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Ocurrencias en Defensa y otros

Y saltó la ocurrencia de afanarse en descoser las banderas españolas, prenda a prenda, para enviar éstas a Ucrania.

 

En una semana, la política gubernamental de ocurrencias se ha acelerado. La rivalidad entre el sanchismo y el PP parece pasar a la  confrontación permanente. Sánchez, el pasado jueves, rompía aguas de larga precampaña en una entrevista ―en la SER, naturalmente―, anunciando su gran ocurrencia de rebajar el IVA de la factura del gas desde el 21% al 5%, cuando tal disminución venía pidiéndola Feijóo desde hace varios meses. Además, dejaba con el trasero al aire―con lo feo y machista que eso es― a varias de sus desconocidas ministras, las cuales, hasta el día anterior, previo paso por la peluquería, negaban tal rebaja por carecer de viabilidad.  

Tampoco es pequeño el entremés del acercamiento al País Vasco de otra remesa de criminales etarras, incluyendo a asesinos de primera fila como el tal Parot. Éste, con 39 cadáveres en su mochila y condenado a más de 4.500 años de prisión, ve acercarse la abundancia de los beneficios penitenciarios, como consecuencia de la transferencia al gobierno autonómico del País Vasco, el 1 de octubre de 2021, de las competencias penitenciarias en ese territorio. En fin, una nueva afrenta a las víctimas del terrorismo en primer lugar, y a los españoles de bien a continuación. ¿Puede darse comportamiento gubernamental más indecente que ese nuevo cambalache de asesinos por votos?

En Defensa, en el tema ucraniano, las ocurrencias son diarias. Recordemos cómo, a las recientes declaraciones de la ministra de defensa, Margarita Robles, afirmando que “la colaboración de España (con Ucrania) es absoluta, total”, respondió, en rueda de prensa, el 24 de agosto, el embajador ucraniano, Serhii Pohoreltsev, con un rotundo: «No puedo decir que estemos satisfechos (de tal colaboración)”, harto el diplomático de pasar ante Kiev por el tonto del pueblo en Madrid. Y a doña Margarita se le cayó el sombrajo, porque el tema se convertía en factor de supervivencia política personal a dos bandas: ella tendría que donar algo con publicidad, y el embajador se apuntaría el tanto de haber logrado el milagro. 

Lo más a mano era el vestuario para climas fríos, preparado para nuestras fuerzas en el exterior. Y saltó la ocurrencia de afanarse en descoser las banderas españolas, prenda a prenda, para enviar éstas a Ucrania. En fin, la reposición prevista para nuestras fuerzas (por ejemplo, en Letonia) tendrá que esperar hasta ya entrado el invierno. También es curioso el envío de “munición de artillería de campaña de grueso calibre”, según reza en nota de prensa, del 31 de agosto, de la Dirección de Comunicación Institucional (y Censura) del Ministerio de Defensa. Este organismo quizás pretendiera referirse a los calibres de 175 y 203 (con capacidad nuclear), que  hace mucho tiempo dejaron de estar en servicio en el Ejército de Tierra. O, tal vez, a los morteros de artillería de calibres superiores, de tiempos de Maricastaña. O, acaso, a la artillería naval basada en tierra de 38,1 (en cm). O, probablemente, a los cañones  ferroviarios que llegaron a superar los 600 mm. Eso sí que eran “gruesos calibres” (también podrían serlo  algunos navales y de costa). 

Pienso que un artillero (yo me quedé solo en infante) difícilmente asociaría hoy el término “artillería de campaña” con el de “grueso calibre”. Nueva muestra del desconocimiento proverbial de los temas del departamento, impropio en esa Dirección del ministerio de defensa. Quizás quiso impresionar al respetable al referirse al envío de una parte (se habla de 1.000 proyectiles) de los 3.000 nuevos de 155 mm, adquiridos a EXPAL hace 3 años. Munición que necesitan nuestras unidades artilleras para su propia instrucción.