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Policías en acción

La policía española tiene el mejor material humano del mundo con la peor formación.

 

El domingo 28 de febrero se produjo una persecución policial desde el barrio de Vicálvaro hasta el centro de Madrid. Un vehículo haciendo derrapes en una zona sin transeúntes ni tráfico. Se dieron a la fuga y el coche zeta lo persiguió. Fueron interceptados en la calle Serrano tras colisionar con el coche policial siendo detenidos los cuatro ocupantes: conductor rumano de 18 años, con antecedentes, sin permiso de conducir y acompañado por tres menores españoles. Hubo tres civiles y cuatro policías heridos leves tras una persecución muy peligrosa por calles con tráfico y viandantes. Fue profusamente recogida la noticia como una intervención policial solvente y no lo fue. La policía está desplegada y es la comunicación lo que debe funcionar facilitando características del coche, dirección y matrícula a otros coches del distrito, y si es un caso muy grave, a policía municipal y hasta a Guardia Civil, aunque esto en la feroz competencia entre cuerpos es una herejía. 

Los policías no merecen reproche porque actuaron como les han enseñado y alientan los mandos a hacerlo. El problema es de formación, por considerar que hay que poner en riesgo la vida de ciudadanos para detener a cualquier delincuente, sea un chorizo de poca monta o el peor criminal. Los policías no pueden hacer eso. La protección de la gente es un bien superior al de detener a cualquier delincuente. Es como llegar a un atraco y si te disparan desde el banco abrir fuego indiscriminado sabiendo que hay clientes dentro. La policía española tiene el mejor material humano del mundo con la peor formación. Si estas en un incendio en casa, coche o ahogándote en un rio o el mar, uno de los pocos policías que arriesgará su vida por salvar la tuya será un policía español. Por el contrario, en ningún país democrático puedes ser detenido preventivamente en la calle varios minutos, interrogado y si lo decide el policía, cacheado, si llevas droga para consumo propio incautada y sancionado. Cumplen órdenes verbales ilegales de los mandos con la complicidad de los políticos, que deberían prohibirlo.

Hace años acudí a la sede del sindicato en Madrid. Había varios policías jóvenes esperando al abogado. Hablaban de una persecución por la M-30 de cuatro zetas y uno contaba que descargó su cargador, cogió el arma del conductor y siguió disparando. Lo contaban entre risas, como si hubiesen participado en una feria y el delincuente al que disparaban por la espalda mientras huía no tuviera derechos. El conductor murió de un disparo por la espalda que salió del arma de una joven compañera. 

Prácticas impropias de una democracia impensables en cualquier país europeo. Se controla a alguien durante semanas y se entra en su casa a las cuatro de la madrugada cuando se pudo detener tomando un café. Ni cuatro chavales que derrapaban en un polígono ni un terrorista pueden ser perseguidos a sangre y fuego contra la seguridad de la ciudadanía. Es actuar contra la clave de bóveda que exige la profesión: proteger y servir. Jugamos a películas de policías americanos poniendo en riesgo la vida de la gente. 

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Es un crimen tan inmoral que muera un chorizo al que perseguía la policía por haber cometido algún robo a que hubiera sido usted, lector, su pareja, padres o hijos. Esas prácticas deberían prohibirse radicalmente. No son admisibles en ningún país y la formación de todos los cuerpos de seguridad, Policía, Guardia Civil, autonómicas y locales debería revisarse profundamente. Y la injerencia en la libertad de la ciudadanía sin razón, también.