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Putin, ese tipo con suerte

Hay dos acontecimientos que se han producido últimamente y que han tenido influencia más o menos directa, a favor del Kremlin, en la guerra de Ucrania.

 

Hay dos acontecimientos, uno interno y otro externo físicamente a Rusia, que se han producido últimamente, y que han tenido influencia más o menos directa, a favor del Kremlin, en la guerra de Ucrania. Uno fue, el 25 de agosto pasado, cuando Prigozhin, el patrón del grupo mercenario Wagner, fue asesinado en un atentado con bomba, todavía no plenamente aclarado, en un vuelo privado en que viajaba acompañado con parte de su plana mayor. Un mes antes, Prigozhin había protagonizado un motín, poniendo en cuestión la unidad de mando en el seno de las fuerzas rusas que combaten en Ucrania. La desaparición del jefe wagnerista  favoreció el refuerzo de Putin como líder indiscutido de Rusia.

El segundo hecho ha sido la carnicería cometida por Hamás, el pasado 7 de octubre, al atacar por sorpresa  a la población civil israelita que habita en la periferia de la franja de Gaza.  Tal acción terrorista, que segura y próximamente será respondida adecuadamente por Israel, ha tenido como consecuencia más inmediata desviar la atención internacional desde Ucrania al conflicto árabe-israelí. Esto, en castizo, se llama llover sobre mojado al producirse, precisamente, en un momento en el que se estaba empezando a percibir claramente, tanto en EE. UU. como en Europa, la desgana y el cansancio generados por el imponente gasto  que supone la ayuda a Ucrania.

Algunos dicen que la suerte es de quien la busca. Sin duda, Putin es un tipo con suerte.