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Sánchez, narciso primaveral

Las europeas serán una suerte de plebiscito, sobre la relación entre el sanchismo y el PP. Se vaticina que el segundo barrerá al primero.

La primavera está siendo dominada por dos orgías simultáneas: la floral y la electoral. La primera, favorecida por las aguas de la borrasca Nelson de finales de marzo, nos está colmando de rosas, jazmines, tulipanes, calas y narcisos. De entre estos últimos, el más boyante florece en la Moncloa. La segunda orgía será una tremenda tabarra electoral con 3 comicios en un sobrio  plazo de 49 días. A saber: el 21 de abril en el País Vasco; el 12 de mayo en Cataluña; y el 9 de junio (europeas) en toda España. Qué azotadora matraca de campañas y precampañas nos espera hasta el verano.

Los augures vaticinan que, en las vascas, los nacionalistas del PNV y los filoetarras de Bildu obtendrán resultados similares. Asimismo, descartan que se coaliguen entre ellos. Eso supondría que los sanchistas decidirán si es un nacionalista o un filoetarra quien se acomode en Ajuria Enea. Difícil coyuntura para el gran Narciso monclovita, porque tanto los votos de unos como los de los otros en el congreso de los diputados tienen el mismo valor que los de Puigdemont, para mantener la frágil mayoría que sostiene al Gobierno. En tal coyuntura, los votos sanchistas irían antes a apoyar a los nacionalistas que a los filoetarras. Pero no por algún tipo de reparo moral ―que el Narciso es tan perfumado como amoral―, sino porque la prioridad filoetarra no reside tanto en la gobernanza autonómica como en la puesta en la calle de los etarras convictos. Y en eso está Marlasca, consumado muñidor de encaje de bolaños.

Lo de Cataluña tiene más miga. Los españoles somos rehenes de una legislación majadera, que patrocina que un huido de la justicia pueda ser elegido parlamentario o, incluso, presidente de un gobierno autonómico. Más todavía, que partidos que propugnan la ruptura de España sean legales. Los agoreros también dicen que se dará una victoria electoral de los sanchistas, junto a una cierta paridad en resultados entre los dos grupos separatistas: los de izquierda (ERC), y los de ultraderecha (Junts o puigdemones). Pero que los “illistas” no se hagan muchas ilusiones: de confirmarse el pronóstico, los grupos separatistas, si dieran los números, se coaligarán para formar gobierno.

Finalmente, las europeas, al constituir toda España una única circunscripción electoral, serán una suerte de plebiscito, sobre la relación entre el sanchismo y el PP. Se vaticina que segundo barrerá al primero. Pero eso, al  Narciso, si sigue en la Moncloa: ni fu ni fa.