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Por qué el PP debe ser siempre el enemigo a batir

(o Animales fantásticos y dónde encontrarlos)

 

El otro día Feijóo, el que podría ser el primer presidente de España con inequívocos vínculos pasados con el narcotráfico (eso es así y ya está) dijo una frase que no me sorprendió en absoluto porque se podría trazar una línea recta entre este punto y la gran idea fuerza del fundador y patrocinador del propio Feijóo, el señor Fraga, ‘la mayoría natural’.

Dijo Feijóo que ‘el PP es el único partido constitucionalista’, pero en realidad sobra hasta el adjetivo constitucionalista, el PP aspira, en plena borrachera de fino y azahar sevillano, a ser el único partido, o el partido único, que viene a ser algo parecido, aunque no sea lo mismo. La mayoría natural de Fraga no era más que una forma de llamar a un partido hegemónico con claras y fuertes alianzas con todos esos poderes que no se eligen y que tampoco hay que nombrar porque son bien conocidos, que los llevaría si no a ser invencibles sí a gobernar siempre o, como mínimo, a condicionar en todo momento al gobierno que milagrosamente surgiera de haberlos vencido, por medio de múltiples vías: cloacas, poder judicial, mediático, empresarial, etc.

Pero resulta que hemos asistido a un cambio de liderazgo en el PP sin que se haya producido, a pesar de la ola de casos de corrupción, ni el más mínimo movimiento de contrición o el más leve intento de refundar un partido clarísimamente tocado, en el que se planteó incluso vender la sede, más por cuestiones de imagen que de dinero. ¿Qué ha evitado la refundación del PP? Los votos de los ciudadanos. ¿Por generación espontánea? No, para eso hace falta un largo periodo de manipulación por parte de los medios y una ingente cantidad de dinero. ¿De dónde sale ese dinero? De donde siempre, por tanto, podemos concluir que la estructura recaudatoria del PP, la de la organización mafiosa y criminal que han señalado ciertos jueces, sigue intacta.

El PP no es peligroso por ser de derechas, ni siquiera Vox lo es por ser de extrema derecha, para mí, el PP es peligroso para España por ser una ‘organización delictiva’ cuyos líderes se creen legitimados por los votos, y que para más inri, tienen una voluntad y una mentalidad hegemónica sin ninguna clase de complejos que los libera de cualquier atadura ética, e incluso ‘política’.

Queda claro que si el PSOE no comienza ya (y ya es ya) la reconquista de Andalucía hay serias posibilidades de que esto, la hegemonía del PP, se produzca porque el control de los medios locales por parte del PP es total, desde los periódicos de las capitales a los digitales comarcales y los grupos/redil en Facebook tipo No eres de si no… ya en declive. Los resultados en las municipales para los socialistas parece que van a ser, a todas luces, catastróficos. Se lo han ganado a pulso. Además, recordemos que en Andalucía habrá mínimo tres izquierdas, una vez despejado el futuro de la izquierda nacionalista de Teresa Rodríguez, y esas son muchas izquierdas.

Con esa premisa, que el problema del PP no es que sea más o menos de derechas sino que tenga (que los sigan teniendo) comportamientos mafiosos, lo que extraña es que no surja una oposición cívica a estos comportamientos desde las gentes de centro-derecha, incluso desde la extrema derecha, si de verdad aspirara a diferenciarse del PP, no a ser una especie de complemento imperfecto. Descartado ya que esa oposición cívica de derechas al PP pueda surgir de una refundación de Ciudadanos, y dada la obvia degeneración del tándem Díez/Savater, en su día la gran esperanza para la existencia de un centro realmente centrado y cívico en España, solo nos queda buscar en la guía Animales fantásticos y dónde encontrarlos, porque existir existe esa derecha cívica. 

Pasa lo mismo con la izquierda, incapaz de liberarse de la costra del esenismo y el cristianismo primitivo, que ahora toma forma con una serie de ismos que ocupan un espacio excesivo en el debate público que, dados los tiempos, deberían centrase en la economía y el reparto justo de recursos y la mejora de los estándares de vida de todos los ciudadanos, el modelo energético, que afecta absolutamente a todo y a todos sin excepción, y los problemas derivados del cambio climático, todo ello, ya digo, sin que se pierda cohesión social y calidad de vida, algo que supone un reto gigantesco. Lo cierto es que cuesta trabajo creer que todavía no se supere esa intención moralizante y moralizadora en la izquierda, y ese instinto en cierto modo invasivo en la vida privada de ciertos nuevos dogmas paleocristianos de izquierda, así como la incomprensión de muchos de los valores del comercio, de la economía real y tangible, del emprendimiento, etc. Una vez le dije a un profe de lengua, muy de izquierdas, que cada vez que se emprende un negocio es como si se escribiera una novela, pero con personajes y riesgos reales. Riesgos excesivos, porque te va la vida en ello y los poderes, empezando por el sistema bancario español, no facilitan las cosas, y las subvenciones van a agujeros negros como la llamada ‘multinacional andaluza’, que suena ya tan a risa, Abengoa. Por eso es doblemente doloroso que desde la izquierda más farisea/funcionarial no se entienda esto y se demuestre día a día un alejamiento tan brutal de la realidad económica de pequeña escala, y a la vez que se predica con la compra en negocios locales nos vamos a Ikea.

Cuando hablamos de la relación del PP y el narcotráfico no hablamos solo de unas fotos antiguas de Feijóo con Marcial Dorado, hablamos también del ‘caso macarrilas/niños de La Salle’ de la Diputación de Almería y del procesamiento de Óscar Liria, vicepresidente de Diputación, en relación a una operación con una organización cuyo cabecilla ha cometido delitos de blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico, tráfico de drogas y tráfico de armas. Y no es un caso raro ni único, si no se ha expandido y hay muchos más detenidos es por la omertá y la protección que el PP le da a todos sus caídos por España.

Los animales fantásticos están ahí (por estar ahí hay hasta una izquierda nietzscheana a la que habría que hacerle más casico, que no se va a constituir nunca en facción ni en partido, no son el enemigo, pero es aprovechable) de verdad, y hay que encontrarlos para impedir a toda costa que el PP se convierta en un peligroso partido sistémico que lo controla todo y está en íntima relación con los bajos fondos. No es una cuestión moral barata neotestamentaria, es una cuestión cívica y nos atañe a todos, también a Vox (siempre que no sea un simple apéndice del PP) batir al PP, que se refunde, que limpie sus cloacas, que las elimine y que compita en buena lid, aunque sea siempre desde el Radial Madrid.