, el pensamiento libre”, ese era su mensaje.

 

El pensamiento libre es indispensable para todo y si todos lo practicáramos habría ciudadanía. 

 

¿Te apruebas ante ti mismo? ¿Te sientes orgulloso de cómo actúas y los ideales que defiendes? Empieza a oír el silencio de los gritos. No te dejas guiar por falsos profetas. No votemos ni defendamos la intolerancia. Como dijo el maestro Sampedro “si dijese todo lo que tengo en mi corazón, cenábamos tarde”. Pues empecemos a cenar tarde, ya va siendo hora, porque no hemos aprendido a vivir.