The news is by your side.

Podemos y los camisas negras catalanes

 

Pablo Gea
Pablo Gea*

La deriva golpista de los independentistas radicales y de aquellos que, queriéndose subir al tren de la novedad revolucionaria travestida de un falso pretexto democrático por motivos opacos ha dado a entender a gran parte del conjunto de la ciudadanía una realidad muy desagradable. Esta no es otra que la evidencia empírica de a dónde nos conducen las políticas de apaciguamiento. Sin género de dudas, el mimo con que se ha tratado a unos nacionalistas que, como podemos ver estos días en los telediarios y en la prensa, no escatiman medio alguno para alcanzar sus fines ilegales. Ojalá lo más grave fuese el adoctrinamiento en las universidades, institutos, escuelas y hasta guarderías. Ojalá. O que se haya producido la desobediencia más flagrante a las sentencias del Tribunal Constitucional por parte del gobierno de la una Comunidad Autónoma chantajista, de la que es muestra el registro de 11 edificios públicos y 3 privados (con la incautación del material incriminatorio correspondiente) y la detención de nada menos que 14 personas. Las principales pertenecientes a la Vicepresidencia y Consejería de Economía y Hacienda, la Consejería de la Presidencia, la Consejería de Gobernación y la Consejería del Exteriores. Ojalá. O que el Ministerio de Hacienda haya tenido que intervenir las cuentas de la Generalitat de Cataluña ante la negativa de Junqueras de enviar, como establece la ley, las certificaciones de gastos realizados por el gobierno autonómico. Ojalá.

 

Las escenas en la sede de la CUP le dejan a uno clavado en suelo, como una sombrilla, al tener los agentes de policía que realizar salvas sin munición para evitar un ataque a los furgones.

 

Lo que me ha dejado, literalmente, a cuadros, han sido las lamentables imágenes que todos hemos tenido que presenciar con un sudor frío recorriendo la espalda, reminiscencia de épocas pasadas que uno creía ya superadas. Me estoy refiriendo a la campaña de acoso dirigida por las autoridades independentistas contra los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que están allí para hacer su trabajo y cumplir su deber. Ruedas pinchadas, empujones, agresiones, muchedumbres que se lanzan sobre los agentes y los vehículos. Edificios que tienen que ser abandonados por los agentes de madrugada. La letrada de la Administración de Justicia tuvo que salir por una azotea al bloquear los “manifestantes” las puertas de los edificios. Los Mossos, la Policía Nacional y la Guardia Civil ante una situación insólita en un país democrático como debiera ser España. Está claro que no tenemos la asignatura del todo aprobada. Las escenas en la sede de la CUP le dejan a uno clavado en suelo, como una sombrilla, al tener los agentes de policía que realizar salvas sin munición para evitar un ataque a los furgones.

 

Ahora le tocará al Gobierno explicar, digo yo, cómo es posible que hayamos permitido que se forje una dictadura totalitaria de la peor especie en la Comunidad Catalana, fielmente protegida por sus camisas negras mussolinianos de la CUP y formaciones aledañas, que campan a sus anchas por las calles exponiéndose a alguna detención ocasional para salvar las apariencias, pero que tienen vía libre para llevar la tensión y el miedo a los catalanes que no son independentistas o que, sencillamente, no piensan como ellos. A ver quién tiene valor de negarlo tras lo ocurrido estas semanas. Y quien lo haga, que sepa que la comunista CUP es una formación orgullosamente heredera del grupo terrorista Terra Lliure, muchos de cuyos miembros ingresaron posteriormente en Esquerra Republicana de Catalunya, en la que militan demócratas de manual como Gabriel Rufián, Joan Tardá o el propio Oriol Junqueras.

 

Hablan de franquismo y de “régimen del 78” ante la estupefacción de quien ama y respeta la Historia.

 

Si hay algo bueno de todo esto, aunque soy consciente de que hay que tener una excesiva carga de optimismo para verlo en horas tan negras para el Estado de Derecho español, es que la verdadera naturaleza un partido político por desgracia presidenciable está ya fuera de toda duda. El inmisericorde -y certero- Editorial del diario EL PAÍS puso en su sitio a PODEMOS. En estos momento no queda ni la más mínima duda de que se trata de una formación tan radical y sectaria como los independentistas catalanes y los perros rabiosos de la CUP (con la que comparten ideología, por cierto). Un grupo cuyas caras visibles y líderes, en todos los momentos de crisis, siempre han estado del lado de los verdugos, nunca con las víctimas. Siempre con quienes incumplen la ley, no junto con quienes tratan de defenderla. Quedó claro durante el Atentado de La Rambla, donde nos echaron la culpa de lo sucedido a nosotros y no a los yihadistas asesinos, otorgando toda la comprensión habida y por haber al extremismo islámico. Como hicieron antes bajo otros envases y siguen haciendo ahora con ETA. A día de hoy soy incapaz de explicarme cómo quienes llevaron flores y lloraron por los muertos de los islamistas tuvieron el valor y la poca vergüenza de hacerse fotitos con el terrorista Otegui. Que, dicho sea de paso, es una hombre de paz, un preso político y un pobre injustamente perseguido para Pablo Iglesias y Alberto Garzón.

 

Según ellos, el Gobierno es quien recorta derechos civiles y libertades, no quienes se saltan la ley y someten a los discrepantes. Hablan de franquismo y de “régimen del 78” ante la estupefacción de quien ama y respeta la Historia. El mismo régimen que les permite decir lo que dicen y hacer lo que han sin que les pase absolutamente nada. España es un estado policial que detiene inocentes para los que apoyan lo que pasa en Venezuela y en Cuba. Si otro líder político hiciese semejantes declaraciones referidas o lo que sucedía aquí bajo Franco tendría las horas contadas. ¿Doble vara de medir? Espero que a partir de ahora no, y tratemos a estos partidos radicales como debe de tratárseles, como algo ajeno y peligroso para el sistema democrático, prestos en todo momento a desgastarlo con un único fin: implantar su dictadura.

 

Dios me libre de comulgar con el PP. Pero en estos momento no se trata de ideologías o de partidos. Se trata de estar con el Estado de Derecho y defenderlo, o contra él. La decisión es clara.

 

*Pablo Gea es Analista y Activista Político.

@Pablo_GCO